1. Dos jóvenes buscando… ser los primeros
Jesús y los discípulos van camino de Jerusalén. Subir de los llanos de Galilea a la colina de Sión, en Judea, donde se asienta la ciudad de Jerusalén, es un itinerario geográfico, por supuesto. Pero es mucho más, es también un itinerario de aprendizaje: “subir a Jerusalén” es ir comprendiendo que el mesianismo de Cristo es distinto del que había en la cabeza de muchos judíos; esperaban un Mesías poderoso, y éste que ha llegado va a ser uno más entre ellos; esperaban gloria y honor, y este Mesías sube a Jerusalén, lugar donde lavará los pies de los discípulos y entregará la vida… En vez de gloria y honor, va a ser servidor de todos, hasta dar su sangre en la cruz.
Jesús quiere ir enseñando este distinto camino mesiánico a los discípulos, pretende que lo vayan comprendiendo, pero ellos tienen la mente embotada, ese camino ni lo huelen.
En la escena vemos, primeramente, a Santiago y Juan: “Maestro, concédenos en tu reino sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Es decir, sitúanos bien, y danos los puestos principales. Y lo piden con decisión.
Hay diálogo, Jesús les frena: “No sabéis lo que pedís: ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo que yo me voy a bautizar?” Ellos dos, decididamente, contestan que sí: “Sí, lo somos”. Es el impulso del entusiasmo, del vamos contigo.
Jesús les deja claro que de lo del puesto no importa: eso es cosa del Padre Dios, nos lo tiene ya preparado a cada cual. Hablemos del “ahora”.
2. Los diez restantes se indignan…
Santiago y Juan quieren los primeros puestos, los lugares de honor, está claro. Los demás han escuchado, y no están ni mucho menos con mejor actitud: se han picado y se han indignado con la petición de los dos hermanos; dice el evangelista: “Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan”.
O sea, ¡que todos querían el primer puesto! La escena es escandalosa: disposición a seguir el estilo de Jesús, ninguna; a por primeros puestos, ¡todos!
3. Jesús los reúne a todos y clarifica
Releer: Sabéis… Vosotros nada de eso… Porque el Hijo del hombre…
Jesús, por tanto, lo dejó muy clarito:
- Seguirme a mí no es ser “grande”, es ser el servidor de todos.
- El Hijo del hombre ha venido para servir y dar su vida por todos.
- Y la 1ª lectura, de Isaías, nos habla de que la salvación viene por el “Siervo” de Yahvé, figura del Mesías que habría de venir. Mesías-siervo.
¡Cuánto debió sorprender esto! Ser grande es ser el siervo de todos, el servidor de todos. Cambio total de mentalidad, entonces y hoy.
4. Hoy nosotros
El Evangelio es para contemplarlo… y para aplicarlo a:
- A) Iglesia entera
Para servir nació la Iglesia, y bien claro nos lo dice, día tras día, el papa Francisco: salir de nosotros y llegar a todas las periferias (EG 20), involucrarse en la problemática de los que sufren (EG 23), lavar los pies de la gente…
Y gracias a Dios se hace: sólo Cáritas española cuenta con alrededor de 75.000 voluntarios, y cuantísimos más catequistas hay. Se sirve así a la gente en sus necesidades externas y en sus necesidades formativas y espirituales.
“Las comunidades cristianas están escribiendo entre nosotros una hermosa página de solidaridad y caridad” (“Iglesia, servidora de los pobres”, pg 9).
- B) Misioneros (Domund-2024: “Id e invitad a todos al banquete”)
Más de 12.000 misioneros españoles hay esparcidos por el mundo entregando su vida a los demás, llevando el evangelio, ayudando a la gente. Y si donde están hay un conflicto de guerra, de persecución o de hambre, allí permanecen con los nativos, son de ellos, no se vienen. Servidores.
Hoy especialmente los recordamos, día del DOMUND, Jornada mundial de la Propagación de la Fe. Y oramos por ellos, y compartimos nuestro dinero.
- C) Nuestros catequistas (“Don recibido, don compartido”) … y nosotros
Hoy, en todas las parroquias de nuestra diócesis: Bendición y envío de catequistas. ¡Qué grande servir la fe a otros! ¡Qué grande ayudar a conocer al Padre Dios, que nos quiere; al Hijo Jesucristo, en quien siempre encontramos camino, verdad y vida; al Espíritu, que nos impulsa con su fuerza!
¡Qué preciosa misión tienen los catequistas en una comunidad de fe! Anuncian lo más grande, anuncian al mismo Dios y ayudan a encontrarse con Él! Con más de 5.000 catequistas cuenta nuestra diócesis, para niños, jóvenes y adultos.
Hermanos, agradezcamos y oremos por nuestros catequistas.
Y todos nosotros: seamos servidores todos nosotros, donde quiera que estemos. Lo hemos escuchado del Maestro: “Entre vosotros, el que quiera ser grande, sea el servidor; y el que quiera ser el primero, sea el esclavo de todos”.
5. Por tanto, hermanos:
Agradezcamos y oremos por nuestros misioneros.
Agradezcamos y oremos por nuestros catequistas.
Antonio Aguilera