1) Una multitud, como ovejas sin pastor
El evangelio de hoy nos dice que “Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos porque andaban como ovejas sin pastor” (Mc 6,34).
Y puede que, algo así, nos continúe ocurriendo hoy, de formas distintas y en situaciones distintas, pero… con fondo muy parecido. Ejemplos:
- Hace pocos días a un muchacho, Samuel, un grupo de jóvenes lo mataban, tras apalearlo salvajemente, en La Coruña… Esos jóvenes que así actúan, ¿no son jóvenes descarriados, perdidos, ovejas sin pastor…?
- En Cuba estamos viendo manifestaciones muy duras por la situación que aquel pueblo, expoliado de tantas cosas y hasta de libertad, tiene que sufrir… ¿No son ovejas sin pastor, sin alguien que cuide de ellas y las pastoree como merecen y necesitan?
- En algunas de nuestras plazas y rincones oscuros de la noche, se nos está diciendo de botellones con barullo, sin mascarillas e incumpliendo todo lo que es necesario para controlar la pandemia… ¿no son esas aglomeraciones ovejas sin pastor?
Sí, la expresión de Jesús en el evangelio se corrobora: también hoy, en nuestro tiempo, de una manera o de otra en muchas ocasiones, andamos como ovejas sin pastor.
Y, cierto, nos vemos buscando un pastor verdadero, un guía, alguien que nos escuche, que nos ayude a ver y encontrar buen camino. Nos vemos quizás nosotros, y vemos a mucha gente con esa necesidad…
Son necesarios guías de nuestra sociedad honrados y leales, maestros de vida.
2) Pero, ¿quién, quiénes?
¿Quién puede ser ese guía, ese maestro? Lo anhelamos en el fondo, pero no nos es nada fácil encontrarlo… Estamos desengañados de tanta gente…
- De dirigentes que buscan estar por encima de los demás, y no buscan la verdad…
- De personas que buscan el poder, no el servicio sincero y honrado…
- De nosotros mismos y de hermanos nuestros que no nos decidimos a gastarnos plenamente por los demás… La escena del lavatorio de los pies, qué lejos nos queda, ¿verdad?
Ante el desengaño, dos salidas:
- Hartarnos y… ¡que cada cual se las apañe como pueda!
- Seguir buscando al auténtico pastor y ponernos a colaborar con Él.
3) Ese pastor verdadero es Dios, ese pastor es Cristo
El pastor que nos va a dar horizonte, orientación y sentido a nuestra vida, es Cristo, es Dios mismo, que nos mira con mucha atención y mucho cariño:
1ª lectura:
- Jeremías el profeta observa y habla de los pastores que pastorean expoliando y dispersando a las ovejas…
- Y él, portavoz de Dios, hace una gran promesa, la promesa de Dios, que siempre es fiel: “Yo mismo –dice Dios- reuniré a mis ovejas, las pastorearé dignamente y les pondré buenos pastores que las sirvan”.
Evangelio: ¿Y qué hace Cristo, tras esa mirada a la multitud, a quien vio tan abandonada, y tras ese cansancio de los discípulos que vuelven a él?
- Los llama, nos llama a cada uno de nosotros: nos escucha, nos acoge, y nos dice: “Venid vosotros a mí… descansad un poco” (Mc 6,31).
- Y “se puso a enseñarles con calma”. Jesús tiene calma, paciencia, con cada uno de nosotros, ¿verdad que sí?
- Y… nos invita: Yo tengo lástima de todos, nos está diciendo: que te duelan a ti tus hermanos… Y nos recuerda nombres: ¿qué nombres?…
2ª lectura:
- Cuando vivimos mirando al verdadero pastor, pastoreados por Él, entonces, nos dice Pablo: “Ahora estáis en Cristo…Él es nuestra paz…”
- Y Él derriba los odios, los rencores, las divisiones, las disputas, los vacíos… que surgen entre nosotros…
4) Vamos, pues, hermanas, hermanos:
- A mirar al Buen Pastor y a agradecer, disfrutar y vivir su llamada…
- Y a colaborar con Él siendo nosotros buenos pastores junto con Él.
- ¿A qué personas me está llamando el Buen Pastor a servir?
Antonio Aguilera