ASPIRACIÓN DE TODOS
¿Aspiras a ser feliz?
¡Por supuesto! ¿Quién no? Todos queremos ser felices.
Pues de eso nos habla Dios hoy en su Palabra: que seamos felices es su proyecto para ti, para mí, para todos… para la humanidad entera…
Nos lo dice Jesús, lo hemos escuchado en el evangelio recién proclamado: Bienaventurados, felices, dichosos.
Y nos lo dice como si fuera un nuevo Moisés.
JESÚS, NUEVO MOISÉS
Todos recordamos muy bien la escena del monte Sinaí: en la montaña, Moisés se encuentra con Dios, hay un temblor… Dios le entrega las tablas de la Ley, los mandamientos… Moisés legislador, guía…
En el evangelio de Mateo hemos observado:
- Descripción muy breve, al inicio, preciosa: Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos…
- Jesús/Dios también en la montaña, como cuando Moisés, pero…
- Jesús/Dios que se encuentra con la gente…, con los discípulos.
- Jesús imagen de Dios unida a los pobres, a los sencillos, los humildes, a los que buscan la justicia, a los que trabajan por la paz… ternura, cercanía…
- Lo de Jesús, nueva ley, pero más que ley: proyecto, camino… propuesta de recorrido… nuevo tipo de relaciones…
Y LA ALEGRÍA POR DELANTE
En el Sinaí, cuando Moisés, había como unas obligaciones morales, jurídicas, con prohibiciones… Recordamos los mandamientos.
Ahora, con Jesús, es una propuesta para ser felices: Bienaventurados, dichosos, felices,… Y finaliza con: “Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.
Eso sí, comienza con una propuesta extraña para nosotros, para nuestro mundo: Bienaventurados los pobres… Esto es otra lógica distinta de la común nuestra, esto es una forma de pensar distinta de la nuestra, ¿verdad? Nosotros más bien decimos “bienaventurados los ricos, bienaventurados los fuertes, bienaventurados los importantes…”.
Pues bien, Jesús, dice “Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Y continúa con siete bienaventuranzas más = ocho recomendaciones para ser felices, la gran receta para la felicidad.
Esto tendrá su “truco”. Toda buena receta lo tiene, ingrediente oculto…
- No es que Jesús justifique la pobreza, la persecución, el hambre…
- Eres dichoso, bienaventurado, dice Él, si vives esa situación “por el Reino de los Cielos”.
= Se trata de vivir, por tanto, -poniendo en el centro de tu vida a Dios,
-poniendo en el centro a los hijos de Dios.
Eso te hará -tener menos = compartir,
-esforzarte y sufrir por el otro = quieres al otro y te duele,
-llorar con el hermano = sentirte solidario con él,
-tener una gran misericordia = como el Padre contigo.
Entrega con alegría por delante: esto es lo nuestro.
Por el Reino de los cielos, porque estamos con el Señor.
Y alegría porque somos verdaderamente humanos = a imagen y
semejanza de Dios.
HUMANOS, SEGÚN DIOS
Siendo sencillamente como Dios nos ha querido a cada uno –la persona humana a imagen y semejanza de Dios- la propuesta de la Bienaventuranzas es posible:
- Sientes el amor de Dios en tu vida: Dichoso tú, que te ama Dios.
- Desde ahí sientes el amor a tus hermanos: humanidad, cariño, respeto, misericordia, limpieza de corazón, justicia, paz…
Y todo esto vivido en la humildad que somos:
- Fijaos en vuestra asamblea: Dios ha escogido lo débil (1ª Cor, 2ª lec).
- Buscad al Señor los humildes… un resto, un pueblo humilde y pobre que buscará refugio en el nombre del Señor… (1ª lec. Prof. Sofonías).
INVITADOS POR EL SEÑOR, SIGÁMOSLO
Si Dios nos quiere felices… si nosotros queremos ser felices… y Jesús nos hace la propuesta de la felicidad, las Bienaventuranzas,
- ¿por qué no elegir este camino de felicidad?
- ¿por qué no elegir y seguir este camino de sencillez y de alegría?
Dios nos invita hoy, ¡vamos nosotros a seguir su invitación!
¡Respondamos!
Antonio Aguilera