Domingo gaudete, domingo de la alegría
Puede que los mayores entendidos en cosas de iglesia, entendidos en liturgia, recuerden que hace años, cuando la Misa se celebraba en latín, se comenzaba la Eucaristía de este domingo 3º de Adviento con una antífona de entrada que decía “Gaudete in Domino semper, iterum dico, gaudete”. Son palabras de Pablo, en su carta a los filipenses (4,4), y significan “Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres”. Por ello, a este domingo le llamamos domingo gaudete (= gaudete: alegraos).
¿Cuáles son los motivos para la alegría? Los hay, ¡claro que los hay! Cada uno de nosotros, las comunidades parroquiales y la iglesia entera nos vamos acercando al momento de la Navidad, a esa fecha que nos rememora el gran acontecimiento de que Dios se hace hombre y viene a vivir, como uno de tantos, entre nosotros, trayéndonos la salvación a todos.
Saber que la salvación está a las puertas, que el Salvador llega, es excelente motivo para el gozo y la alegría. Y esa celebración la tendremos en muy pocos días ya. Por ello nos brota el gozo e insistimos en la preparación, en el camino de preparación que estamos llevando. Preparad los caminos del Señor, se nos insiste en estas semanas, y en ello estamos. Continuamos preparando la cuna para el Niño, preparamos nuestra casa (motivos religiosos de Navidad hay en muchos hogares) y preparamos nuestro interior.
Isaías anuncia, Jesús realiza
La primera lectura que hemos escuchado, de Isaías, es un anuncio de esperanza y de gozo. Al pueblo en el destierro se le anuncia que volverán a su tierra y ese volver será un volver con gozo, con alegría, con fortaleza, a través de un desierto que se transforma para que aquellos desterrados puedan rehacer sus vidas, recuperar sus tierras, cantar en su ciudad: Vendrán a Sión con cánticos.
Juan el Bautista escucha, del mismo Jesús, que aquel anuncio se ha realizado: Juan, estando en la cárcel, ha escuchado lo que se dice de Jesús y envía a sus discípulos a preguntarle: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Y Jesús no les da una respuesta teórica, sino que los invita a constatar: ¿qué decía Isaías?, ¿qué estáis viendo? Y podemos comparar:
Isaías dijo: Se despegarán los ojos del ciego, Con Jesús: Los ciegos ven,
los oídos del sordo se abrirán, Id. los sordos oyen,
saltará como un ciervo el cojo. Id. los inválidos andan.
Con Jesús, con la llegada del Mesías anunciado, hay un salto enorme, un salto cualitativo. Y se va a hacer realidad en nosotros. Por tanto, digamos con Isaías (lec 1ª) a los cobardes: sed fuertes, no temáis, mirad a vuestro Dios que llega, que os transformará.
Transformación en Juan Bautista
Juan, uno de los hombres más grandes en esa vivencia de hombre de Dios, de hombre honrado y de hombre al servicio de la verdad: Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista. Por decir y vivir en la verdad estaba en la cárcel. Y Jesús, reconociéndolo como el precursor que prepara el camino del evangelio, nos lo pone hoy como modelo a seguir: es hombre de convicción honda: no es una caña sacudida en el desierto por los vientos que soplan; es hombre de austeridad: no está vestido de lujo en los palacios…
Alegría a la que se nos llama hoy, porque el Mesías trae la salvación anunciada; Juan el Bautista como hombre en la verdad, en la austeridad, en la coherencia de vida…
Avanzamos en el camino de preparación, en el camino de Adviento
Isaías, en este tiempo: Preparad el camino del Señor, allanad sus sendas.
Inmaculada: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí… Disponibilidad.
Juan Bautista, hoy: el precursor, el hombre fiel, la honradez, la verdad…
Con estos personajes, desde el gozo y la alegría de este domingo 3º de adviento, ¿cómo voy yo acrecentando mi conversión de vida?
Esa alegría, esa honradez, esa austeridad, esa coherencia de vida, ese vivir en la verdad, ¿cómo van creciendo en mí en estos días?
¿Soy yo testimonio de alegría auténtica para los demás? Tengo, tenemos un gran peligro: quedarnos en la alegría barata, bullanguera, superficial; quedar-nos en la alegría de los dulces, de los regalos, de las luces…
- Eso sería convertir nuestra Natividad de Dios en una fiesta pagana…
- Eso sería reírnos estúpidamente de la realidad del Dios que nace, y de la realidad de los hermanos que nos necesitan.
¡Vamos a vivir la alegría profunda y gratuita que nos da Dios!
Y, a la vez, la alegría compasiva, entregada y sacrificada de quienes piensan en los demás. La alegría solidaria de quienes dicen, de manera sencilla:
Voy a orar, releer el evangelio, mirar y contemplar los personajes…
Voy a hacer cuentas: -¿Qué pensaba gastar en mí, en los míos?
-De esto, ¿qué no es necesario?
-Esta parte sea solidaridad con los hermanos.
¡Que Dios nos lo conceda!
¡Que vivamos en plena coherencia! ¡Que seamos del Dios que nace!
Antonio Aguilera