Nosotros, evangelio de Jesús
Hay una expresión de Santa Teresa de Jesús, Santa Teresa de Ávila (s. XVI) en la que viene ella a decir que “nosotros somos la mano de Dios”.
Teniendo como base esa idea, alguien hace unos años escribió la siguiente oración-reflexión:
Jesús no tiene manos.
Tiene solo nuestras manos para construir un mundo donde habite la justicia.
Jesús no tiene pies.
Tiene solo nuestros pies para poner en marcha la libertad y el amor.
Jesús no tiene labios.
Tiene solo nuestros labios para anunciar por el mundo la Bu. No. a los pobres.
Jesús no tiene medios.
Tiene solo nuestra acción para lograr que todos los hombres seamos hermanos
Jesús, nosotros somos tu evangelio,
el único evangelio que la gente puede leer si nuestra vida son obras y palabras verdaderas.
Este poema-reflexión, en esta versión o en otra parecida –hay varias- ha podido caer en nuestras manos varias veces.
Leído y meditado al pie de la letra, podría ser un poco presuntuoso: Dios no tiene más y mejores vías de anuncio de su plan de salvación que nosotros.
Pero leído con sensatez, lo verdadero es que estas palabras sí son una llamada honda a cada uno de nosotros, llamada que queremos responder. Y hoy queremos responderla aquí en la Eucaristía, partiendo de la misma Palabra de Dios. Veamos:
1ª lec., Ex 19: Encuentro Dios-Moisés
Dios llama, Moisés va. O Moisés lo busca, y Dios se hace el encontradizo… Da igual. Lo cierto: hay un encuentro Dios-hombre. Y desde ese encuentro es posible todo… sin ese encuentro, nada: Sin mí, nada podéis hacer, dijo un día Jesús.
Y tras el encuentro Dios-Moisés, Dios llevó a aquel pueblo sobre alas… y Dios se comprometió con aquel pueblo: Vosotros seréis mi propiedad personal.
Lo esencial: somos llamados por Dios, tenemos un encuentro personal con Él, y ya somos suyos… Aquí está, el fundamento de nuestra vida espiritual.
2ª lec., Rm 5: Y esa llamada y elección de Dios, ¿por qué?
¿Porque yo me la merezco? ¡Ni mucho menos! ¿Por qué tú te la mereces? ¡Ni mucho menos! Esa llamada, esa elección, por absoluta gratuidad: entregó su sangre por nosotros, siendo nosotros pecadores… Da Jesús su vida por nosotros, estando nosotros en contra de él…
Es la entrega total y desinteresada. La entrega verdaderamente salvadora. Esto así, sólo lo hace Dios.
Y con Él ya nosotros, que queremos ser discípulos, acogemos el don, el regalo suyo, y, desde la humildad y nuestra pobreza, queremos escucharlo, agradecerle y… ponernos a su servicio.
Ev., Mt 9: Y a dar la respuesta nos invita el evangelio de hoy
Un evangelio en el que contemplamos que a Jesús le duele la gente: se compadecía de las gentes, porque estaban como ovejas sin pastor.
Gente, tanta gente, extenuada y abandonada. Entonces, en aquellos días de Jesús, y hoy. Buen ejemplo de ello: gentes abandonadas en el mar hasta el naufragio de hace tres días: 750 personas en un barco (viaje que han pagado con lo que tenían); por ahora solo104 rescatados vivos, más 87 cadáveres = 559 desaparecidos, probablemente también muertos. De 750, 646 muertos.
Ante tanta gente que sufre, por unas razones u otras, el evangelio nos está diciendo hoy: ponte a trabajar, con toda la honradez que puedas. Tú eres manos, labios y pies de Dios… Tú eres hoy el instrumento de Dios.
Así llamó Jesús aquel día a los Doce, cuyos nombres hemos escuchado. Y así continúa llamando hoy a muchos y… a ti y a mí…
Ponernos a trabajar con Jesús, ¿cómo?
- Rogad que el Señor mande trabajadores a la mucha tarea que hay.
La oración constante: la gasolina para hacer bien el camino…
- Poniendo nuestro nombre hoy en el altar: Señor, aquí me tienes.
Junto con los otros, comunitariamente, siendo iglesia…
- Sabiéndonos capacitados: los llamó y les dio capacidad para curar y expulsar demonios.
Vas a hacer el trabajo, la tarea, con la fuerza del Señor…
- Id, proclamad, curad, limpiad… gratis. Gratis los habéis recibido.
Lo que he recibido, que es tanto… ¡tuyo es, Señor!
¡Y de la gente es, Señor!
Desde Dios, trabajando con Él y con este talante
- En el mundo, doliéndonos la gente…
- En esta semana que tenemos por delante para llenarla de bien…
- Con la fuerza del altar…
- De la mano de maría, la Madre.
Antonio Aguilera