1. Un lenguaje apocalíptico
Acabamos de escuchar un trozo del evangelio en el que se nos habla con un lenguaje extraño para nosotros hoy: el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán…
Es, como digo, un lenguaje extraño para nosotros hoy, pero bastante frecuente en la antigüedad: es el lenguaje apocalíptico.
Y es que al hablar utilizamos distintos lenguajes, distintas formas para expresar, en ocasiones, una misma idea. Un ejemplo, una recién madre al hablar, feliz, puede decir, con una forma narrativa:
- He dado a luz un hijo precioso, grande, con los ojos azules, pesa tres kilos, mucho pelo… Me encanta mi hijo, lo quiero muchísimo.
- O puede decir, con una forma poética, lírica: He dado a luz un sol, he dado a luz un cielo, he dado a luz un tesoro…
En ambos casos, evidentemente, la madre está indicando lo mismo: ha tenido un hijo, que para ella es lo mejor del mundo y que lo quiere mucho. Pero lo ha dicho con formas literarias distintas: una forma narrativa, otra poética.
Pues así el evangelio de hoy: nos quiere transmitir un mensaje con unas formas literarias de tipo apocalíptico. La apocalíptica nos habla con ese lenguaje de que el sol se hará tinieblas, las estrellas se caerán…queriéndonos decir
- Que todo lo de este mundo pasará, que caerá este mundo viejo con todos sus poderes, con todos los que se creen sus soles, sus estrellas, sus astros… Acabarán el tiempo presente y todos sus poderes injustos.
- Y que irrumpirá un mundo nuevo, Reino de Dios, con Jesucristo, el Hijo del hombre, como único Señor. Con la venida de Jesucristo al final de los tiempos, viviremos un reino nuevo.
2. Lenguaje, símbolos… mensaje, convicciones
Con este lenguaje del evangelio que hemos escuchado hoy, el evangelista quiere levantarnos la esperanza frente a tantas angustias y nos quiere recalcar un mensaje de varias convicciones:
- 1ª: La historia cruda, el tiempo en que unos somos lobos para otros, en que predominan el poder y el orgullo… llegará a su fin. Esta vida en sus crueldades, abusos, injusticias y mentiras no es para siempre. ¡Acabará!
- 2ª: Jesús volverá y sus seguidores podremos verlo, por fin, como Señor de la historia, como Dios único: Verán venir al Hijo del hombre, dice el evangelio. Ese Hijo del hombre es Jesús, el Señor, Jesucristo que lo iluminará todo y para siempre, poniendo verdad, justicia y paz.
- 3ª: Jesús traerá consigo la salvación de Dios. Llega con el poder salvador del Padre. Jesús viene para reunir a sus elegidos, los que esperan/esperamos con fe su salvación.
- 4ª: Este mundo tendrá su fin, todo acabará, todo pasará, pero la palabra del Señor no pasará nunca, su fidelidad tampoco, ni su amor a los hombres tampoco: El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.
= Es decir, hay un grito de vida nueva, una llamada fuerte a la esperanza. El tiempo presente, en todas sus durezas, lo superaremos, porque Cristo volverá en su poder y gloria, convocará a sus elegidos y Él será el nuevo Sol, la Luz de todos los hombres. En Él y con Él viviremos la salvación.
= Esperanza, por tanto, total en el Señor, Él es fiel y su palabra es verdad.
3. Esperanza que vivimos en iglesia, Jornada Mundial de los Pobres
Esa esperanza grande y esa certeza en la palabra del Señor nosotros la queremos vivir hoy mirando, escuchando y atendiendo al mundo de los pobres. Celebramos hoy en toda la iglesia la V Jornada Mundial de los Pobres. El papa Francisco nos insiste una vez más en que acoger el clamor del pobre, sintonizar con su condición y darle la respuesta que Dios quiere es columna central de la evangelización, columna central de la vida de la iglesia.
El lema de esta V Jornada es A los pobres los tenéis siempre con vosotros (Mt 14,7). Siempre y de muy diversas maneras, porque pobrezas hay de muchos tipos: la tristeza, la soledad, la exclusión, los atropellados en su dignidad humana, los perseguidos, los oprimidos por políticas inhumanas, los que no tienen qué comer, los sin-techo, los que nos llegan en las pateras, los que ahora están en la frontera de Bielorrusia con Polonia, etc., etc.
Estos pobres desde sus pobrezas gritan, y Dios escucha. Instrumentos de Dios hoy para escucharlos somos cada uno de los hijos de Dios, cada uno de nosotros: poniéndonos al servicio de los pobres, nos convertimos en instrumentos de salvación en las manos de Dios. Y Francisco nos pide hoy que nos acerquemos a los más necesitados en sus sufrimientos e indigencias, en las condiciones tantas veces inhumanas en las que se ven obligados a vivir.
Oía anteanoche en radio, del Consiliario de Cáritas Española, dos formas que están al alcance de todos nosotros:
- Reconocer al pobre como persona.
- Escucharlo, conversar con él.
Ambas cosas podemos llevarlas a cabo todos nosotros, ¿verdad que sí? Pues que sepamos acercarnos en esta semana a cada hermano pobre que nos encontremos. Que en él está Jesucristo que nos llama… y necesita hablar…
Antonio Aguilera