1. “Se ha aguado la fiesta”
Todos hemos dicho, o hemos escuchado alguna vez esta expresión: “Se ha aguado la fiesta”. Cuando utilizamos esas palabras, ¿qué estamos indicando? Pues estamos indicando que los planes previstos, los planes que teníamos han fracasado, lo previsto no sale, por los motivos que sea. Pensábamos triunfar con algo y aquello no salió: ¡se ha aguado la fiesta!
En principio esto es lo que había ocurrido en aquella boda en Caná de Galilea: los novios, los familiares, los amigos, los venidos de Nazaret, todos los invitados… todos brindando, bullicio, felicitaciones. Los encargados de la fiesta seguros de que todo estaba bien organizado, que el banquete iría muy bien, pero…, mira por dónde, ¡faltó el vino, se estropeó la fiesta! ¡Se aguó la fiesta!
2. Pero se hizo el milagro, hubo un signo del Señor
Esto era en Caná de Galilea, a unos 4 kilómetros de Nazaret, el pueblo de Jesús. Por conocidos, por amigos, por parientes… no sabemos por qué, María, la madre de Jesús, Jesús y sus discípulos habían sido invitados a la boda. Y allí estaban.
Al faltar el vino, algo esencial en un banquete de bodas, podemos imaginar a los distintos personajes, podemos mirarlos, miremos la escena:
- Mayordomo y sirvientes: preocupados, mal rato, no hemos previsto bien lo necesario, cuchicheo entre ellos, vaya lío, qué hacer…
- Novios, al enterarse: qué decimos ahora, qué hacemos, por dónde tirar, primer contratiempo en nuestra vida de casados, esto nos sale mal… avisando a los familiares en voz baja…
- María, la de Nazaret, que es madre: y como todas las madres está atenta a todos los detalles; entiende lo que no se le dice (por la cara entienden las madres); cuidadosa de los demás; y conocedora de su hijo: ella fue la puerta para nacer su hijo, ella es ahora la puerta para su vida pública, ella la puerta para el primer milagro. Les dice a los sirvientes: “Haced lo que él os diga”.
- Jesús: Se resiste a entrar en escena: “Madre, ¿qué tenemos nosotros que ver en esto? No ha llegado aún mi hora”. También a veces parece que no quiere entrar en nuestra escena, ¿verdad?
Pero María insiste: “Haced lo que él os diga”. Y con ese encargo de María a los sirvientes, Jesús hace el milagro de transformar el agua en vino.
Y allí se llevó a cabo el primer milagro del Señor: a petición de María, su madre, seis tinajas grandes, de cien litros cada una, llenas de agua las transformó el Señor en vino, en el mejor vino que se bebió en aquel banquete.
¡Sorpresa para los sirvientes, para los novios, para el mayordomo! Y para los discípulos: “Creció su fe en él”.
3. Este milagro es signo, señal, de algo muy grande
Ante el milagro, a primera vista, podríamos quedarnos con algo bueno, simplemente:
- María, ¡qué es muy buena madre!, ha intercedido por los novios.
- Jesús ha escuchado la petición de su madre y ha hecho el milagro.
- Y a nosotros se nos da un muy buen consejo: “Haced lo que él os diga”.
Pero, hay un dato curioso: Cuando se habla de “milagros”, en griego (idioma en que se escribieron los evangelios) se dice dynamis. Y aquí, al hablar de la transformación del agua en vino, no se dice dynamis sino semeion. Y semeion significa “signo”. Luego lo que el evangelista quiere indicarnos con el relato de la boda de Caná es más que la narración de un milagro, es un signo:
- Boda: La relación de Dios con su pueblo, con nosotros, la Biblia la expresa muchas veces con la simbología de una boda: Dios es el esposo, nosotros la esposa. Dios quiere con nosotros una relación familiar, de intimidad, de complicidad, de alianza…, de “caminar juntos”…
- Las tinajas vacías: Eran seis (no es el número perfecto, que es siete; se quedaban cortas: son sólo seis). Y eran “para la purificación de los judíos”. Por su imperfección y por su uso son en el relato símbolo de la antigua alianza, que no da la alegría total, que nos deja “a media boda”…
- El cambio del agua en vino que hace Jesús: termina con la antigua alianza (significada en las seis tinajas vacías o llenas de simple agua) e inaugura con su presencia la nueva alianza (significada en el vino, en el mejor vino, que sí da la verdadera alegría).
= Jesús, por tanto, con su llegada, con su presencia entre nosotros, con sus actuaciones ha inaugurado un nuevo tiempo, una nueva alianza…
4. Y en esta nueva alianza todos tenemos nuestro lugar
- Está Jesús:el protagonista principal. Con él ha comenzado una vida nueva: pasó lo antiguo. Dejémoslo que transforme nuestra vida.
¡Hagamos lo que él nos diga!
- Está María: atenta siempre a nuestras necesidades. Llevándonos a su hijo: “Haced lo que él os diga”. Y llevando su hijo a nosotros: No tienen vino.
- Están los novios:cada uno de nosotros, con nuestras alegrías y con nuestras dificultades. Queremos que salgan las cosas bien y, a veces, nos llegan las sorpresas, los problemas, los malos momentos…
- Están los sirvientes: también, ojalá, cada uno de nosotros. A disposición de Jesús y rápidos a ejecutar su encargo. En 2º plano, pero necesarios.
- Y cada uno de nosotros con nuestros propios dones. Diversidad de dones en nosotros, para servicio común de la comunidad (2ª lec) y del mundo.
Antonio Aguilera