Perplejidad, miedo…
Quizás una experiencia frecuente hoy en muchas personas, y en muchos de nosotros, sea la de la perplejidad, la del miedo, la de ver y no ver claro, la de querer pero no saber por dónde tirar, la de no atrevernos…
Y la experiencia del miedo y la perplejidad siempre nos hace anclarnos, no avanzar, no tomar iniciativas… Nos para y nos frena.
Experiencia que, además de en asuntos de salud actualmente, vivimos en asuntos personales; en asuntos de matrimonio, asuntos de pareja; en la toma de compromiso de por vida; en asuntos vocacionales… En muchos campos…
Bien, experiencia así, de perplejidad, de miedo… tuvieron los discípulos del Señor, los apóstoles todos –antes también los profetas y los grandes creyentes del Antiguo Testamento–. En los relatos evangélicos de estos días de Pascua vemos que
- María Magdalena y otras mujeres habían llegado diciendo que Jesús estaba vivo…
- Pedro y Juan habían ido al sepulcro y su testimonio es que allí no estaba.
- Los dos discípulos de Emaús contaban lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido a Jesús al partir el pan (inicio del evangelio de hoy).
Es decir, los discípulos, de una manera o de otra, habían recibido varios testimonios ya de que estaba vivo; de que, por tanto, podían liberarse del miedo que los atenazaba; testimonios de que lo del Maestro no había fracasado, como al principio pensaron… huyendo unos, negándolo otros, desapareciendo los más…
El testimonio de que había resucitado y estaba vivo, les había llegado.
El testimonio de que está vivo entre nosotros, nos ha llegado.
Pero Tomás no lo creía, recordemos el evangelio del domingo pasado:
Si no veo los agujeros… Si no meto mi dedo en sus llagas…
Hoy se aparece Jesús en medio de ellos, y sorpresa, miedo…
Un fantasma… Quizás sea un fantasma… Creían ver un fantasma…
Experiencia del miedo, de la perplejidad, del no atreverse…
= Les ocurría a los primeros discípulos y nos ocurre igual a nosotros hoy.
Superación del miedo
Observemos cómo se fue superando aquel miedo entonces:
- Los dos discípulos de Emaús: conversación prolongada con Él por el camino, escucha de la Palabra al explicarles las Escrituras, partir el pan…
- Tomás: –Mete tu dedo en mi llaga… –¡Señor mío y Dios mío!
- Ev de hoy: –Mirad mis manos y mis pies… –Palpadme y daos cuenta…
–¿Tenéis algo de comer?… Y comieron juntos…
= Es decir, la solución para superar aquellos miedos, vencer la perplejidad, vivir con gozo y pasión la Buena Noticia, y tomar decisiones, ¿dónde estaba?
- En el encuentro personal, en el trato personal, en el palpadme
y daos cuenta.
- San Manuel González escribía en uno de sus preciosos libros que, hablando con unos hombres del mar en Fuengirola, les preguntó:
–¿Queréis al Señor?
Y contestó un marengo: –Pa querello hay que rosallo.
- Francisco en su Exhortación Apostólica “La alegría del Evangelio” (Evangelii Gaudium), nos insiste mucho en el encuentro con Jesús:
-La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los
que se encuentran con Jesús… (EG 1).
-Invito a cada cristiano […] a renovar ahora mismo su encuentro
personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse
encontrar por Él […]
Él nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez… (EG 3).
-El encuentro personal con el amor de Jesús nos salva […]
¡Cuánto bien nos hace que Él vuelva a tocar nuestra existencia…
(EG 264-267).
= Es muy claro: los primeros discípulos superan sus miedos en el trato con el
Maestro… Encontrándose con Él y tratando con Él…
Nosotros superaremos miedos, dudas, anquilosamientos, indecisiones en el
trato personal con Él, en la escucha de la Palabra, en la Eucaristía …
Y desde el trato personal con el Señor, testigos nosotros en la vida
- Vosotros sois testigos de esto (así termina el evangelio de hoy).
- Así se explica el empuje de Pedro (1ª lec): Vosotros lo rechazasteis…
Y Pedro expone el mensaje ante todo el pueblo y ante las autoridades…
= Está claro: a quien se encuentra con el Señor, ¡no hay quien lo pare!
Él sale a nuestro encuentro: ¡vamos a encontrarnos con Él!
Antonio Aguilera