1. Diariamente la recordamos…
¿Cómo iniciamos nuestras celebraciones? En el nombre del Padre, del…
¿Cómo iniciamos nuestras reuniones? En el nombre del Padre, del H…
¿En la bendición de la mesa? En el nombre del Padre, del Hijo, del E. S.
¿Qué dijo el sacerdote al bautizarnos? Yo te bautizo en el nombre del
Padre, del Hijo y del Esp. Santo.
= Repetimos mucho está fórmula, ¿verdad?
Oye, entonces esto es que será muy importante, ¿no os parece?
Sí, es central en nuestra fe.
Celebramos hoy la fiesta de la Santísima Trinidad: la fiesta del Padre Dios, la fiesta del Hijo Jesucristo, la fiesta del Espíritu Santo.
Y es cierto lo dicho antes:
- muy a menudo estamos recordando al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo;
- y, felizmente, muy a menudo estamos poniendo nuestra vida en ellos.
Por tanto, estamos entendiendo a Dios como familia, como comunidad; y nos estamos entendiendo nosotros como familia de Dios, haciendo comunidad con Él.
Y en familia, la relación predominante y a potenciar siempre es la relación de amor. Así pues, al celebrar a Dios como Trinidad de personas, estamos celebrando el gran Misterio que revela a Dios como Amor.
2. Nuestra vida: en el nombre del Padre
El Padre Dios es el totalmente Otro, y es el Señor que (1ª lec. Ex 34) bajó en la nube y se acercó a Moisés, a la humanidad… El Dios de la montaña, del fuego, de la grandiosa majestad, el trascendente, el 3 veces santo… se puso al servicio del hombre:
–bajó y se quedó con él (con Moisés)… (1ª lec).
-Y tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo único (Ev).
-Es el Dios del amor y de la paz que está con nosotros (2ª lec.).
Y fijémonos con qué cinco calificativos nos lo presenta el libro del Éxodo, que hemos escuchado: compasivo y misericordioso, lento a la ira,
rico en clemencia y rico en lealtad.
Nuestra vida, en el nombre del Padre, es una vida muy bien fundamen-tada, bien cimentada, con garantía total. ¡Qué seguros estamos en Dios Padre!
3. Nuestra vida: en el nombre del Hijo
El Hijo, Jesucristo, es la revelación definitiva del Padre: Quien me ha visto a míha visto al Padre, sabemos que dijo Jesús al apóstol Felipe (Jn 14,9).
El Hijo es la Palabra clarificadora y definitiva del Padre (Hebr 1,2ss).
El Hijo se encarna como efecto del amor de Dios: Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo (Jn 3,16, evangelio recién proclamado).
Y llega para que tengamos vida plena, vida abundante y todos nos salvemos en Él (Jn 10,10).
Y sabemos quién es el Hijo: pasó haciendo el bien, curando a los enfermos, resucitando a muertos, dando vida a los pecadores…; desde la cercanía y la humildad; desde la entrega total; así la vida entera, desde el pesebre a la cruz… Siendo todo para todos…
= Cuando pongo mi vida en el Hijo, tengo vida plena en Él.
4. Nuestra vida: en el nombre del Espíritu Santo
No os dejaré huérfanos –dice Cristo-. El Padre os enviará el Paráclito, el Defensor, el que os guiará a la verdad plena (Jn 14,16ss).
Y aquellos discípulos, con María, recibido el Espíritu el día de Pentecostés, perdieron todos los miedos, abrieron puertas y ventanas y se lanzaron a comunicar el mensaje de que Jesucristo había resucitado, de que es posible vencer el mal, de que la vida tiene sentido.
Y ese Espíritu nos está acompañando a cada uno de nosotros para caminar en Cristo en fidelidad al Padre Dios. Y así, siendo servidores de la gente.
= Padre, Hijo y Espíritu Santo, familia de amor, familia que se entrega en amor a
la humanidad.
Nosotros, a su imagen y semejanza: familia humana, familia parroquial,
familia diocesana… vivamos en el amor, en la entrega, en el servicio…
5. Hoy, “Jornada pro orantibus”, lema-2023: Generar esperanza
La dinámica del amor, para vivir en el amor, se necesita un corazón que purifique y bombee muy bien la sangre. La vida contemplativa, como María en medio de la Iglesia naciente, es ese corazón.
Las monjas y los monjes que oran constantemente por nosotros, son miembro fundamental del cuerpo que es la Iglesia. La vida contemplativa permanece “escondida” de todo y de todos, pero está presente en todo y en todos. Y, como se nos dice este año, siempre para “generar esperanza”.
Hoy agradecemos a Dios la historia de tantas mujeres y hombres consagrados a la oración, que diariamente están hablándole a Dios de nosotros.
Y, de manera agradecida, oramos nosotros también por ellas y por ellos.
Antonio Aguilera