Desde la Palabra de Dios
Hoy, Domingo de la Palabra de Dios, arrancamos desde ella, desde la Palabra de Dios: es el Señor que nos habla al corazón de cada cual hoy.
Y ahí observamos, en las lecturas escuchadas, dos focos que captan la atención:
1) El momento es apremiante (2ª lec. Pablo a Cor), el plazo se ha cumplido (Ev de Mc), dentro de 40 días Nínive será arrasada (1ª lec. prof. Jonás):
Por tanto, ¡convertíos y creed en el Evangelio!
Es invitación de Dios a que miremos la situación con hondura: no demos más plazos excusándonos, andemos ya a vivir en lo esencial.
2) Una llamada y una respuesta de radicalidad total:
Venid conmigo / Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Parándonos en ambas cosas, ¿qué puede decirnos esto a nosotros hoy?
El momento es apremiante
En primer lugar, “el momento es apremiante”:
- Los ninivitas, los habitantes de Nínive (capital de Asiria), habían dado muchos plazos excusándose ante Dios: así habían oprimido con su fuerza a los pueblos más pequeños (el imperio asirio aplastó y deportó a Israel), así habían vivido en la corrupción, así habían olvidado la verdad…
- En el evangelio, Jesús tiene de fondo la muerte de Juan el Bautista: profeta y más que profeta… Y a otros profetas enviados y asesinados…
El mensaje de Dios había llegado y muy pocos habían querido escuchar…
- Y eso, tantas y tantas veces… Por tanto, “el plazo se ha cumplido”.
- Nosotros personalmente, ¿cuántos plazos hemos dado al Señor? ¿Cuántas veces nos hemos excusado? ¿Cuántas y cuántas veces no acabamos de entregarnos por completo ni al Señor ni a los hermanos?
- Y nosotros como sociedad opulenta, ¿no seguimos levantando muros injustos? ¿No seguimos impidiendo la vida del más débil? ¿No seguimos haciendo, de muchas maneras, un mundo que excluye a la mayoría?
= Personal y socialmente tenemos mucho de que convertirnos…
Y Dios nos llama hoy a ello.
Su Palabra es hoy: “Convertíos y creed la Buena Noticia”.
Dios nos llama, y hay respuesta
Y en esa vivencia de conversión al Señor y de creer la Buena Noticia que es el evangelio, en esa actitud de nobleza y honradez que queremos vivir, se escuchan unas llamadas, escuchamos unas llamadas…
Es la voz del Señor que también a nosotros nos dice lo mismo que a Simón y a Andrés, a Santiago y a Juan, y nos lo actualiza:
- Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.
= Venid conmigo, que tengo una tarea especial para vosotros.
- Sed iglesia en salida… Sed iglesia madre de corazón abierto…
= Sed iglesia que escucha a otros, aprende de otros, acoge a otros…
Un Señor, Jesús, que al llamarnos a estar con él nos acepta como somos.
Escribía Saint Exupery: “Cuando un amigo viene a casa no es para decirme que soy cojo o manco o feo, sino para hacerme saber que es mi amigo y que me acepta con mi cojera y mi fealdad”.
Así el Señor. Él nos llama, quiere que experimentemos su cercanía por encima de nuestros defectos… Nos acepta con nuestras cojeras y fealdades…
Y desde esa cercanía, desde ese estar con él, nos invita a:
1) El despojo total: Jonás, de sus criterios; los discípulos de todo lo que les hacía dedicarse a otras tareas… dejan las redes, la familia… lo que sea…
2) Y a la misión, “pescadores de hombres”: llevar la Buena Noticia, la salud de Dios para todos; llevar el perdón; trabajar por la conversión…
Misión que hoy nos hace mirar a
- La unidad de los cristianos: Jesús decía a sus discípulos “Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia (cf. Jn 15,5-9). En estos días, 18 al 25, estamos en la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Oremos con intensidad por este gran reto que tenemos por delante…
- La Palabra de Dios: La iglesia nos propone este domingo como Domingo de la Palabra de Dios.Empaparnos de la Palabra de Dios, orientar nuestra vida desde ella y llevarla a todas las gentes (a familia, vecinos, amigos… Acerquémosles un libro del Evangelio, ayudémosles a orar con la Palabra de Dios… Gran riqueza para sus vidas y gran alimento).
- Y curiosamente, el papa Francisco nos escribe que “No se trata de una mera coincidencia temporal celebrar el ‘Domingo de la Palabra de Dios’ (y la Semana de oración por la unidad de los cristianos), sino que expresa un valor ecuménico, porque la Sagrada Escritura indica a los que se ponen en actitud de escucha el camino a seguir para llegar a una auténtica y sólida unidad” (Carta apostólica Aperuit illis, 3).
Ahora en el altar
Junto al pan y el vino, que el Señor transforma en su cuerpo y en su sangre, le ofrecemos ahora nuestra vida personal, esas intenciones que cada uno hoy traemos para rezar por ellas y estos dos grandes asuntos de la iglesia entera: la unidad de todos los cristianos y crecer a la luz de la Palabra de Dios.
Antonio Aguilera