1. Acabamos de escuchar una escena del evangelio de Jesús, según nos la narra el evangelista Marcos: el encuentro de Jesús con el ciego Bartimeo y la curación de su ceguera.
Vamos a trasladarnos allí y a contemplar lo que ocurre.
¿Qué contemplamos?
Jesús y sus discípulos van camino de Jerusalén. En ese viaje han hecho una parada en Jericó, ciudad a unos 25 kms de Jerusalén. Reemprenden luego el viaje y recién saliendo del pueblo, un ciego, Bartimeo, está pidiendo limosna, “al borde del camino”, como había en la época tantos mendigos, pobres, lisiados… pidiendo algo para vivir.
Bartimeo está, dice el evangelista, “sentado” y “al borde del camino”. Como cualquier pobre ciego tiene pocas perspectivas para el día, ¡otro día más!
Ciego, una gran limitación. Además, pobre: tiene que pedir, depende de los otros. Por tanto, bastante al margen de la vida, “al borde del camino”.
Un pobre hombre ciego apenas puede valerse, es una gran debilidad, necesita ayuda. Así tanta gente en la vida, así nosotros también tantas veces… que caminamos ciegos.
2. Pero este hombre oye que pasa Jesús Nazareno, del que ya tiene referencias, ha escuchado sobre sus curaciones y sobre lo que piensan algunos de sus raíces: es el esperado, el hijo de David, el Mesías, dicen…
Y Bartimeo, con toda espontaneidad y frescura, sabiéndose necesitado y teniendo a mano a quien puede ayudarle, grita: “Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí”.
Unos miran sorprendidos, otros le regañan para que se calle… Pero ¿cuál es la actitud de Jesús tantas veces ante quien lo busca? Se para:
–Llamadlo… -¿Qué quieres que haga por ti?
-Maestro, que pueda ver, responde el pobre ciego.
-Anda, tu fe te ha curado.
Y al momento recobró la vista y “lo seguía por el camino”.
3. Ha habido dos cambios impresionantes: de ciego, a hombre que ve; y de estar sentado al borde del camino, a seguirlo por el camino.
Estas dos situaciones pueden ocurrirnos a cada uno de nosotros: de ser personas ciegas, a pasar a personas que vean; de estar un poco tirados al borde del camino, a ser personas que caminen con Jesús, que caminen, caminemos, con el Maestro.
4. ¿Qué ha ocurrido en medio? ¿Por qué se ha dado ese cambio?
Ha habido un encuentro de Jesús y aquel ciego, un encuentro realmente transformador. Quien se encuentra con Jesús se ve transformado, quien se deja tocar por el Maestro empieza a ser una criatura nueva. El encuentro de la fe: “Tu fe te ha curado”.
¿No estará aquí lo que realmente necesitamos nosotros? Encontrarnos con Jesús, acrecentar nuestra fe y escuchar su voz cercana que nos dice “¿Qué quieres que haga por ti?”
¿Cuándo te estás parando y encontrándote serenamente con el Señor? ¿Vives la oración personal, cada día?
¡Es imprescindible! Encontrémonos con él, llamémoslo: “Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí; Maestro, que pueda ver”.
Él está dispuesto a pararse con nosotros. En la 1ª lectura nos dice Jr: Gritad con alegría… que el Señor ha salvado a su pueblo… que nos saca de los lugares difíciles… que es un padre para cada uno de nosotros…
Y la segunda lectura, la carta a los Heb, nos pone a Jesucristo como “sacerdote mediador entre Dios y nosotros, nos representa ante el Padre.
5. Y tras ese encuentro, dos actitudes preciosas:
La del ciego: “soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús”…
Hemos de soltar muchas cosas y dar un salto hacia Jesús.
-¿Qué tienes tú que soltar? ¿Qué tengo yo que soltar?
-¿Qué te impide saltar hacia el Maestro que da luz y vida?
La de Jesús: pararse ante el necesitado y –¿Qué quieres que haga por ti?
El Maestro te dice hoy lo mismo: se ha parado contigo, te está pregun-tando por tu situación de vida… Démosle gracias, respondámosle…
6. Hermanos, así hay curación, así nos llega la luz…
Y el Señor está por que esto ocurra. ¡Vamos a estar con él, vamos a escucharlo! ¡Avivemos nuestra fe en Él!
7. Y vamos a actuar nosotros con los demás hermanos que nos encon-tremos a lo largo de la semana de la misma forma:
–“¿Qué quieres que haga por ti?”
Curados por el Señor, con fe profunda en Él, podemos ir curando.
Y de esta forma podemos seguirlo por el camino.
8. Y hoy, día del Domund: “Cuenta lo que has visto y oído”.
Has experimentado a Jesucristo, -¿qué vas contando de él?
-¿Cómo hacerlo esta semana?
Antonio Aguilera