A) Ambiente de Navidad
Lógicamente vivimos estos días con el trasfondo de un acontecimiento muy grande, acontecimiento que marcó un hito en la historia de los hombres: en todo nuestro entorno tenemos el “ambiente de la Navidad”. Navidad que venimos preparando en Adviento… Y ya…, a pesar de la pandemia y con alto riesgo para todos, casi con demasiada fiesta por todas partes. ¿Verdad?
Un acontecimiento grande se prepara, claro que sí. Y nos preparamos para ello. Pero hay tres formas de preparar la Navidad: la Navidad pagana, la Navidad que “preparo yo”, la Navidad preparada al estilo de María de Nazaret.
1) La Navidad pagana
Qué duda cabe que el ambiente navideño es bonito, precioso… Aunque este año lo viviremos muy condicionado por el virus…
Pero quizás estamos en el clima mundano del gasto, del despilfarro, de la preocupación por cuantos podemos reunirnos… de los regalos… Es decir, nos podemos quedar
-con cierta simbología cristiana: belenes, villancicos…
-pero Navidad a-religiosa, de gastos, de vaciedad: anticristiana…
Y, ¡ojo!, en esta dinámica, si nos descuidamos ¡caemos todos!
¿Y es que eso es malo? -Quedarse en ello y tenerlo como esencial es
ocultar, esconder, el nacimiento de Cristo…
-Y es pasar de los hermanos que están mal…
2) La Navidad que “preparo yo” = La casa que yo le preparo, le hago a Dios.
Ahondemos en la 1ª lectura
a) Cuando el rey David se estableció en el palacio, después de conquista la
ciudad de Jerusalén, quiso construir un templo para Dios.
-Parece una idea santa: ¿quién lo iba a dudar? Hasta el profeta Natán lo
vio bien: vete y haz lo que piensas, le dice el profeta al rey David.
-David aquí es hombre piadoso… hombre agradecido…: siente que es justo corresponder a Dios; para Dios lo primero: aromas, fiestas, danzas, coronas, … y un gran edificio, un templo.
A primera vista, postura santa y… repetida en la historia muchas veces.
b) Pero curiosamente el mismo Señor dice: No, así no. ¡Esto no! ¿Por qué?
- Eres tú el que, con tus fuerzas, quieres: construir a Dios el sitio… fijarle la residencia que a ti te conviene… regular los encuentros con él…
= Amarrar a Dios, controlar a Dios, o… “pagar” a Dios.
- Y Dios es más grande y más libre:
-Dios no “cobra” en cosas materiales…
-Dios no necesita nuestros palacios… Dios quiere otra cosa.
-Dios quiere otras vías: corazón contrito, nuevo, transformado…
- Al revés, por tanto: -No sirvo yo a Dios.
-Me ha servido él siempre: “Yo te saqué de los
apriscos”, yo te puse a andar… yo te di la fe…
-Yo te construyo a ti una casa.
¡Y nos construyó el verdadero templo: nos dio al Mesías de Nazaret, el
nacido en Belén!
- No es cuestión de decir nosotros a Dios: ¡Cuántas cosas te traigo!
Es cuestión de decirle: ¡Aquí estoy, Señor! Por tanto, 3ª forma:
3) Como María: Aquí estoy, Señor = Aquí está tu esclava, hágase en mí lo que
tú quieras, como tú quieras, cuando tú quieras.
¿Qué vemos en el Ev?
- Una ambientación sencilla: un pequeño pueblo (Nazaret)… en el silencio de una oración… una joven humilde que escucha a Dios…
Lo que realmente vale: pequeñez, silencio, humildad, escucha…
- Ahí llega la fuerza de Dios, el ángel “Gabriel”: -Es Dios con su fuerza,
-No yo con las mías…
La fuerza de todo un Dios embelesada en una humilde florecilla del
campo, aquella joven nazarena…
- Y Dios allí, así, feliz y repartiendo su gracia: alégrate, llena de gracia…
No temas…¡El Señor está contigo!
- Esa mujer abierta a la escucha de Dios, en el ambiente sano y sencillo… es el mejor templo para Dios, es la casa mejor preparada para el Mesías.
- Ahí el Espíritu de Dios trabaja: él se acerca, él la prepara… Y las entrañas de esa sencilla mujer se hacen fecundas, y nos dan lo mejor de todos los tiempos: el Salvador, el Mesías, el Señor.
B) Bueno, tres maneras, por tanto, de situarnos ante la Navidad
- Preparación pagana… / Preparación la que preparo yo, con mis fuerzas…
O preparación al estilo de María.
- Seguro que deseamos y buscamos esta tercera forma: con María y como ella; con un corazón sencillo y muy abierto… Y todo desde Dios…
- Y muy bien sabemos que para Dios nada hay imposible, dice el ángel.
- Por tanto, en estos días ya inmediatos a la Natividad del Señor, contem-plemos a María, conversemos con ella…
¡Vayamos de su mano!
Antonio Aguilera