1. Dos relatos de vocación
Todos nosotros hemos sentido una llamada (interior o exterior), hemos vivido y estamos viviendo un encuentro con Dios, y vamos dando una respuesta. Llamada de Dios, encuentro con Dios, y respuesta nuestra a Dios: eso es la vocación.
En la primera lectura y en el evangelio que acabamos de escuchar nos ofrece hoy la Palabra de Dios dos relatos de vocación: llamada a Samuel, y llamada a Juan y Andrés. Los tres son
- Personas que sienten algo especial por dentro y están en búsqueda.
- Personas que encuentran a alguien que les ofrece camino.
- Y personas que se ponen en actitud de seguimiento del Señor.
Samuel (1Sam 3,3b-10.19)
- Es un jovencillo, de niño su madre lo llevó al santuario de Silo.
- Está al servicio del santuario y está siendo educado por Elí, el sacerdote.
- Siente un revulsivo en su vida, algo oye por dentro, hay una voz…
- Intuye una llamada de alguien…
- Su respuesta: aquí estoy. Por cuatro veces: disponibilidad grande…
- Se deja aconsejar por el anciano de experiencia, el sacerdote Elí.
- Y acaba totalmente dispuesto para Dios: Aquí estoy.
Habla, Señor, que tu siervo escucha.
Y será llamado así profeta del Señor.
Y llevará el mensaje de Dios a todas partes, en la misión que se le confíará.
Dos discípulos del Bautista, Juan y Andrés (Jn 1,35-42)
- Dos personas jóvenes en búsqueda, quizás insatisfechos con lo que hacen.
- Pensándose por dónde tirar, qué hacer, para llenar su corazón;
- Un dedo (el del Bautista) que les indica a Jesús: Ese es el Cordero de Dios.
- Y ellos le siguen, interesados y abiertos.
- Jesús entra en diálogo con ellos: -¿Qué buscáis? – Maestro ¿dónde vives?
-Venid y lo veréis.
- Y fueron y estuvieron con él aquel día. Vieron y… profunda vivencia…
- Y de inmediato lo anunciaron a Simón, y a Simón lo llevaron a Jesús.
Ambos discípulos estaban en búsqueda.
Ambos tienen la suerte de encontrar alguien que les indica el camino: y ellos miran adonde indica el dedo (no al dedo: “cuando un dedo señala la luna, sólo los necios se quedan mirando al dedo”, dice un proverbio muy cierto).
2. Disponibles
Los tres en búsqueda: Samuel, y Juan y Andrés. Ellos, disponibles.
Y alguien en su camino que no se apropió de sus vidas: Elí,
Juan el Bautista.
= Llamados nosotros a vivir en búsqueda, a vivir disponibles, a ser
propiedad sólo de Dios (nosotros y aquellos a quienes acompañamos):
“No os poseéis en propiedad…” (Pablo, 2ª lect).
Y ser propiedad sólo y esencialmente de Dios implica, conlleva:
– que mi vida es de Dios;
– que mi cuerpo es de Dios, no de mis apetencias, mis pasiones;
– que mi cuerpo y mi vida son de Cristo y de los hermanos.
= Vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo (2ª lec).
Vivamos en todos nuestros actos para Dios, como hijos de Dios.
Y vivir para Dios es vivir para los hijos de Dios, siempre.
Por tanto, vivamos como: -Buscadores de Dios.
-Buscadores del camino verdadero.
-Buscadores de los hermanos, para servirlos.
Nuestra vida no es nuestra: es de Dios y de los demás.
Bautizados en Cristo: ya somos de Cristo y de la gente.
3. ¿Y esto cómo puedo concretarlo yo esta semana?
Dedicación a Dios, es la base, el cimiento, la fuente:
- Vivir en su presencia, guiándonos por Él a lo largo de la jornada.
- Iniciar el día ofreciéndole la jornada.
- Orar cada día: leer y meditar el Evangelio, mirando a la vida, a la gente…
- Revisar y agradecer el día al terminar la jornada. Terminar rezando.
- Y siempre la pregunta: ¿Qué puedo hacer, Señor, hoy, por los demás?
Dedicación a los hermanos de alrededor:
- A los de casa: dando y recibiendo, compartiendo, colaborando…
- A los amigos y amigas: buscando camino juntos, sirviéndonos…
- Responsable siempre, disponible siempre, en ayuda siempre…
Diálogo, aprendizaje y oración por la unidad: Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.
- Amarás al Señor tu Dios y a tu prójimo como a ti mismo: es el lema de esta semana de oración, que comienza el próximo jueves, día 18.
- Pues que todos los discípulos de Jesús reflexionemos que nuestro centro es Cristo y que permaneciendo en Cristo es como daremos los frutos que Él quiere: frutos de unidad, de concordia y de credibilidad para nuestro mundo. En esta semana, oremos especialmente por la unidad.
4. Dios abre su puerta a Samuel, Cristo abre su puerta a Juan y Andrés
-¿Yo a quién tengo que abrir la puerta? ¿Y cómo he de hacerlo?
= La pregunta no tiene fácil respuesta, pero hemos de buscar respuesta de Ev.
Antonio Aguilera