1. El insensato, el estúpido de la parábola
Le preguntaron un día a un gran hombre, a un gran pensador, esto:
-Además del amor, ¿qué es lo más grande que ha vivido usted en su vida?
-El perdón. Contestó él sin dudarlo.
Y cuentan que: Preguntó un rabino a Dios:
-Oh, Adonai, durante toda la eternidad, un día y otro, y otro… ¿tú no te
cansas?
-¡Nooo! Yo perdono… y perdono… y perdono… ¡Y soy muy feliz!
Dos sencillas anécdotas para destacarnos la vivencia del perdón, la grandeza de la vivencia del perdón. La grandeza y la felicidad que es el perdón.
Hemos escuchado la parábola de Jesús en el Evangelio. Ante la pregunta “generosa” (hasta 7 veces) de Pedro ¿Cuántas veces tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?, Jesús responde: Hasta setenta veces siete; es decir: siempre, Pedro, siempre…
Y cuenta la parábola que hemos escuchado: Un rey… pide cuentas a un empleado que le debía más de 300.000 €… éste pide se le perdone la deuda… se la perdona… El empleado encuentra a un compañero que le debe menos de 1 €… y lo maltrata para que le pague…
Es parábola de la insensatez, parábola de la falta de sentido común…
¿A quién de ustedes se les ocurriría semejante disparate?
2. Compasión y fiesta
Nuestra realidad felizmente no es la de la parábola, es otra, bien distinta: fiesta de comunidad eclesial y fiesta personal:
- Nuestra comunidad está formada por hombres y mujeres que hemos conocido el peso del pecado, una y mil veces; hemos experimentado el gozo del perdón de Dios, una y mil veces; … y nos hemos visto libres como el viento porque Dios, nuestro Dios, ha roto nuestras cadenas.
- Y ahora, comunitariamente, con el salmista, bendecimos al Señor: El Señor es compasivo y misericordioso… ¡Bendice, alma mía, al Señor!…
- Consideremos, iglesia perdonada, lo que confesamos hoy en el salmo:
Él perdona tus culpas, y perdona todas tus debilidades;
Él recata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. … (Meditemos este salmo de hoy: 103).
- Y cuando hayas/hayamos terminado este canto y esta fiesta de Iglesia, de comunidad eclesial… entra en ti y disfruta en silencio tu fiesta personal:
-¡Cuántas veces Él, luz, me ha dado luz a mí, ciego!
-¡Cuántas veces Él, vida, me ha sacado a mí de la fosa mortal!
-¡Cuántas veces Él, camino, me ha puesto a mí a andar por la
verdadera senda, por el buen camino!
Y, desde luego, ahora, en comunidad y personalmente –en lo profundo del corazón de cada uno de nosotros— alegrémonos todos en Eucaristía –acción de gracias– por las setenta veces siete que el Señor nos ha perdonado, por las setenta veces siete que nos ha recibido de nuevo, por las setenta veces siete que nos ha levantado, nos ha curado y nos ha puesto de nuevo en camino.
Aquí estamos… ¡gracias a su perdón! ¡Gracias a Él! ¡Gracias a su sacramento de la Reconciliación!
3. Desde la experiencia de compasión y fiesta, ¡continuemos la fiesta!
El empleado perdonado en la parábola fue un idiota, un insensato total: perdonado él totalmente, fue incapaz de perdonar él una minucia.
Habiendo yo experimentado tan completamente el perdón de Dios,
¿seré tan idiota de
-no continuar disfrutando del perdón de Dios: en el silencio meditativo y
en el sacramento de la Reconciliación?
-¿Seré tan insensato de no perdonar a mis hermanos?
Acuérdate de los mandamientos y no guardes rencor a tu prójimo;
Acuérdate de la alianza del Altísimo y pasa por alto la ofensa”,
nos ha dicho la 1ª lectura (Eclo 28,7).
Y perdonar… ¿cuántas veces?
¡Setenta veces siete, Pedro, setenta veces siete! ¡Siempre!
Pidamos al Señor, ahora en la Eucaristía, este sentido común; y la fuerza necesaria para vivirlo, alegrándonos y disfrutándolo.
Y le pedimos a la Santísima Virgen que nos ayude a caminar esta semana perdonando siempre, como hizo su Hijo; que nos ayude a caminar con el sentido común del perdón.
¡Ella sabe hacerlo!
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Según Biblia Jerusalén: 10.000 talentos = 50 millones de pesetas oro = unos 312.500 €
100 denarios = unas 80 pesetas = 0’5 €
Antonio Aguilera