1) Este pueblo me honra con los labios…
Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí (Is / Ev).
- Acabamos de escuchar estas palabras del profeta Isaías en boca de Jesús, según el evangelista Marcos, y ciertamente nos encontramos con una expresión dura.
- Y es que, acostumbrados a escuchar el Evangelio, tenemos un peligro: entrar en la rutina y caer en la pura religiosidad externa, que muchas veces es coartada casi perfecta para no convertirnos de verdad.
- El Evangelio es Buena Noticia. Y Marcos nos ayuda hoy con un ejemplo con que en su día pretendió ayudar a los cristianos de Roma, y hoy a nosotros.
- Hay unas tradiciones, buenas en sí: de lavatorio, de purificación… Una manifestación externa de que existe lo puro y lo impuro en nuestra vida. Y efectivamente es así: en nuestra vida se da lo puro, lo limpio, lo honrado… y se da también lo no puro, lo no limpio y lo no honrado…
- Para entrar en comunión con Dios, para responder adecuadamente a su llamada y a su entrega gratuita, el camino es vivir en limpieza de vida, en honradez… Nos ha dicho muy bien el salmo 14: Señor, ¿Quién puede entrar en tu tienda? El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua, el que no hace mal al prójimo …
- Sin embargo, quedándonos en el simple cumplir las tradiciones, podemos caer en una piedad equivocada: quedarnos en lo externo, olvidando lo fundamental.
2) Aquellas tradiciones…
- Podían ser una bienintencionada tradición, en muchos casos seguro que sí.
- Pero también llevaban en ocasiones a refugiarse en la religiosidad externa y nada más, a conformarse con la fachada, sin hondura en el contenido interior.
- Incluso hacían caer en la idea de -que lo malo llegaba de fuera,
-lo del fondo del corazón personal, secundario:
Lo que entra de fuera es lo que hace impuro al hombre,
lo de dentro no importa.
- Se llega así al peligro de -caer en la piedad puramente externa,
-no convertirse con sinceridad,
-desfigurar la verdad y el amor auténtico.
3) La correcta orientación, lo esencial, va por otro camino:
1ª lectura:“Escucha”… Escucha los mandatos y decretos que yo os enseño
–dice Dios-, así viviréis… No añadáis nada ni
suprimáis nada… Observadlos y cumplidlos…
- “El hombre es en su propia esencia oyente de la palabra” (K.Rhaner).
De esa palabra que cada mañana nos espabila el oído para que escuchemos con
un corazón de discípulo (cf. Is 50,4).
- Sí, importa mucho, escuchar a Dios que
En el pasado: se fijó en ti, se ha interesado por ti, te ha elegido…
En el presente: camina a tu vera, te da luz, te abre horizonte…
En el futuro: no te dejará jamás, jamás…
- Una actitud de escucha que conlleva: -ser discípulo, querer serlo gozosamente;
-austeridad, reflexión y oración;
-correspondencia de vida.
- Si sólo nos escuchamos a nosotros y al entorno, con sus mil y una superficiali-dades, -¿de qué nos alimentamos?
-¡Escuchemos a Dios, su palabra! ¡Y escuchemos la palabra de la Iglesia!
2ª lectura: “Cae en la cuenta de que todo buen regalo y todo don perfecto
viene de arriba”
-El camino es Dios, -no son tus verdades / mis verdades,
-no son tus veredas / mis veredas…
-Vivamos en acogida de lo grande, de Dios. Y con humildad.
“Aceptad dócilmente la Palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros”
-No es tu criterio, tus decisiones…
-Es la Palabra de D., la Palabra del Señor. ¿Es Dios el Señor de tu vida?
- Y todo con un criterio clave: No os contentéis con oírla… La religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios es ésta: atender a huérfanos y viudas en su aflicción y mantenerse incontaminado del mundo. Esto es:
a. Vivir para los demás: necesitados, emigrantes, enfermos, ancianos… ¿Para quién vivo yo? ¿En qué invierto yo mi tiempo y mi dinero?
b. No vivir con criterios mundanos, manchándonos las manos en lo que no es verdad, no es honrado, no es limpieza de vida… Y esto cada cual en la profesión que tenemos: que sea profesión de servicio y siempre viviéndola en verdad, sinceridad y honradez.
4) Pues… ¡ánimo y adelante!
- Sí, porque Dios nos convoca, lo hemos escuchado, queremos seguir dócilmente su Palabra… Necesito a los hermanos, los hermanos me necesitan…
Daré algo, recibo mucho más…
- Con esta actitud, con esta nobleza de alma, podrá Dios decir: Este pueblo, esta mujer, este hombre, me honra con el corazón, está cerca de mí.
Y con esta actitud, hermanos, hoy vamos a comulgar: comulgar con el Señor, y
comulgar con los hermanos.
- Y lo hacemos acompañados de María, la Virgen de la Victoria, en cuya novena estamos, desde el sábado, como preparación a su fiesta del próximo día 8.
Antonio Aguilera