1. Tiempo de alegría, esperanza y conversión
Hace un par de meses, por septiembre, en el mundo rural, comenzaba la preparación para la siembra, comenzaba así el año agrícola, que concluirá con la recogida de las cosechas… Igualmente, en septiembre los chavales, los jóvenes, los estudiantes, los profesores, comenzaban el año escolar, que concluirá el próximo junio, julio o… sept. En enero comenzaremos el año que se guía por los meses solares: de enero a diciembre; ese año de nuestro calendario más habitual.
Hoy comenzamos los cristianos el Año Litúrgico, que va siguiendo los momentos principales de la vida del Señor y los vamos recordando y celebrando. Lo comenzamos con el Adviento, preparando la Navidad. Lo terminaremos el próximo noviembre, con la fiesta de Jesucristo Rey del Universo.
Es Adviento –este tiempo que comenzamos hoy- un tiempo, cuatro semanas, de alegría y esperanza profundas porque Dios se acerca a nosotros, se abaja a nosotros, se va a hacer uno de los nuestros, será el Enmanuel, Dios-con-nosotros. Y es, a la vez, un tiempo de conversión: porque si Dios viene a nosotros, nosotros hemos de prepararle el sitio, hemos de poner a su total disposición nuestra persona, lo que somos y lo que tenemos. Dios vendrá hecho niño, nosotros hemos de ser la cuna que, cariñosamente, lo acoja.
2. La Palabra y portavoces de Dios nos invitan y nos ayudan a ser esa cuna
Para preparar bien su venida, el Evangelio de Mateo hoy nos dice: Estad en vela… Estad preparados…
Pablo, en la 2ª lectura, su carta a los Rm, nos indica: Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño, porque nuestra salvación está cerca… Vestíos del Señor Jesucristo…
Y el profeta Isaías, 1ª lectura, nos grita: Venid, subamos al monte del Señor… Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas… Con su llegada, de las espadas se forjarán arados, de las lanzas podaderas…
El Evangelio de cada día, la Palabra de Dios en la gran riqueza de los textos del Adviento, y unos personajes concretos, conocidos y queridos por todos nosotros, nos van a servir de guía en esta preparación a la Navidad. Escuchemos diariamente la Palabra de Dios, insistamos en ello. Y miremos a esos personajes que especialmente nos ayudarán en estas semanas: Isaías, Juan el Bautista y María (y junto a ella, san José).
Isaías: el profeta de la esperanza. Hoy nos habla de transformar en nosotros, en nuestro mundo, todo lo que suene a violencia o sea dañino para los hombres: Que las espadas las convirtamos en arados, que las lanzas las transformemos en podaderas…Que todo lo que pueda ser pernicioso para un hermano lo transformemos en bondad para con él. …
= ¿Qué espadas y qué lanzas tienes tú que transformar en ti mismo, en tu familia, en tu mundillo, en el mundo?
Juan el Bautista será otro de los enviados de Dios para decirnos, en los próximos domingos: Convertíos, porque está cerca el Reino de los Cielos… Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos…
= ¿Qué tengo yo que cambiar en el camino que llevo? ¿Cómo he de allanar el sendero por el que voy?
Y María, la virgen de Nazaret, que nos acompañará en todo el Adviento, que nos lleva de la mano, la que mejor supo hacer la cuna a su hijo. Y la hizo en sus entrañas y, fundamentalmente, en su corazón: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
= ¿Qué disponibilidad tengo yo ante el Señor? ¿En qué tengo que ser el servidor en mi casa, entre mis compañeros, con los vecinos? …
3. Llamadas a la transformación y a la conversión desde La alegría del
Evangelio
Sí, hermanos, el Adviento nos invita a preparar la venida del Señor siendo una nueva criatura, siendo una persona transformada. Y transformados con una gran alegría, siempre con esperanza y alegría…
¿Nos hemos dado cuenta de las tantísimas veces que el papa Francisco nos insiste en la alegría? Con solo mirar sus escritos principales notamos este detalle, fijémonos:
- Evangelii Gaudium, La alegría del evangelio (2013): el documento base y programático para la iglesia de nuestro tiempo, en el que nos recordaba que la alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Y cómo desde ese encuentro gozoso hemos de transformarnos personalmente, y transformar la iglesia entera.
- Amoris Laetitia, La alegría del amor (2016): la esposa y el esposo, la acogida y la educación de los hijos, el cariño y la atención a los ancianos, la espiritualidad matrimonial y familiar que nos da vida a todos.
- Gaudete et exsultate, Alegraos y regocijaos (2018): sobre la llamada a ser santos en el mundo actual, precioso documento para descubrir cada uno de nosotros el camino de la propia santidad en la vida sencilla y cotidiana.
= Pues con alegría y esperanza, en conversión, ¡vivamos este Adviento!
Y con la ayuda de María, la Virgen, la Madre, caminando con ella que nos
lleva de la mano.
¡Feliz tiempo de Adviento, hermanos!
Y anunciémoslo así por donde quiera que vayamos.
Anunciémoslos con obras y palabras.
Antonio Aguilera