1. Hoy es un día consagrado a nuestro Dios
Hemos escuchado en la primera lectura que un día, hace ya casi 27 siglos, hacia el año 515 aC, los judíos creyentes en Dios, después de haber sido liberados del destierro en Babilonia, estando ya en su tierra, se reúnen en el templo reconociendo que “Hoy es un día consagrado a nuestro Dios”.
En esa celebración festiva y gozosa, dan gracias a Dios y, dice el libro sagrado, en la 1ª lectura de hoy (Neh 8), que leyeron la Palabra del Señor.
También para nosotros hoy es un día consagrado al Señor, el Domingo. Y también nosotros hoy nos reunimos a escuchar la Palabra del Señor, a orar juntos y a orientar nuestra vida según vemos que el mismo Jesús, el Maestro, vivía.
2. Cómo orienta Jesús su vida, cuál es su programa
¿Cómo vivía Jesús? ¿Cómo orienta Jesús su vida?
Acabamos de escuchar el evangelio de Lucas. En el relato que se ha proclamado tenemos tres partes:
- 1,1-4: Lucas alude al fundamento histórico que tiene lo que él va a narrar en su evangelio. En estos primeros versículos de su escrito deja claro que cuando él escribe hay ya una tradición escrita sobre Jesús y que él –Lucas-, después de comprobarlo todo exactamente, va escribir su evangelio con orden y solidez.
- 4,14-15: Un resumen de lo que va haciendo Jesús en sus comienzos de vida pública, en Galilea: enseñaba en las sinagogas y su mensaje va siendo acogido. Y lo que hace, lo hace con la fuerza del Espíritu.
- 4,16-21: Llega al pueblo donde se había criado, Nazaret, es sábado y entra en la sinagoga, como era su costumbre; en el momento de las lecturas se levanta, le entregaron el libro del profeta Isaías, lo proclama y dice que “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír”.
¿Qué palabras del profeta Isaías ha proclamado Jesús? Nos fijamos en ellas, porque las ha tomado indicándonos: éste soy yo y esto es lo que yo voy a hacer. Releemos: “El Espíritu del Señor está sobre mí, él me ha…(seguir)
Encontramos en primer lugar quién es el Espíritu que lo anima, es el Espíritu de Dios: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido”. Jesús se sabe ungido por el Espíritu de Dios, impregnado por su fuerza; por eso sus seguidores le llamarán Cristo, que significa ungido.
A continuación, él, como Cristo, como ungido por el Espíritu, como Mesías, nos revela su plan, su programa, la misión a la que el Padre lo envía: “Me ha enviado a anunciar el Evangelio a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor”.
Es muy claro su programa: la salvación de Dios, la Buena Noticia de Dios, la quiere llevar a la humanidad más desvalida y necesitada: pobres, cautivos, ciegos y oprimidos. Su gran tarea es poner esperanza en los que más sufren. A ellos es a quienes más lleva en su corazón, ellos son –dice el mismo Jesús- los que más le preocupan.
3. Y Jesús, el Señor, cuenta para ello con cada uno de nosotros
“Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír”, continúa diciendo Jesús. Es decir, en él se lleva a cabo esta salvación que el Padre quiere.
Y Él hoy cuenta para ello con cada uno de nosotros. Francisco nos dice: “En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar” (EG 119); “En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero… es un agente evangelizador” (EG 120).
Esto exige de nosotros una “mística de ojos abiertos”, muy abiertos a la realidad que nos circunda, realidad de mucha gente que sufre.
Deber general de toda la iglesia, iglesia que (2ª lec. 1Cor 12,12ss) es un cuerpo con muchos miembros, y cada uno de nosotros somos un miembro de ese cuerpo. Todos nosotros tenemos algún don de Dios, todos servimos para algo o para mucho; en nuestra comunidad parroquial se ve muy bien: hay muchas personas, y todas son útiles en algo para el bien común de todos.
¿Qué necesitamos para vivir esto con fortaleza y decisión? Caer en la cuenta de que tú, y el otro, y yo… estamos ungidos por el Espíritu. Y el Espíritu nos empuja a vivir haciendo el bien a todos, allí donde quiera que estamos cada cual. Somos iglesia, un cuerpo con muchos miembros, y en el cuerpo nos necesitamos todos los miembros, todos somos útiles.
4. Hoy, de forma especial, teniendo de fondo:
- Oración por la Unidad de los Cristianos: La pretensión y la plegaria de Jesús es muy evidente: Que todos sean uno, como tú y yo, Padre, somos uno, para que el mundo crea… (Jn 17,21).
- Y teniendo muy presente, como nos indica el lema de este año, que “Hemos visto su estrella y venimos a adorarlo” (Mc 2,2-3).
Así que, desde el evangelio de hoy, sabiéndonos cuerpo de Cristo todos, tengamos muy presente que todos los cristianos necesitamos la unidad entre nosotros. Porque el Espíritu del Señor nos ha ungido…
Antonio Aguilera