Del Evangelio
¡Qué bonita la parábola que acabamos de escuchar! (Mt 13,1-23).
Es uno de esos textos evangélicos que quedan como preciosa enseñanza para la humanidad entera, y para todos los tiempos. Como aquellas otras parábolas: Buen Samaritano, Hijo Pródigo, Tesoro escondido…
Aquí es el Sembrador, la tierra, la siembra, el crecimiento, la cosecha…
Entremos un poquito en el asunto. Para tener una buena cosecha se ha de tener una buena labranza, y una buena labranza necesita:
- Una buena semilla: Evidente. Una semilla gastada, débil, pasada de tiempo… no vale. Según la P. de D. de hoy, 1ª lectura, tenemos buena semilla: La palabra que sale de mi boca –dice Dios- es como la lluvia que baja del cielo…No volverá a mí vacía (Is 55,11)¡Buena semilla hay!
- Necesita una buena tierra: Aquí, en las losas de este templo –por bellas e históricas que sean- la semilla no crece, ¿verdad? Tampoco sobre piedras, ni entre zarzas… Nos lo recuerda el evangelio que acabamos de escuchar…
- Y se requieren unos buenos labradores. Después hablamos de ellos.
Nos fijamos primeramente en la parábola
Nos plantea la siembra, el sembrador, el crecimiento, la cosecha… Fijémonos en algunos detalles:
- 1º) Salió Jesús de casa y se sentó junto al lago:
Jesús vivía para los demás: salió a los demás; a donde estaban, a aquella gente que trabajaban aquel día en el lago…
Ya tengo ahí una llamada: Dios me llama a salir también yo, junto con él, a los demás. Dios me llama a no encerrarme en mí, a no vivir para mí. ¡A ser de él y para los otros! Ser de Dios y ser de la gente…
- 2º) En torno a él, mucha gente: escuchando, anhelando encontrar
camino, queriendo seguirle, buscando sentido a su vida…
Nosotros también estamos escuchándolo, estamos queriendo llenar nuestra vida de sentido, queremos seguirlo, en ello estamos…
= La escena del lago, según el evangelio escuchado, y nuestra escena
personal, nuestra propia vida: muy parecidas…
- 3º) Y les habló y nos habla. Y nos continúa hablando. Veamos:
El Sembrador: en la parábola era un campesino. En nuestra realidad es el mismo Cristo, a través de… (¿A través de quién me habla a mí el Señor?).
La semilla: su actitud de entrega, su forma de ser, su manera de vivir, su total generosidad…
- 4º) Diversas tierras. Que llevan a diversas cosechas:
Al borde del camino: la semilla era buena, pero no entró en la tierra, se quedó fuera… Vinieron los pájaros y se la comieron…
En terreno pedregoso: un poco de tierra, pero no suficiente. Es bonito, gusta… pero se queda en la superficie, superficial… No hay raíces en JC.
Cayó entre zarzas: Buen sembrador, buena semilla, pero… las zarzas la ahogaron. Para mí, mis zarzas: el egoísmo, la avaricia, las falsas palabras, la murmuración…
Y cayó en buena tierra: ¿Y qué dieron esos granos? ¡Todo lo que podían! ¡Bendita buena tierra que queremos ser todos nosotros! ¿Verdad? En la familia, entre los amigos, en el trabajo, con los vecinos…
Y los labradores, “labradores-con-el-Sembrador”
En esta parábola hemos de pensar también en quienes tenemos la misión de sembrar hoy. Sí, la tierra, la semilla, la cosecha que esperamos… todo eso está muy bien.
Pero ¿qué tal los que proclamamos la Palabra, el mensaje de Jesucristo? Un servidor y todos nosotros evangelizadores… Seguidores del Señor, discípulos suyos, y en su misma misión…
Francisco nos ha explicado cuáles deben ser las características para comunicar la fe, y nos ha dicho: El predicador debe prepararse con cuatro ingredientes básicos: estudio, oración, reflexión y creatividad. Y si no, es deshonesto e irresponsable con los dones que ha recibido (EG 145).
Conclusión
– Hay buena semilla: la Palabra de Dios.
- Hay excelente Sembrador: Jesucristo mismo.
- Hay tierras diversas: pensemos con sinceridad… ¿Qué tierra soy yo?
- Hay labradores-con-el-Sembrador: ¿Cómo es mi colaboración con el
Señor?
= Agradecemos hoy muy desde dentro que cuenta con nosotros.
= María, Virgen del Carmen, nos acompaña como madre.
= Pedimos a ella, Virgen del Carmen: nos dé fuerza y responsabilidad.
Antonio Aguilera