1. Velad, porque no sabéis ni el día ni la hora
Nos acercamos al final del año litúrgico, a la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, que será dentro de dos domingos. Ante esta inminencia, la Palabra que se proclama en estos domingos es una llamada a estar preparados para el encuentro definitivo con Jesús, Señor de nuestra vida.
Hoy se nos ofrece la parábola de las diez doncellas, el próximo domingo la de los talentos, y finalmente, en la fiesta de Cristo Rey, veremos la más impresionante de estas tres, la parábola del juicio final, con Cristo Rey juzgando a todos los hombres. En los tres casos, en las tres parábolas, se nos va a indicar que el final de los tiempos llega (y el final de tu vida llega), y es necesario estar preparados para ello; por la tanto: vigilancia, buen uso de los dones que tenemos y responsabilidad en lo que hemos de hacer cada cual.
El evangelio de hoy ha concluido diciendo: Por tanto, velad, porque no sabéis ni el día ni la hora. La parábola que hemos escuchado está narrada con la intención de que caigamos en la cuenta de que la irrupción definitiva del Reino de Dios exige del creyente estar preparado, en vela, para acoger ese Reino y entrar en él, entrar en ese banquete de bodas.
2. Un cortejo nupcial judío
Conocemos un poco los usos de las bodas judías en los tiempos de Jesús. Lo habitual era que la boda se celebrara en la casa del novio. Éste acudía a la casa de la novia para recogerla y llevarla a la casa de él. En esta ceremonia, el novio era recibido por muchachas que acompañaban a los novios desde la casa paterna de la novia a su futuro hogar, la casa del novio. Este recorrido se hacía de noche, y por ello se preparaba un cortejo con lámparas de aceite.
Para entender bien la parábola, veamos el reparto de papeles y su significado:
- El banquete de bodas, es el Reino de Dios.
- El esposo, el novio, cuya venida se espera, es Cristo.
- Las 10 doncellas nos representan a nosotros, a la comunidad cristiana,
que espera la venida del Señor a nuestras vidas.
- La llegada repentina del novio, es la hora imprevisible del Señor.
- La admisión o rechazo al banquete, es la consecuencia de nuestra actitud:
¿estamos con las lámparas encendidas o nos hemos descuidado en
la tarea?
Los plazos de llegada del Señor no son muchas veces los previstos por nosotros: el Señor es él y él marca los momentos. La espera en ocasiones se hace larga, incluso pesada, y podemos descuidarnos: la mitad de aquellas doncellas se descuidaron, y no vale ahora que los otros me resuelvan el problema –que las otras me den de su aceite-, ante Dios la responsabilidad es personal.
3. Responsabilidad personal, atención, vigilancia: en dos planos
Cierto, la parábola creo que nos está llamando a cada cual hoy a la responsabilidad personal; a estar atentos a la tarea, a la misión que el Señor nos ha encomendado en la vida; a estar siempre vigilantes. La responsa-bilidad personal no es sustituible por nadie: aquí no caben enchufismos, ni entrar porque tengo el carnet del partido, ni porque me cuela el portero, ni descargar mi trabajo en otro. De responder yo a Dios, el responsable soy yo: y ahí he de poner todo el empeño.
¿Esto se refiere al momento final de la vida, o al final de la historia?
La parábola nos indica la venida final de Jesucristo, al fin de los tiempos, claro que sí.
Pero sabemos que el Señor viene a mi vida, a nuestra vida, en muchas y muy diversas ocasiones, luego también se refiere a estar preparados, atentos y vigilantes a cada ocasión en que Dios pasa: cada ocasión tengo que aprovecharla, el tren pasa y no puedo perderlo.
4. Cómo aprovechar las ocasiones
¿Cómo aprovechar el tren que pasa, la ocasión que se presenta, Dios que me visita?
Buscando la sabiduría y viviendo en ella, nos dice la primera lectura (Sab 12,6ss). Vivir según la sabiduría de Dios, según el plan de Dios, según los criterios del evangelio.
Y hoy, concretamente, orando por nuestra Iglesia Diocesana, jornada que celebramos este domingo, sintiéndonos Orgullosos de nuestra fe. Y dando gracias al Señor por la actividad llevada a cabo en los últimos 12 meses: en que ha sido Iglesia celebrativa (5.053 Baut., 9.289 Confir., 5.448 Prim. Comu; 1.059 Matrim); con su Actividad educativa (75 centros concertados, 37.581 alumnos); con su actividad Caritativa y asistencial (205 centros, con 1.383 voluntarios, que han atendido a 49.724 personas), y con muchos otros servicios para llevar a cabo la obra evangelizadora que hemos de hacer. (Llévense el folleto Nuestra Iglesia).
Es motivo para dar gracias a Dios por la fe que vivimos y a las muchas buenas obras que nos lleva…
Es motivo para continuar implicándonos todos compartiendo hoy nuestros bienes, en ayuda y servicio para todas las necesidades de nuestra diócesis…
Y es motivo para orar a Dios: Haznos, Señor, la iglesia de Málaga que Tú quieres que seamos.
Antonio Aguilera