Somos pueblo elegido
El domingo pasado hablábamos de que Jesús es el Buen Pastor y nosotros ovejas de su rebaño. Entre el pastor y las ovejas hay una buena relación: él las conoce, ellas lo conocen… Él las cuida, ellas lo siguen… Buena relación siempre pastor-ovejas, ovejas-pastor.
Hoy se nos habla, con otras palabras -2ª lec.: 1ª Pe-, de esa buena relación existente entre el Señor y nosotros: Vosotros sois raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que nos llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa.
Y dice también Pedro: esa buena relación hace que construyamos un mismo edificio, que construyamos entre el Señor y nosotros el templo del Espíritu. En esa construcción él es la piedra angular, la piedra clave que sostiene todo el edificio; y nosotros somos también piedras vivas: Vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu.
Para Dios somos, podemos decirlo así, algo muy importante: pueblo adquirido por él, piedras vivas en su construcción…
La niña de sus ojos –dice el profeta Isaías (43,1-9)-, somos preciosos a sus ojos.
Pero… con quejas entre nosotros
Que sepamos la grandeza que somos, no quita que en muchas ocasiones afloren nuestras debilidades, nuestras fragilidades… y nuestros conflictos: en la 1ª lectura se nos indica que, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que en el suministro diario no atendían a sus viudas.
¿Qué pasaba? Pues que había tensiones y divisiones, que no eran todos atendidos de la misma manera, que no todos eran tratados por igual Los apóstoles tienen que resolver el asunto, y lo hacen: convocan a todos y se eligen entre los discípulos 7 miembros, hombres de buena fama, llenos de sabiduría, y se les encomienda la distribución de los bienes para que haya buena atención a todas las familias, ya provengan del judaísmo o de la gentilidad. En la comunidad cristiana todos –provengan de donde provengan- han de ser iguales.
Bueno, así somos, humanos y con fragilidades: sabemos que el Señor nos ha elegido, nos ha dado su cariño especial, somos piedras vivas en la misma construcción que Él, y nosotros, sin embargo, nos creamos divisiones… Necesitamos encontrar, efectivamente, el buen camino, el verdadero camino.
Sí, necesitamos conocer bien el camino, el buen camino
Camino que, según el relato del Evangelio, parece que Jesús piensa que sus discípulos, tras tiempo ya con él, lo saben, lo conocen bien. Y les invita a vivir con paz y calma –no se turbe vuestro corazón-. Y les invita a vivir con fe —creed en Dios, creed también en mí-, afirmándoles que os prepararé sitio, os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y donde yo voy, ya sabéis el camino, termina diciéndoles.
Pero, Tomás, hablando en nombre de todos, hemos oído que dice: Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino? Intervención que desconcierta quizás, pero sincera: todavía andan desconcertados, todavía no han entendido bien, del todo, al Maestro.
Jesús responde –nos responde- sin titubeos: Yo soy el camino, y añade: y la verdad y la vida. Jesús se muestra –se nos muestra- como el gran maestro que puede transmitir seguridad total.
¿Es Jesús para nosotros Camino, Verdad y Vida?
Tres cosas que necesitamos profundamente todos nosotros:
Camino: En nosotros mismos, y en nuestro entorno a veces, vemos personas sin norte; personas buenas, pero sin saber adónde ir o qué quieren, sin tener sentido para su vida: ¡una pobreza muy fuerte! O en ocasiones vamos por un camino que no es el buen camino, nos despistamos: nos salimos de la pista, perdemos el norte: nos desnortamos…
Necesitamos camino, buen camino. Necesitamos al que es el Camino…
Verdad: La mentira, la falsedad, la calumnia, el insulto, la doble vida… se han instalado en los sillones de nuestro mundo: ¡se ve a las claras, no hay que demostrarlo! ¿Se han instalado también en nosotros? ¡Mucho ojo!
Necesitamos buscar la verdad, vivir en la verdad… buscar al que es la
Verdad, vivir en el que es la Verdad…
Vida: Y vamos en muchos momentos sin fuerzas, sin ganas, arrastrando los pies… Hay quienes caminan pareciendo sonámbulos, con horchata en las venas en vez de sangre en las venas… ¿Nosotros también?
Necesitamos vivir con vida plena, necesitamos vida… Necesitamos al que es la Vida.
= Necesitamos a Jesucristo, camino, verdad y vida.
Y él mismo nos llama así hoy: Yo soy el camino, la verdad y la vida.
¡Vamos a él! ¡Vamos con él!
Un gran apóstol que así lo vivió y así lo predicó, celebramos el día 10:
San Juan de Ávila, Apóstol de Andalucía.
Y María nos acompaña hacia su Hijo. ¡Bendita ella, que nos lleva a Él!
Antonio Aguilera