“Saber vivir”, “Calidad de vida”
Probablemente alguna vez hayamos visto programas de la tele que tratan de cómo hemos de alimentarnos bien, de qué ejercicios hacer, de “Saber vivir”. En ellos se ofrecen recetas, medios, formas de vida para que tengamos un vivir sano, equilibrado, sereno, feliz.
Y seguro que todos hemos escuchado muchas veces la expresión “Calidad de vida”. Hasta se insiste que más importante que los años que vivamos es la calidad de vida que tengamos en ese tiempo.
“Saber vivir” y “calidad de vida”: dos expresiones que nos indican cuánto valoramos el vivir de forma que sintamos satisfacción, ¿verdad?
Pues la Palabra de Dios hoy nos habla del mismo asunto, y nos hace para ello la aportación de los sabios del antiguo pueblo de Dios y del mismo Jesucristo, veamos:
Ante ti, muerte o vida
- Si ante ti ponen dos caminos, uno de muerte y otro de vida, ¿tú qué camino escogerías? Tu sabiduría, ¿qué te haría elegir? El camino de la vida, ¿verdad? ¡Seguro! En esa alternativa escogeríamos la vida todos.
- Pues es la propuesta que hace el curtido sabio, autor del libro del Eclesiástico, que hemos escuchado en la primera lectura: Si quieres, guardarás los mandatos del Señor; ante ti están puestos fuego y agua: echa mano a lo que quieras; delante del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja.
- Claro, escoger, saber escoger acertadamente es un asunto de verdadera sabiduría. Necesitamos, dice Pablo, (2ª lec, 1Cor), una sabiduría sobre los valores de Dios, sobre lo que Dios quiere en cada momento de nosotros. No nos vale la simple sabiduría humana que se deja llevar de qué me gusta, qué es más bonito, qué cuesta menos esfuerzo. Necesitamos una sabiduría divina, conocer bien lo que es bueno ante Dios, conocer bien lo que Dios nos pide en nuestra vocación, en el cada día.
- Pues vale, Dios nos invita a escoger entre vida o muerte, y a escoger con sabiduría de mujeres y hombres de Dios.
La vida en plenitud es lo que el Señor nos ofrece
Y esa sabiduría de mujeres y hombres de Dios, ese camino de vida, es lo que nos quiere dar Jesucristo, el Señor, a todos nosotros: No creáis que he venido a abolir la ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
Jesucristo quiere para nosotros, sus discípulos, sus seguidores, la plenitud de la vida, plena “calidad de vida”. No nos quiere mujeres y hombres viviendo en la mediocridad, en el “sí, pero no”. Lo suyo no es para mediocres: no se puede estar con él y, a la vez, pasando de tomarse las cosas en serio, con hondura. Él lo ha dado todo, lo da todo y lo pide todo: nos pide por completo.
Cuando contemplamos a Jesucristo que se da por completo y nos miramos a nosotros y nos vemos racaneando, ¿verdad que se nos queda cara de insatis-facción? Y no estamos llamados a vivir insatisfechos e infelices, estamos llamados a vivir satisfechos y felices.
Para ello no vale el “yo ya he hecho bastante”, “yo ya me paro”… ¿Qué pensáis de un futbolista que a mitad del partido dijera “yo ya he corrido hoy bastante, ahora ya a andar despacito, a no meter presión, a no darle fuerte a la pelota…”. ¿Valdría para seguir en el campo? ¡Qué va! Inmediatamente habría que quitarlo, mandarlo al banquillo y poner a otro en su lugar.
Pues algo así nosotros: estamos llamados a darlo todo, totalmente todo, y siempre, todos los minutos, horas, días, meses y años que dure el partido de nuestra vida. Jesús nos lo indica así en el evangelio de hoy, lo recordamos:
- Habéis oído que se dijo no matarás… pero yo os digo más…
- Habéis oído que se dijo no cometerás adulterio… pero yo os digo más…
- Habéis oído que se dijo no jurarás en falso… pero yo os digo más…
Es decir, Jesús es el “Maestro”, y nos enseña dónde está la plenitud de la vida. Y es el “Señor”, y quiere de nosotros la plenitud de nuestra persona.
Y añade él: Todo lo que te estorbe para darte por completo, arráncalo: si tu ojo te hace caer, sácatelo; si tu mano te hace caer, córtatela…(Son formas de hablar, exageradas, pero expresivas de lo que Jesús plantea y pide: todo).
Según la Palabra de Dios… hoy comprométete con…
Por tanto, según la Palabra de Dios, “calidad de vida” es vivir con plenitud nuestra vida cristiana. Y según la Palabra de Dios, “saber vivir” es vivir en cristiano, vivir con los criterios del Evangelio… Siempre dándolo todo…
Y esta semana se nos pide, en ese querer darlo todo, un compromiso especial: con Manos Unidas, frenar la desigualdad: “Frenar la desigualdad está en tus manos”, se nos dice. Más de 900 millones de personas siguen pasando hambre en el mundo. Tú y yo tenemos de sobra: ¡compartamos!
Y se nos pide, igualmente, colaborar con Cáritas para ayudar a las víctimas del terremoto que ha azotado a tantas vidas en Turquía y Siria: tengamos conciencia solidaria: seamos austeros y compartamos…
María, la Madre, que es Madre de todos los hombres, nos ayuda en ese caminar. De su mano nos cogemos para hacer bien el camino.
Antonio Aguilera