1. Dos mujeres de “diez”
Hemos encendido la 4ª vela del Adviento: estamos ya a las puertas de la Navidad. Y la liturgia de hoy nos propone un evangelio con dos personas muy “nuestras”, dos mujeres… impresionantes; según el relato de Lucas que acabamos de escuchar, podríamos decir que dos mujeres de “diez”, María e Isabel.
Dos mujeres en los extremos de la vida: Isabel, una anciana; y María, una joven; y ambas compartiendo el mismo proyecto de salvación de Dios. Las dos se encuentran en una sencilla aldea de Judá (quizás aldea tan pequeña que ni se da su nombre en el relato).
Las dos llamadas a ser madres, a dar vida; Dios las ha visitado y las ha llamado para dar vida: María lleva en su seno a Jesús, e Isabel lleva en su seno a Juan. Las dos mujeres han dicho “sí” a Dios y su disponibilidad será bendición para la humanidad entera.
Contemplamos cómo Dios se abre camino en la historia de los hombres a través de la sencillez de estas dos personas. Dios abre un futuro inédito contando con la colaboración de una joven virgen, vecina de una aldea perdida allá en Galilea (Nazaret); y contando con Isabel, mujer a la que sus vecinos tenían por estéril.
2. María e Isabel, ¿qué actitud tienen?
Evidentemente en ellas se ha producido una elección por parte de Dios, Dios ha derramado su gracia en ellas: la que era estéril, Isabel, ha podido engendrar un hijo en sus entrañas; la que es virgen, por obra del Espíritu Santo, tiene en su seno al Salvador.
Ambos embarazos, excelentes maravillas, han sido gracia de Dios.
Y ambas mujeres han respondido con mucha fidelidad a esta gracia divina:
María:
- Al mensajero de Dios, a Gabriel, le había dicho: Aquí está la esclava del Señor, que se haga en mí lo que Dios quiere.
- Luego ha sabido que su prima, Isabel, que vive allá en una aldea de la montaña, también está embarazada, es mayor, y puede necesitar ayuda. Y María se puso en camino y fue aprisa a la montaña … entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
- En María, por tanto, actitud de confianza plena en Dios y disponibilidad
ante Él; y actitud de servicio, prontamente y aprisa, a quien la necesita.
Isabel:
- Por una parte, reconocimiento humilde de quien es ella: ¿Quién soy yo par que me visite la madre de mi Señor? Yo no soy nadie, y sin embargo Dios me ha mirado con ternura, me ha concedido un hijo siendo estéril y ya anciana; y encima viene a mi casa a visitarme la madre del Salvador.
- Por otra parte, alabanza a María y al Niño que lleva dentro: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
- Y, finalizando, da una razón muy importante: Dichosa tú que has creído, porque lo que ha dicho el Señor se cumplirá. La fe es cimiento para todo lo grande que Dios está haciendo.
3. ¿Qué nos dice el Señor hoy a través de estas dos mujeres?
Estas dos mujeres van a dar a luz: al Mesías y al precursor. Pero, como todas las madres, además de dar a luz, nos dan siempre mucha luz. Creo que podemos contemplar, mirando hoy la Palabra de Dios, lo siguiente:
- Docilidad total ante Dios: viven diciendo gozosamente “sí” a lo que Dios quería de ellas. En esto, igual que Cristo ante el Padre, según dice la 2ª lectura: Me has preparado un cuerpo … y yo dije “aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad”.
- Y esa es la oblación, la ofrenda que Dios quería de su Hijo, de María y de Isabel, y que quiere de cada uno de nosotros: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad”. ¡Qué grandeza!
- En la pequeñez y en la sencillez: Ambas mujeres, dos mujeres sencillas y humildes; lo que hay grande en nosotras, insisten, es cosa de Dios. Pequeñez y sencillez también en sus respectivos lugares: una aldea llamada Nazaret y… una aldea de la montaña.
- En lo pequeño y desde lo pequeño Dios hace grandezas, decía el profeta Miqueas (1ª lectura): Tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel … Él pastoreará con la fuerza del Señor.
- En tu pequeñez y en tu sencillez, Dios hace maravillas. ¡Confía!
- Dando vida y sirviendo a los demás: Ambas mujeres van a ser madres, van a dar vida, por gracia de Dios. De ellas nacerán Juan y Jesús.
- Tú y yo también llevamos a Jesús, su vida, su mensaje, a otras personas, lo hacemos nacer en otras personas. ¡Ojalá que lo llevemos a todas las personas con quienes nos relacionamos… en casa, entre los amigos, entre los conocidos, con el que nos encontramos por casualidad!
- Y hemos de hacerlo, como María: Se puso en camino y fue aprisa a la montaña. Mi servicio a los demás, mi disponibilidad… ¿están siendo decididos y ágiles?
4. María, Madre, nos quiere llevar por este camino: Tú, confía y sirve.
Antonio Aguilera