1. Jesús tomó la decisión de ir a JerusalénAcabamos de escuchar un texto del evangelio de Lucas. El texto proclamado recoge dos cosas:
-la firme decisión de Jesús de ir a Jerusalén y
-tres breves relatos vocacionales.
Lo primero es, como decimos, una decisión firme y nada fácil de tomar: ir a Jerusalén. Ir a Jerusalén significaba asumir con ánimo y entereza todo lo que ocurriría en aquella ciudad: el Hijo del hombre allí sería entregado y crucificado. Con ese ir a Jerusalén Jesús indica que está dispuesto a todo, a cumplir en todo la misión a la que ha sido enviado.
Habrá violencia en Jerusalén contra él, pero ya por el camino deja claro a sus discípulos que no se puede responder con violencia: Al cruzar por Samaría, camino de Jerusalén, los samaritanos no quieren alojar a Jesús y sus discípulos, porque son judíos; Santiago propone mandar fuego que acabe con ellos;y Jesús se volvió y le regañó. Al mal un discípulo de Jesús jamás ha de responder con el mal: la entrega total sí, la respuesta violenta jamás.
2. En ese camino, tres relatos vocacionales
Ver en Jesús su decisión firme de entrega y escuchar su planteamiento de vida debió atraer a quienes se acercaron a él. Recoge Lucas tres relatos de vocación, tres relatos de seguimiento de Jesús: nos habla de dos personas que se ofrecen a seguir a Jesús, y de uno a quien el mismo Jesús llama.
Nosotros también fuimos y somos llamados por Jesús. Nos sentimos discípulos de él y caminamos en nuestra vida en seguimiento suyo.
Ya eran modelo en el seguir la llamada de Dios tantos hombres del Antiguo Testamento: Abrahán, Moisés, los profetas… De uno de ellos nos habla la 1ª lectura: Eliseo fue llamado por el Espíritu para ser profeta.
Eliseo está en su trabajo, gañán, está arando el campo con su yunta de bueyes. Elías va a él y le echó encima su manto. Era un signo de que le transmitía su espíritu y su misión, la misión de profeta, a la que Dios le llamaba, era la vocación que Dios le concedía. Eliseo va a despedirse de su gente, ofrece luego sus bueyes en sacrificio, hace una comida con sus compañeros, quemó los aperos que tenía para la labranza y se fue a lo que Dios le llamaba. Fue llamado por Dios, lo dejó todo y se fue a la misión.
En el relato del Evangelio proclamado ahora se nos habla también de tres decisiones de seguimiento de Jesús. De ninguno de ellos se da su nombre concreto, es decir, están presentados como casos paradigmáticos, casos que pueden ser… cada uno de nosotros:
1) Al primero, que se ha ofrecido espontáneamente –Te seguiré a donde vayas–, Jesús le descubre que para seguirlo ha de aceptar la inseguridad, Ha de renunciar a la vida cómoda y tranquila: Las zorras tienen madrigueras… el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza.
2) El segundo es llamado personalmente por el mismo Jesús: Sígueme. El llamado quiere antes resolver asuntos familiares, asuntos que significan su “atadura con el pasado”. Jesús le pide que se olvide totalmente ya de ese pasado, que no retrase su decisión y que se disponga a anunciar la novedad a la que ha sido vocacionado, llamado, con urgencia y prontitud.
3) Y al tercero Jesús le revela que el seguimiento sólo es posible con decisión firme y con constancia. Quien siga mirando para atrás no vale: El que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.
3. Nosotros, llamados a seguir al Maestro hoy
Decía que los casos anteriores son casos paradigmáticos: nos están representando a cada uno de nosotros. ¿Qué les pedía el Maestro a ellos? ¿Qué nos pide el Maestro, Jesús, a nosotros hoy?
Jesús va delante, a Jerusalén = ir a la entrega total, ir a dar hasta la propia vida. Con él hemos de ir nosotros, a dar todo lo que el Padre Dios nos proponga.
Y a aquellos que van a seguirlo, según el relato del evangelio, se les pide que no se aten en nada al pasado, que estén disponibles para vivir en la inseguridad y en la vida austera y que la prioridad total sea el mismo Jesucristo.
Nosotros somos hoy los que queremos seguir a Jesús, somos llamados a ello: ¿Vamos decididos y firmes a dar todo lo que se nos pide? ¿Estamos poniendo muchas condiciones, retrasando así la llamada que se nos hace? ¿Hemos puesto la mano en el arado y aún echamos la mirada atrás?
Ayer tres muchachos (Ernesto, Enrique-Quique, y Manuel-Manu) ofrecían su vida al Señor, que los ha llamado al sacerdocio: ¡que sea para siempre y por completo! ¡Que sean hombres de Dios y hombres de la gente!
Y tú y yo, también seguidores de Jesús, ¿vamos siendo fieles a la llamada que el Señor nos está haciendo, en el estado que tenemos, en la edad que tenemos, en las circunstancias en que vivimos?
Como María hizo, escuchemos la llamada del Señor, no pongamos resistencias, no miremos al pasado y… ¡sigamos al Maestro! Él nos muestra el camino, Él va delante y Él nos acompaña en todo.
Y, estando con Él, estaremos al servicio de los demás, al servicio de la gente, que su voz nos llama.
Antonio Aguilera