1. Situación
Nos han enseñado desde niños, ¿verdad? De pequeños nos llevaban de la mano. Hemos aprendido a hablar, a caminar, a leer, a respetar a las demás personas, a trabajar… Hemos aprendido muchas cosas, y muchas de ellas grandes valores.
Pero llega un momento en que tenemos que tomar nuestras decisiones personales: estado de vida, seguir la vocación a la que Dios nos llama, compromisos fuertes, opciones básicas, …
Y eso ya no es simplemente saber, no es sólo oír y aprender cosas…
Eso ya es jugarse un poco la propia existencia y tratar de darle sentido, tratar de llenarla plenamente según Dios quiere y, en tal caso, según cada uno de nosotros vamos a ser más persona.
Y no vale dejarse llevar de lo que me dicen otros, del hábito, de la rutina… Ya no valen la indecisión, la costumbre…
Son necesarios ahora: una escucha especial, una reflexión sensata y un coraje decidido.
Hemos de responder a la posibilidad de elegir que Dios ha puesto en nuestra vida. Y que nos guste la posibilidad de elegir dentro de nuestras posibilidades es buen signo de madurez, de mujeres y hombres que se saben dueños de sí. Y en ello, creo, estamos todos los aquí presentes.
2. La Palabra de Dios hoy
La palabra de Dios hoy nos habla de esas situaciones de elección, de ese coraje que se ha de tener, de esa osadía… para optar por valores esenciales, para seguir los caminos de Dios, para ser fieles a quien nos ha hecho vivir la experiencia de su cercanía y su ayuda constantes.
Normalmente, ¿no es cierto?, respondemos según la experiencia que vivimos:
- La respuesta del enamorado es como es, porque siente el enamoramiento.
- La respuesta del enviado es como es, porque conoce la misión a la que va.
- La respuesta de un pueblo muchas veces es como es, según ha sido su historia.
- La respuesta del creyente es la que es, según la vivencia que tiene de su Dios.
- Los santos, el patrono de cada uno de nosotros, respondieron desde la experiencia de Dios que tenían.
1ª lectura: El pueblo, asentado ya en Canaán, en la tierra prometida, es emplazado a responder y a elegir.
- Asentado ya: ¿quizás cayendo en la rutina? ¿quizás adormeciéndose? (¿Cómo nosotros?)
- Josué convoca y provoca: –Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién
queréis servir. Yo y mi casa serviremos al Señor.
–Y todos claman: Nosotros serviremos al Señor.
Él es nuestro Dios.
- Razón: Él nos sacó de Egipto, Él nos tendió su mano = experiencia liberadora.
Evangelio: En el seguimiento de Jesús “muchos discípulos” se van echando atrás:
-Duro es este modo de hablar… ¿Quién puede hacerle caso a este Maestro?
Su mesianismo no es comerse el mundo, triunfar… (lo que ellos esperaban)
Su mesianismo es dejarse comer, servir, morir en el surco… Duro es este modo de hablar…
- Pero otros discípulos ven más en profundidad, se fían plenamente… Y ante la pregunta de Jesús ¿También vosotros queréis marcharos?, Pedro habla:
-Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.
- La experiencia de Pedro y de sus compañeros es de encuentro profundo con el Maestro y de plenitud personal sentida y vivida en Él.
3. La vida de fe:
- En ambos casos (respuesta del pueblo ante Josué y respuesta de Pedro a Jesús) hay valentía, hay osadía, hay coraje. No se dejan llevar por los miedos ni por la vida gris. Hay fe.
- Nuestra fe, hermanos, nos empuja a ser decididos y a decir:
-Señor, sólo tú tienes palabras de vida eterna.
-Señor, sí, ¡aquí estoy! Señor, sí, contigo y para siempre.
- ¿Agotamiento? ¿Tiempos duros? ¿Cansancio? ¿La vejez? …
¡Claro que sí! Donde hay vida hay baches, a veces no es fácil, uno tiene altibajos…
Pero… ¿Vida eterna? Sólo en Cristo.
¿Vida plena y que llena? Sólo sirviendo a los hermanos.
Todo lo demás son fantasías de una noche de verano, nada más. Sustitutos, sucedáneos de lo verdaderamente importante.
- Y así en todos los campos: con lenguaje de su tiempo y las formas de pensar de su tiempo, Pablo nos dice que en el matrimonio con una relación fuerte de amor, fidelidad y entrega marido-mujer que sea reflejo de la relación Cristo-Iglesia, como Cristo ama a su Iglesia, como la Iglesia ama a Cristo: en la mutua y total entrega de unos para con otros.
= No vivamos, por tanto, en la rutina, en la vida gris, en lo insulso, sin ideales.
Dios mismo nos está empujando, nos está llamando, nos está provocando…
Elijamos servirlo a Él: ¡Sólo Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna!
Antonio Aguilera