1. Ya, a las puertas de Belén
Miramos el camino que hemos venido haciendo al preparar la llegada del Mesías, la llegada del Niño de Belén: hoy tenemos un nuevo personaje que aporta también lo suyo para esa preparación, es José, el esposo de María, un descendiente de David, carpintero en Nazaret.
En los domingos anteriores –recordamos un poco- otros personajes nos ayudaron a acercarnos a Belén, a ir construyendo la cuna, a ir preparándonos:
- Domingo 1º: Isaías, el profeta de la esperanza, con sus exhortaciones al gozo y a la alegría. Preparad los caminos del Señor: de las espadas, haced arados; de las lanzas, podaderas, nos insistía.
- Día de la Inmaculada: María, animándonos a la fe profunda y a la disponibilidad total: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
- Domingo 3º: el pasado domingo el evangelio nos presentaba a Juan el Bautista como el mensajero fiel, el precursor, hombre austero, hombre que vivía en la verdad, hombre que nos llamaba a la conversión.
Así, con Isaías, con María y con Juan el Bautista hemos ido haciendo camino hacia Belén, o, expresado de otra forma, hemos ido preparando hogar al Niño que esperamos.
¿Qué tal vamos por el camino? Dicho de otra manera, ¿cómo estamos haciendo ese camino? ¿Hemos roto lo que hería (las espadas y las lanzas) y lo hemos cambiado por lo que beneficia a los hermanos (los arados y las podaderas)? (Isaías). ¿Hemos depuesto nuestros egoísmos y nos hemos puesto con total disponibilidad ante Dios? (María). ¿Nos vamos convirtiendo y vamos viviendo en la austeridad, en la verdad y en los grandes valores? (Juan).
2. Hoy nos ayuda José
Pues bien, hoy que caminando ya estamos casi a las puertas de Belén, que avistamos los cerros y las colinas que rodean a la aldea, preguntamos a José cómo llegar bien a nuestro destino (o cómo ultimar bien la preparación que estamos haciendo). Le preguntamos cómo encontrarnos con el Em-manu-el, con el Dios-con-nosotros. Y le preguntamos a José por dos razones: él conoce el terreno, antepasados suyos eran de allí, Belén era el pueblo de David y José es descendencia de David; y, además, el evangelista Mateo nos dice que un ángel del Señor le ha anunciado a José un misterio grande, grande… ¿Cuál es?
¿Qué nos dice José?
- En José vemos que el Señor le ha hablado: Un ángel del Señor le dijo. Igual que un ángel del Señor le habló a María: José es también un elegido por Dios para su plan de salvación, y Dios le habla, le anuncia su plan.
- En José, según le dice el ángel, se expresa que el niño que va a nacer de María es Hijo de Dios, obra del E.S., y cumplimiento de lo que había dicho el profeta: de la Virgen nacería el Emmanuel, el Dios-con-nosotros.
- A José Dios le concede que ponga el nombre al niño: José va a ser el “padre” del Niño, el que lo entronque con toda la dinastía de David. El Mesías nacería de la dinastía de David.
- Y José le pondrá por nombre al niño Jesús = Salvador, porque él salvará a su pueblo de los pecados.
3. ¡Gran misión la de José!
La misión elegida por Dios para José es muy grande: todo lo anterior. Y por todo lo anterior, que José lo vive y lo lleva a cabo muy bien, José es:
- El hombre del silencio profundo ante un Dios que le desborda misteriosa-mente, el hombre de la escucha atenta al plan de Dios y de la disponibi-lidad grande.
- El hombre justo por antonomasia, porque vive cumpliendo fielmente lo que el Padre del cielo le pide.
= Oye, ¿somos nosotros personas de silencio profundo ante Dios, de escucha
atenta al plan de Dios y disponibles a lo que Dios quiera, como José?
¿Somos nosotros, como José, gente atenta y cuidadosa de Jesús y de María?
4. En esta andadura estamos nosotros
Pues sí, nos vamos acercando a Belén, ya a las puertas, en esta andadura estamos. Andadura de estos dos días que nos quedan para la Navidad que hemos de hacer con alegría y con gozo: No puede haber tristeza cuando nace la vida (San León Magno).
Nosotros tenemos motivos para el júbilo radiante, para la alegría plena y para la fiesta solemne: Dios se hace hombre y viene a habitar entre nosotros (Leornardo Boff).
Entremos en el misterio de Dios que hemos de contemplar, entremos en el silencio que tanto necesitamos, y, desde ahí, entremos en el compartir con los hermanos que esperan nuestra ayuda.
Oración-contemplación, silencio, y ser Cáritas para los que hoy están necesitados.
Y todo, mirando a María: ¿cómo lo hacías tú, Madre? Eso mismo queremos vivir y hacer nosotros, te lo pedimos.
Antonio Aguilera