- Abrimos el verano
Los niños, muchos jóvenes, bastantes adultos entre nosotros comienzan ya o en poco unos días de vacaciones. Mañana iniciaremos el mes de julio, estamos de lleno el verano. Nuestra ciudad, nuestra provincia, serán visitadas por personas provenientes de otros lugares: habrá acogida y encuentros felices…
Ajustados los bolsillos, controlando mucho el presupuesto, compartiendo con otros, queremos disfrutar la vida, queremos vivir. Vivir y aportar vida a otros.
- Cómo nos ilumina hoy la Palabra de Dios
1ª lectura:
Dios creó al hombre para la vida, Dios creó al hombre para que subsistiera, para la inmortalidad, lo hizo imagen de su propio ser: somos imagen de Dios.
Cierto: Dios quiere para nosotros la vida: la vida con intensidad… en el más allá y ahora. Dios te quiere, Dios me quiere con hondura. Dios quiere en nosotros una vida plena, un corazón pleno.
En ocasiones andamos en la mediocridad, en la superficialidad… Y Dios nos llama a plenitud… ¡Vivamos con hondura!
Evangelio
Y ese vivir con hondura, con plenitud, en Jesús –según el evangelio—implica al menos tres cosas:
1ª) Arrancarse de sí e ir a los demás:
Es lo primero que hace Jesús: “Jesús atravesó de nuevo en la barca a la otra orilla” (Mc 5,21). Se arrancó de donde estaba y va a la gente, va a donde está la gente, con sus necesidades y su vida normal.
Tú y yo, ¿estamos encerrados en nosotros o sabemos soltar amarras, arrancarnos de nuestra estabilidad, e ir a los demás? No es fácil, pero es posible.
2ª) Toca a la gente y se deja tocar por la gente:
Llega a él Jairo, el jefe de la sinagoga, suplicando por su hija que está gravemente enferma: “Mi hija está en las últimas, ven, pon las manos en ella para que se cure y viva”. Al final del relato: “Entró a donde estaba la niña, la cogió de la mano, le dijo ‘niña, levántate´ y la niña se puso en pie”.
Jesús toca a la persona, pone las manos, y la persona se cura.
Y por el camino, cuando Jesús iba a casa de Jairo, se ha cruzado otra escena, de otra enferma: La mujer que sufría hemorragias desde hacía doce años: “Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con solo tocarle el vestido se curaría”.
Es la fe sencilla de la mujer sencilla: con “tocar” a Jesús quedaré curada.
Quien toca a Jesús, se cura. Caso de la mujer.
A quien Jesús toca, se cura. Caso de la niña.
Tú y yo ¿tocamos a Jesús con sencillez? Tú y yo, nosotros todos, ¿nos dejamos tocar por Jesús con sencillez? Quien entra en relación de intimidad, de cercanía, de familiaridad con Jesús… se va curando de muchos males.
Estemos cerca de Jesús, toquemos a Jesús con la oración, leyendo su palabra, en los hermanos que él pone en nuestro camino…
3ª) En ambos casos, mujer y niña curadas, hay una enorme fe en el
Señor
A la mujer le dice Jesús: “Hija, tu fe te ha curado.
Vete en paz y con salud”.
A Jairo, el padre de la niña, Jesús le dice: “No temas,
basta que tengas fe”.
La fe cura, la fe sencilla y confiada en el Señor nos cura, nos sana, nos da esperanza y fuerza para caminar… Digámosle con insistencia cada día: Señor, creo, pero aumenta mi fe. Digamos ante su cuerpo y su sangre: Señor mío y Dios mío.
- Por tener vida, vida sana, busquemos al Señor
El Señor Dios quiere darnos vida a todos nosotros. Jesús es dador de vida y quiere liberarnos de ataduras –quiere que pasemos con él a la otra orilla–, quiere que, frente a superficialidad y mediocridad, tengamos hondura y plenitud:
- Vamos a acrecentar nuestra fe en él.
- Vamos a abrirle nuestra vida de par en par a él: ¡que quiere llenarnos!
- Él ve nuestra enfermedad, escucha nuestra súplica, atraviesa a nuestra orilla y nos plenifica…
- ¡Abramos el corazón!
- En la Eucaristía estamos en él… ahora estamos en él.
- Con una vida abierta y generosa para quienes llegan.
- Dando siempre la mano a los demás.
- Aunque en algunos momentos pierda yo… ¡pero que ganen mis hermanos!
- ¡Buen y sano verano!
Antonio Aguilera