1) Una multitud, como ovejas sin pastor
El evangelio de hoy nos dice que “Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos porque andaban como ovejas sin pastor” (Mc 6,34).
Y puede que, algo así, nos continúe ocurriendo hoy, de formas distintas y en situaciones distintas, pero… con fondo muy parecido. Ejemplos:
- Vemos y vivimos una sociedad muy fuertemente orientada y guiada por pasiones de poder, de venganza, de copiar lo mal hecho, de “si el otro no juega limpio, ¿por qué voy a jugar limpio yo?”, de “si el otro roba tanto, ¿por qué voy a robar yo menos?”, de celos… de…
- Andamos inmersos en corruptelas o corrupción de dirigentes, que más y mejor ejemplo habrían de dar a todos…
- Tenemos casi diariamente el dolor de mujeres asesinadas cuando tendrían que estar especialmente custodiadas por situaciones de amenaza…
- En bastantes situaciones de nuestra vida sentimos abandono y soledad… que nos hacen incapaces de buscar lo bueno en vez de conformarnos con lo mediocre o incluso con lo sucio…
= ¿No son estas cosas, y otras parecidas, vivir como ovejas sin pastor?
Sí, la expresión de Jesús en el evangelio se corrobora: también hoy, en nuestro tiempo, de una manera o de otra en muchas ocasiones, andamos como ovejas sin pastor.
Y, cierto, nos vemos buscando un pastor verdadero, un guía, alguien que nos escuche, que nos ayude a ver y encontrar buen camino. Nos vemos quizás nosotros, y vemos a mucha gente con esa necesidad…
Son necesarios guías de nuestra sociedad honrados y leales, maestros de vida.
2) Pero… ¿quién, quiénes?
¿Quién puede ser ese guía, ese maestro? Lo anhelamos en el fondo, pero no nos es nada fácil encontrarlo… Estamos desengañados de tanto y tanta gente…
- De dirigentes que buscan estar por encima de los demás, sea como sea, y no buscan la verdad…
- De personas que buscan el poder, y no el servicio sincero y honrado…
- De nosotros mismos y de hermanos nuestros que no nos decidimos a gastarnos plenamente por los demás… La escena del lavatorio de los pies, qué lejos nos queda, ¿verdad?
Ante el desengaño, dos salidas:
- Hartarnos y… ¡que cada cual se las apañe como pueda!
- Seguir buscando al auténtico pastor y ponernos a colaborar con Él.
3) El pastor verdadero es Dios, ese pastor es Cristo: El Señor es mi pastor…
El pastor que nos va a dar horizonte, orientación y sentido a nuestra vida, es Cristo, es Dios mismo, que nos mira con mucha atención y mucho cariño:
1ª lectura:
- Jeremías el profeta observa y habla de los pastores que pastorean expoliando y dispersando a las ovejas…
- Y él, portavoz de Dios, hace una gran promesa, la promesa de Dios, que siempre es fiel: “Yo mismo –dice Dios- reuniré a mis ovejas, las pastorearé dignamente y les pondré buenos pastores que las sirvan”.
Evangelio: ¿Y qué hace Cristo, tras esa mirada a la multitud, a quien vio tan abandonada, y tras ese cansancio de los discípulos que vuelven a él?
- Los llama, nos llama a cada uno de nosotros: nos escucha, nos acoge, y nos dice: “Venid vosotros a mí… descansad un poco” (Mc 6,31).
- Y “se puso a enseñarles con calma”. Jesús tiene calma, paciencia, con cada uno de nosotros, ¿verdad que sí?
- Y… nos invita: Yo tengo lástima de todos, nos está diciendo: que te duelan a ti tus hermanos… Y nos recuerda nombres: ¿qué nombres?…
2ª lectura:
- Cuando vivimos mirando al verdadero pastor, pastoreados por Él, entonces, nos dice Pablo: “Ahora estáis en Cristo…Él es nuestra paz…”
- Y Él derriba los odios, los rencores, las divisiones, las disputas, los vacíos… que surgen entre nosotros…
4) Concreción hoy entre nosotros y con la Misión Diocesana
- Miremos al Buen Pastor: agradecer, disfrutar y vivir su llamada…
- Y a colaborar con Él siendo nosotros buenos pastores junto con Él:
= ¿A qué personas me está llamando el Buen Pastor a servir?
- Hoy con una oración y atención muy especial por la Misión Diocesana y por los misioneros malagueños, que dan su vida… y nos necesitan…
Antonio Aguilera