- Un hombre elegido
En ocasiones hemos visto la figura de Juan en imagen o pintura con un dedo indicando camino: podemos decir, un dedo hacia la esperanza.
En la raíz de esa indicación de camino y esperanza hay una vida, la vida muy hondamente vivida de un hombre muy hombre: Juan el Bautista, “el más grande de los nacidos de mujer”, dice de él el mismo Jesús, según Lc 7,28.
Ciertamente es un hombre elegido por Dios para algo grande, para algo nuevo. Varios datos, aunque muy en breve, ya nos lo indican:
- Nace hijo del milagro: sus padres son ancianos y estériles. Es decir, su vida no es obra de hombres, es obra de Dios.
- Su nombre no va a ser el de la tradición familiar: no se llamará Zacarías, como su padre; se llamará Juan, como había dicho el ángel del Señor. Es decir, Dios toma especial posesión de él.
- Juan significa Dios es misericordioso, Dios muestra su favor. Es decir, en Juan Dios se hace presente y cercano a nosotros.
Que es un hombre elegido se nos dice ya
- En la 1ª lectura: Estaba yo en el vientre de mi madre, y el Señor me llamó… pronunció mi nombre… (Is 49,1ss).
- En el Evangelio: se narra con el estilo de esos nacimientos especialmente expresivos de que Dios está pendiente de las aspiraciones humanas: de matrimonio estéril nace un hijo.
De humanidad agotada ya en su pasado (AT), saca un hombre precursor de vida nueva, anunciador, en este caso, del Mesías…
= De ti y de mí, tantas veces caídos e incapaces, Dios saca
seguidores de su Hijo, decididos a entregarnos.
Y este hombre elegido, bien cruda que tuvo su existencia; pero jamás cae en la desesperanza: ve camino y aporta luz: “Te hago luz de las naciones”, dice Dios (Is 49,6). Vive con grandeza la misión que Dios le confía.
- Pasos de Juan en su misión
A. Escuchar a Dios
- Ya en el seno materno escucha la cercanía del Salvador, cuando la visita de María a Isabel: El niño, dice el relato, saltó de gozo en el seno de su madre.
- Luego vive en el desierto, donde no son los valores cómodos los que se siguen, sino que es la vida dura la que curte. En la soledad, en la desprotección, en el frío de la noche y el calor de los días va forjando su manera de ser.
Es el ponerse a corazón abierto ante Dios, con escucha sincera, disponible a la responsabilidad.
B. Desde esa actitud de escucha, se convierte en voz que grita
- La igualdad entre todos: Que los montes se abajen, que los valles se levanten…
- La honradez sincera: Que lo torcido se enderece…
- La plenitud del hombre: Todos verán la salvación de Dios…
C. Y concreta su mensaje
- A la gente: El que tenga dos túnicas que se las reparta con el que no tiene… El que tenga de comer, que haga lo mismo…
- A los guardias: No hagáis violencia… No extorsionéis a la gente…
- Al mismo rey Herodes: No te es lícito vivir con la mujer de tu hermano…
= Así fue gran profeta, que preparó y anunció bien el camino del Señor.
D. Todo desde una actitud de total y profunda humildad
- No, yo no soy el Mesías… No, yo no soy la luz…
- No merezco ni desatarle la correa de sus sandalias…
- Yo solo soy la voz que clama en el desierto…
- Ese es el Cordero de Dios, el salvador… Seguidlo a él…
= Dejando así muy claro que el centro de vida de todo discípulo es el mismo
Cristo, y a él es a quien que anunciar y seguir.
- Nosotros también tenemos una misión
- Somos elegidos y llamados por Dios.
- Hemos de pararnos, como Juan, a escuchar a Dios: ¿Qué quieres, Señor, de mí?
- Y desde esa actitud humilde de escucha, hemos de convertirnos, cambiar nuestro estilo de vida y trabajar por lo que lucharon Juan y los grandes profetas: por que Jesucristo sea el centro de todos, y todos los hombres seamos hermanos en Cristo.
- La Eucaristía es -excelente ocasión para ello,
-la gran vivencia para ello,
-y la gran fuerza para ello.
Antonio Aguilera