1. El verano ya está avanzado
La feria está terminada y el verano está bien avanzado
Tanto por la feria como por vacaciones de verano a Málaga nos han llegado visitantes de todas partes: del norte y del sur, del este y del oeste: de Alemania, Francia, Inglaterra, países nórdicos, de China, de Japón…
También nos han llegado otros extranjeros: de África, de Latino América, de países del Este… los inmigrantes… Por diversas vías, y muchos por vías muy duras, por el Estrecho y en pateras…
Ante la llegada de unos, turistas, buena cara, no nos dan miedo… aportan riqueza económica…
Ante la llegada de otros, reparos, ojos vigilantes, preocupación…
Para los primeros, la puerta es ancha…, abrazos, fotos…
Para los segundos, la puerta es muy estrecha; o… no hay puerta.
De una forma o de otra, lo cierto es que se cumple lo del evangelio:
- “Vendrán de oriente y de occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa del Reino de Dios”.
Y creemos se cumple lo de la primera lectura, aquello del profeta Isaías: –“Yo vendré para reunir las naciones de toda lengua”.
2. Superamos fronteras
Por una razón o por otra, lo cierto es que hoy tenemos un fenómeno que lo vamos asumiendo y queremos vivirlo bien: la superación de fronteras, la mezcla de pueblos y gentes, la interculturalidad…
Andamos lejos de la mentalidad judía que se preguntaba “¿Serán muchos los que se salven?” Según aquella manera de pensar:
- Para el Reino de los Cielos, serían pocos, contados…
- Para la tierra de Israel, ellos solos, solamente ellos.
La Sagrada Escritura ya ampliaba horizontes:
- De todos los países habrá ofrendas al Señor (1ª lectura).
- No es que a unos pertenece el Reino y a otros no…
- Y el asunto no es cuestión de “cuántos”… Hay acogida para todos…
A veces nos encastillamos absurdamente
- En “mi grupo”, “mi comunidad”, “mi parroquia”, “mi pueblo”, “mis criterios”, “mi opinión”…
- Ahí creemos estar “los buenos”… Los demás, andan descaminados…
- Es una ingenuidad negativa y muy peligrosa: lo verdadero es que el encuentro con el Señor tiene muchas veredas de llegada.
3. Y siempre, el esfuerzo
Y lo que sí importa es esforzarnos todos por entrar por “la puerta estrecha”.
- ¿Puerta estrecha porque Dios es sádico y nos aprieta obligándonos a ello cuando nos exige y nos corrige?
- Dios no es así: ni es sádico ni obliga. En Dios “Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre”, hemos rezado con el salmo. “Padre”, lo llamamos a Él, enseñados y animados a ello por su propio Hijo, Jesucristo.
- ¿Y qué padre tiene mala idea para con sus hijos cuando les corrige y les exige responsabilidad, trabajo, sensatez, esfuerzo?
Ciertamente cuando un padre pide a sus hijos esa puerta estrecha que conlleva esfuerzo y responsabilidad les está amando muy sinceramente y les está encaminando por el mejor camino a una vida noble y grande.
La puerta estrecha requiere esfuerzo, sí, pero forja personas maduras, personas austeras, personas en actitudes de ayuda y servicio, personas capaces de sacrificarse por los demás, personas capaces de amar… La puerta estrecha, la puerta del esfuerzo, forja mujeres y hombres, hermanas y hermanos de todos, hijas e hijos de Dios, gente siempre honrada.
4. Dios nos llama por esa puerta
A cada uno de nosotros, Dios nos llama por esa puerta, que es puerta de entrega, de generosidad, de autoexigencia, de vivir en disciplina…
- Entrar por esa puerta para no deshacernos como un cuerpo sin esqueleto, para no deshacernos como un azucarillo en el café…
- Entrar por esa puerta para ser gente recia, capaz de afrontar las dificultades de la vida…
- Entrar por esa puerta para ser más personas y mejores hermanos: sentados, junto con los demás, en la mesa del Señor.
- Esa puerta es conversión constante y diaria al Señor…
Y esa conversión nos abre al Señor, nos abre a todos los hermanos, nos abre a quienes llegan nuevos a nuestra vida.
Conversión que nos da un corazón amplio y enorme.
Y para quienes intentan ese corazón amplio y enorme es la salvación de Dios.
Hermanos, ¡bendita la “puerta estrecha” que nos ofrece el Señor!
Dios es Padre que nos quiere.
Antonio Aguilera