1. “El mirar de Dios es amar” (Juan de la Cruz)
Hermanos, a pesar de la pandemia… a pesar de las dificultades de la vida, problemas, limitaciones… ¡vivamos con gozo y con profunda alegría siempre!
¿Por qué vivir con gozo y con alegría? Porque somos pueblo de Dios: Dios mira constantemente a su pueblo, y el mirar de Dios es amar. Dios, por tanto, mira y ama a su pueblo. En Dios está la dimensión del amor universal.
En la 1ª lectura, Isaías nos presenta a Dios como quien “quitará el oprobio de su pueblo, quien alejará de él todo mal…, quien enjugará las lágrimas de todos los rostros…, quien aniquilará la muerte” (Is 25,6ss).
= Dios mira a su pueblo, quiere a su pueblo, ama a su pueblo.
Y ese Dios, según el profeta, ha asentado su presencia entre nosotros:
- En el monte Sión: no el más alto, pero sí el lugar de su presencia;
- Y ahí con dimensión universal: ahí su llamada a todos los hombres.
2. Y ese Dios que ama universalmente, es un Dios que invita: nos invita
Nos invita a una fiesta de bodas, según el evangelio escuchado:
- Nos indica que el R. de D. es semejante a un banquete de bodas.
- Fiesta de bodas: -fiesta de alegría y gozo, de celebración del amor;
-fiesta tras la que hombre y mujer, amándose,
engendran vida.
= El R. de D. es semejante a gozo, alegría amor, vida nueva…
Y Jesús los expresa con la parábola del rey (=Dios) que celebraba la boda de su hijo (=Jesucristo) y llama a los invitados (=nosotros):
- El banquete está preparado: “un festín de manjares suculentos y vinos de solera”, dice el profeta Isaías en la 1ª lectura.
- Se avisa a los convidados que previsiblemente irían: aquel pueblo
cercano (=hoy, cada uno de nosotros, ¿verdad?).
- Pero, sorpresa: ¡no quisieron ir!
- Insistencia: muestra del amor de Dios… Envía a otros servidores a
llamar… = Nos insiste Dios por segunda vez…
- Pero tampoco: “Los convidados no hicieron caso”.
- ¿Qué hicieron? –Mis tierras, mis negocios, mis intereses…
= Cambiaron el banquete al que se les invitaba
por un plato de lentejas (lo de Esaú…).
Se fueron a “lo suyo”, a lo que creían “seguro”…
¡Cuántas veces también nosotros, frente a la llamada de Dios, no nos fiamos de él y nos vamos a “lo mío”!
Más aún: “Echaron mano a los criados y los maltrataron hasta
matarlos” = Así a los profetas, entonces…
Así hacemos nosotros hoy también con otros…
Pero la parábola continúa: Dios no desiste, Dios insiste, sigue llamando:
- Por todas partes: “Id a los cruces de caminos”…
“Invitad a todos los que encontréis…”
= ¡Gracias, Señor! En esos cruces de caminos, sin saber para dónde
tirar, estábamos nosotros, estaba yo.
- “Y el banquete se llenó de comensales” Dios sigue llamando -siempre,
-a todos.
3. Pide colaboración
Dios prepara el banquete, llama, nos invita, nos insiste… y sencillamente pide una pequeña colaboración: ir con el traje adecuado.
¿Cuál es eltraje adecuado para estar en el festín de Dios?
- Es el vestido de la vida sencilla y austera, Pablo en la 2ª lectura:
“Sé vivir en pobreza y en abundancia…
“Estoy entrenado en todo y para todo” (Flp 4,12ss).
- Es el traje de tener a Cristo por centro:
“Todo lo puedo en aquel que me conforta”.
- Es, en otras palabras, el traje de la justicia, de la fraternidad y la amistad social (Fratelli tutti, 2) de la responsabilidad, del servicio…
- Es el traje de Mt 25: -Tuve hambre y… Tuve sed y… Fui forastero y…
- Es el traje de Jn 13: -Les lavó los pies…
-Amaos los unos a los otros como yo os he amado.
Es el traje de la disponibilidad total…
¡Qué bien lo decía Teresa de Jesús (día 15, fiesta) en su poema
Vuestra soy, para vos nací, / ¿qué mandáis hacer de mí?
4. Y ese traje de buenas obras hemos de concretarlo
- ¿Abro yo mi corazón cada día a lo que Dios me pide, a su llamada?
- ¿Estoy viviendo en lo auténtico y en lo verdadero…?
¿O continúo amarrado a “mis”… “mis”… “mis”… ¡mis naderías!?
- ¿Abro yo los ojos a una dimensión universal? -Muchos me necesitan…
-Yo he de salir de mí…
= Estoy llamado -a vivir con el Señor,
-a ser buen hijo de Dios y buen hermano de todos.
Antonio Aguilera