Grito apasionado
¡Ven, Señor Jesús! Este va a ser el grito que brote de nuestro corazón y de tantos y tantos corazones de fe en estas semanas de Adviento que hoy iniciamos, en estos días de preparación a la Navidad. En medio de las crudezas de nuestro mundo, muy necesitados estamos de esperanza, de saber y sentir que el Señor está a nuestro lado. Hemos de cantar: Ábranse los cielos, lluevan al Mesías…
Pero días y semanas, ¿sólo para prepararnos a recordar el nacimiento de Jesús? Sólo para “recordar”, no: el Adviento es mucho más que eso. No se trata de recordar nostálgicamente un hecho pasado, se trata:
- De comprender a fondo lo que sucedió allá en Belén, hace 2023 años.
- De intentar vivirlo con la mayor fidelidad posible hoy, y aquí.
- Y de prepararnos para el encuentro definitivo con el Señor al fin de la hª.
Pues, hermanos, con este domingo inauguramos elAdviento, y así, con el domingo 1º de Adviento, abrimos el nuevo Año litúrgico, año que empieza hoy y nos durará hasta final de noviembre próximo que lo acabaremos con la fiesta de Jesucristo Rey del Universo.
Iniciamos, sí, el Adviento. Adviento = advenimiento, venida. Días y semanas muy interesantes para llenarlos de oración honda, de conversión fuerte y de mirada atenta al Cristo que vino en humildad y debilidad en Belén, que viene cada día y que vendrá manifestándose en plenitud al final de los tiempos.
Adviento: anhelamos, deseamos y pedimos la venida del Señor a nosotros (Ábranse los cielos… ¡Ven, Señor Jesús!). Y procuramos caminar hacia Él.
Rasgos y personajes del Adviento
En este tiempo de preparación a la Navidad la liturgia de nuestra iglesia nos insistirá en varios rasgos esenciales que necesitamos y que seguro queremos vivir todos nosotros:
- Despertar del sueño, estar vigilantes (hoy, domingo 1º): Vigilad, velad…
- Preparar el camino al Señor, allanar los senderos (domingo 2º).
- Conversión gozosa y alegre a Cristo y a ser sus seguidores (domingo 3º).
- Con total disponibilidad para Dios, como María: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. (Inmaculada y domingo 4º).
Y ayudándonos en este proceso tendremos a varios personajes que hemos de escucharlos, aprender de ellos y vivir con sus exhortaciones:
– Isaías (el Deuteroisaías): el profeta de la esperanza.
– Juan el Bautista: el más grande de los nacidos de mujer, según Jesús.
– María: la mujer de la acogida del plan de Dios y de la disponibilidad total.
– José: el hombre justo, de la descendencia de David, necesario para el Mesías.
Hoy, domingo 1º: Mirad, vigilad y velad, son palabras del Evangelio escuchado
El profeta Isaías (1ª lec) dice a Dios: Sales al encuentro del que practica
la justicia y se acuerda de tus caminos.
En esto queremos estar nosotros, ¿verdad? Queremos vivir según sus caminos: caminos de honradez, de trabajo, de justicia, de servicio… “sus” caminos. Él sale a nuestro encuentro, vivamos así: Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla, y tú, el alfarero: somos todos obra de tu mano (1ª lectura).
¿Cuándo sale a nuestro encuentro? Ya vino (Belén), seguro que vendrá (final de la historia), y está viniendo (cada día, en acontecimientos, en personas).
[Cfr. Venidas del Señor, S. Cirilo y S. Bernardo: L.H. tomo I, pgs 132 y 153].
Porque vino: ya tenemos asegurada su cercanía, su presencia entre nosotros.
Porque vendrá: ya es segura la victoria final, él será el Señor de todo y en todo.
Porque está viniendo: hemos de estar muy despiertos y muy atentos a la vida.
= Mirad, vigilad, velad, nos dice el Evangelio.
Cierto: necesitamos mirar muy atentos, despertar, estar vigilantes
¿No os parece que los cristianos de hoy nos hemos adormecido un poco? Yo me he adormecido, quizás por los años, por la rutina, por el cansancio… ¿Y vosotros? Hace unos años nos decía el papa Francisco:
Nos hemos dejado robar el entusiasmo misionero (EG 80), nos hemos dejado robar la alegría evangelizadora (EG 83), hemos caído en el pesimismo estéril (EG 84), hemos perdido mucha fraternidad (EG 91)…
= En gran parte estamos siendo unos cristianos dormidos, una Iglesia enferma.
Y, sin embargo, somos conscientes de que “antes de lugar de culto o instancia moral la Iglesia ha de entenderse a sí misma y vivir como comunidad de esperanza (Moltmann).
Hemos de dar culto, claro; hemos de vivir una moral, claro. Pero mucho más importante que todo eso es que seamos mujeres y hombres de esperanza: ¡que vivamos la esperanza, contemos la esperanza y aportemos esperanza!
¿Es posible? ¡Por supuesto que sí! Despertemos, abramos los ojos:
- Miremos la vida con mirada positiva, reeduquemos nuestra mirada haciéndola benévola para con los demás. Miremos a las personas en sus posibilidades, no en sus limitaciones: que el Señor viene en cada persona.
- Vivamos con pasión la pequeña aventura de cada día: El Señor viene en cada acontecimiento que vivo, ¡voy a estar atento a Él!
- Demos mucha importancia al Sínodo que estamos trabajando,
que ciertamente revitaliza la iglesia que somos.
- Y sepamos que: El Hijo de Dios, en su venida nos invita
a la revolución de la ternura (EG 88). ¡Ven, Señor Jesús!
= Con la fuerza de la Comunión… y de la mano de María ¡es posible!
Antonio Aguilera