1. Algo muy grande
Sabemos muy bien qué significa in-justicia (sin justicia)… In-sensatez (sin sensatez)… In-móvil (sin moviliadad)…
Luego sabemos ya perfectamente qué significa In-maculada… Sin mácula.
Y ¿qué significa “mácula”? Mancha. Luego in-maculada… sin macha.
Así es: María, por tanto, una mujer sin mancha –inmaculada, totalmente limpia, totalmente pura- desde su primer instante de vida, desde que fue concebida en el seno de Ana, su madre.
Lo de María, la Virgen Inmaculada, es muy grande y muy entusiasmante.
Y, a la vez, como todo lo grande, es algo lleno de humildad y sencillez: Dios se vuelca en los humildes, se siente a gusto con los sencillos…
Es algo… de Ella y de Dios. Y nosotros todos, por su fidelidad, lo disfrutamos…
Pues que así sea, ¡que lo disfrutemos y lo contemos a otros!
Y lo celebramos ahora en esta Eucaristía; Eucaristía en la que ponemos en el altar varias cosas bonitas y llenas de alegría, de gozo y esperanza para todos nosotros:
-Celebración de la fiesta de María, la Virgen, la Inmaculada.
-La andadura especial de nuestro Adviento en alegría, esperanza y conversión.
-Varios muchachos de nuestro Seminario que reciben los ministerios de Lector y Acólito, y
viven con el deseo de prepararse bien para servir en el futuro a nuestras parroquias.
-Y lo hacemos en este tiempo del Sínodo: iglesia unida reflexionando sobre la misión
en ella de cada bautizado… de cada uno de nosotros…
Y, por supuesto, damos ya nuestra felicitación a todas las Inmas y Conchas que están entre nosotros, y que conocemos: felicidades y rezamos por vosotras.
2. Lo de María, efectivamente, es muy grande
El ángel Gabriel, enviado por Dios, se llega a Nazaret, a aquella aldea pequeña, y le dice a aquella humilde muchacha:
–Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
Es un gran gozo –alégrate-, es una privilegiada de Dios –llena de gracia-, y tiene una gran garantía para ser fiel –el Señor está contigo-.
Y María qué bien respondió a Dios:
-Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
¡Total disponibilidad para lo que tú quieras, Señor!
¿A que esto, aquel día en Nazaret, fue hermoso y grande? ¿Cómo no iba a privilegiar Dios a aquella muchacha que había elegido para ser la Madre de su Hijo, haciéndola Inmaculada? Un teólogo del siglo XIII (Juan Duns Escoto, franciscano nacido en Escocia y que terminó su vida en Alemania) resumió muy bien lo de por qué es María inmaculada, lo resumió en tres palabras: pudo, convenía, luego lo hizo:
–Pudo Dios preservar a la Virgen de contraer la mancha original,
porque es omnipotente.
–Convenía que lo hiciera, pues se trataba de la excelsa dignidad de su madre.
–Luego lo hizo, pues Dios hace siempre lo más conveniente.
Y así,
- aquello que ya había anunciado la Palabra de Dios en el libro del Génesis (1ª lectura), de que una mujer vencería al pecado, al demonio: establezco hostilidades entre ti (demonio) y la mujer, entre tu descendencia y la suya; ella te vencerá cuando tú la hieras en el talón;
- aquello ocurrió en María de Nazaret: inmaculada concepción.
Ocurrió, y la Iglesia lo proclamó dogma de nuestra fe: en 1854 Pío IX, viendo que estaba en la fe de todos, proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción: María, limpia de toda mancha desde el primer instante de su concepción en el seno de Ana. ¡Nos alegramos con María y la felicitamos!
3. Y ampliamos nuestro gozo hoy
Y este gozo que tenemos en María, lo extendemos hoy:
- Con el Sínodo hemos sido convocados todos los católicos para ahondar en el gran don que el Señor nos ha concedido a cada cual con el Bautismo, con los grandes dones de la fe y la unidad, y en cómo poner esos dones al servicio de todos… rezando juntos, pensando juntos, caminando juntos, trabajando juntos. = Iglesia de todos y llevada por todos.
- Al mirar, contemplar y agradecer el don de la fe, miramos a los mejores modelos, a quienes mejor han vivido la fe en el Padre Dios y en Jesucristo. Y ahí encontramos, como primera figura, a María, en las diversas etapas de su vida:
-Aquella muchacha de unos 15 años, que dice a Dios: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra.
-Aquella mujer de los 20 y 30 años: sencilla en el hogar de Nazaret, compartiendo vida –gozos y dificultades- con José y con aquel hijo tan especial que el Espíritu de Dios le había dado.
-Aquella mujer de 45 a 48 años, más o menos, que sigue a su hijo por los caminos de Galilea, en los tres años de su vida pública… ¿Os la imagináis? ¡Con qué cariño seguiría a su hijo, con qué cariño… y con cuánta preocupación!
4. Conclusión
Como veis, hay mucho que celebrar hoy. ¡Nos alegramos de todo ello!
Y que todo ello nos conduzca a una buena y santa Navidad, viviendo como María, la Inmaculada: con total disponibilidad: hágase en mí según tu palabra,le decimos también nosotros hoy a Dios.
Antonio Aguilera