1. Siempre agradecidos
Una pequeña anécdota: de jovencillo, en el Seminario tuve un formador de quien me impactaba mucho un detalle suyo: siempre pedía las cosas “por favor” y siempre terminaba dando las “gracias”. Ej: en la mesa… Él hablaba fino, venía de Madrid, y yo, ingenuo, pensaba que eso lo hacía por fino, porque venía de Madrid… Poco a poco fui viendo que no lo hacía por finura absurda, sino porque le salía de dentro; y luego vi que le salía de dentro porque… ¡es lógico que seamos agradecidos! Siempre y en todo, muy agradecidos… ¡Cuánto tenemos todos que agradecer a Dios y a tanta gente!
Pues bien, la Palabra de Dios hoy nos plantea la actitud de agradecimiento, presentándonos en la 1ª lectura y en el evangelio a varios leprosos:
2. En la 1ª lectura: Naamán, el sirio
El primero, Naamán (1ª lectura), es un grande de la corte de Siria. Sufre la enfermedad de lepra; por una muchacha, israelita ella y sirvienta en su casa, se entera de que en Israel hay un profeta, Eliseo, que proclama el mensaje del Dios Yahvé y que, según dice ella, puede curar la enfermedad. Naamán va a Israel, lleva a cabo lo que le pide Eliseo y queda curado (Invito a leer el relato completo, muy bonito, en el libro 2º de los Reyes, cap. 5).
Una vez curado, reconoce que Yahvé es el verdadero Dios y da las gracias al profeta: volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo:
-reconozco que no hay Dios en toda la tierra como Yahvé,
-acepta un regalo de tu servidor.
Ha recibido un don, una curación… Reconoce el poder de Dios y agradece lo que Dios ha hecho con él.
Curiosamente Naamán es un pagano, no es del pueblo judío, no era seguidor de Yahvé, del Dios de Israel.
3. En el evangelio, 10 leprosos
En el tiempo de Jesús sabemos muy bien que la lepra era enfermedad frecuente y que el leproso era un marginado social y un marginado religioso:
- Esa enfermedad ya era mala en sí, y contagiosa: el leproso, por tanto, era un apestado, tenía que vivir fuera de la ciudad, y no podía mezclarse con las personas sanas: podía contagiarlas. Marginación social.
- Además, la enfermedad se consideraba efecto del pecado, luego había que excomulgarlo de la comunidad religiosa… Marginación religiosa.
= Enfermo, impuro, alejado de todos y… excomulgado.
Pero ¿cómo actuaría Cristo con aquellos marginados, que diez leprosos, a pesar de estar obligados a alejarse de la gente, se atreven a acercarse a Él? Se acercan y los cura. Curados los diez, se van…Uno vuelve a dar las gracias: uno, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole las gracias. Éste era un samaritano.
No nos fijemos ahora en los nueve que se olvidan de quién los curó. Alabemos la actitud del que volvió agradeciendo. Y aprendamos esa actitud.
= Agradecimiento ante la curación de nuestras lepras.
4. Ir al que es la fuente de nuestros dones
También nosotros hemos tenido o tenemos nuestras “lepras”, y el Señor nos cura, nos va curando de ellas. El Señor es la fuente de los dones que recibimos: ¡vayamos a Él! Como Naamán el sirio volvió a Eliseo para agradecer su curación, y como aquel leproso samaritano del evangelio, que también volvió a Jesús para agradecer su curación, seamos nosotros igualmente agradecidos.
Desde muy pequeños se nos enseñó que cuando alguien nos regala algo hay que decir “gracias”. Lo mismo recoge la tradición popular, nuestro refranero: “Es de bien nacidos ser agradecidos”.
Reflexionemos cuántas gracias hemos de dar a Dios, por tantos regalos suyos… Aquel leproso samaritano del evangelio vive la curación que Jesús le ha hecho como un regalo inmerecido y vuelve a dar las gracias. Tampoco nosotros merecemos todo el bien que el Señor nos hace: caigamos cada día a sus pies diciéndole “gracias, Señor”.
Y hay más todavía: a aquel extranjero que ha vuelto a dar las gracias a Jesús, ¿qué le dice Jesús? Le dice: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado”.
La respuesta de Jesús ante la actitud de agradecimiento va mucho más allá de lo previsto: no solo estás curado, tú estás salvado… Por tanto, “levántate”, toma tu dignidad de hijo porque te has encontrado con un Dios que es Padre y quiere que todos, judíos y samaritanos, seamos sus hijos y vivamos como hermanos de igual dignidad.
Es decir: Dios nos acepta, nos cura, levanta nuestra dignidad cada vez que nos acercamos a Él… y nos salva… Jesús cura y salva íntegramente…
Hay muchos motivos para agradecer… ¿verdad?
Repasemos un poco nuestra vida…
= ¿Qué hemos de agradecer a Dios cada uno de nosotros hoy?
María supo proclamar el Magníficat, hoy nosotros también con Ella.
Antonio Aguilera