Domingo del agua viva
Caminamos en la Cuaresma, y continúa ahora, con este domingo, lo que podemos decir una segunda serie de domingos de inspiración catecumenal: agua viva(samaritana, hoy: Dom 3º), luz del mundo(ciego de nacimiento, Dom 4º), vida(resurrección de Lázaro, Dom 5º). Su característica era/es preparar a los catecúmenos a la celebración de los sacramentos de la iniciación cristiana en la Vigilia Pascual.
1. Hoy, dos personas sedientas en la escena
Hemos escuchado el Evangelio. Una escena preciosa relatada por Juan. Vamos a re-mirarla despacio, a re-crearnos en ella. Nos dice mucho, y nos retrata muy bien.
Hay dos personas sedientas en la escena:
a) Jesús: es media jornada; está cansado del camino por aquellas aldeas de Samaría; y se sienta junto al manantial de Jacob; sediento, pero… no tiene con qué sacar agua.
Cuando viene alguien al pozo, Jesús le dice: dame de beber.
Es la sed del cansancio, de los caminos, de las tareas que agotan…
b) La Samaritana: a quien le dice Jesús “dame de beber”, es una mujer también sedienta.
– Sedienta del agua, elemento natural para vivir. A buscarla ha ido al pozo.
– Sedienta de sentido de vida, de paz, de serenidad…
– Sedienta de tantas cosas que ella sabe por dentro; pero que éste del brocal del
pozo “desconoce”, piensa ella.
A la petición de Jesús “dame de beber”, ella pone sus dificultades:
-Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana.
Recalca las distancias.
Cuando él le desarma el argumento —Si conocieras quién es el que te pide de beber… le pedirías tú–, ella pone otra dificultad: no tienes cubo, y el pozo es hondo.
Pero Jesús, muy hábil pedagogo, va llevando el diálogo cada vez a más hondura; va pasando de la sed externa a la sed honda que hay en el corazón de aquella mujer. Como decía antes: sed de sentido, sed de cariño, sed de paz, sed de fidelidad, sed de todo lo que llena verdaderamente la vida.
Y ahí recalca Jesús: el que bebe de esta agua, el agua del pozo, vuelve a tener sed. Yo te daré el agua que calma toda sed, el agua que salta hasta la vida eterna.
Por fin, la samaritana: Dame de esa agua.
2. Los dos han pedido “Dame de beber”
Y creo que los dos nos están retratando a nosotros. También nosotros necesitamos el agua que verdaderamente sacia. ¿Quién de nosotros se siente lleno, satisfecho, seguro?
Siendo sensatos, creo que todos nos sabemos necesitados del agua viva: todos andamos sedientos.
a) El Maestro nos retrata: Él tiene la sed producida por el cansancio, las tareas, los caminos, el trajín, el agotamiento…
¿Acaso no tenemos nosotros también muchas veces esa sed? Producida por las dificultades…
b) Y la Samaritana nos retrata: ¿Cuántas veces tenemos todos los cacharros que necesitamos y más, salidas abundantes, fiestas, cosas, barullo, ruidos… Y sin embargo, vamos con la lengua fuera, muertos de sed, a la zaga de lo que satisface?
¡Cuántas veces, sí, vamos deseando calma, paz, una fuente tranquila!
3. Pues queda claro…
Pues bien, lo que es claro es que yo tengo sed de Dios, cada uno de nosotros tenemos sed de Dios… Y Dios tiene sed de mí, Dios tiene sed de darse a nosotros.
Necesitamos, por tanto, encontrarnos con Dios, encontrarnos con el que es la Verdad, encontrarnos con el que es la Vida. Necesitamos aparcar las prisas, sentarnos en el brocal del pozo y entrar en diálogo con el Señor.
Necesitamos la oración: Señor, dame de esa agua que salta hasta la vida
eterna.
Andamos torturados por la sed y –como el pueblo en la primera lectura- murmuramos de Dios. Y Él nos está diciendo:
–Aquí estoy para escucharte, para conversar contigo, para llenar tu vida.
¿Cuándo nuestra oración? Al inicio, a mitad de la jornada, al cerrar el día,…
¿Dónde? ¿En el monte de los samaritanos o en Jerusalén? ¿En qué templo? Donde tú estés, pero “en espíritu y en verdad”, con el corazón en la mano. Dialoga con Jesús, Él está esperándote en cualquier momento, en cualquier lugar, en cualquier sagrario… en cualquier página del evangelio… Es un hábil conversador. Escucha muy bien. Y es un amigo que busca relaciones personales
Y vivamos seguros de que, si hay oración, hay esperanza, hay nuevo estilo de afrontar las dificultades, hay buen planteamiento de vida… ¡Hay gasolina para caminar la jornada!
4. Y encontrarnos con el Señor con total confianza, con sencillez y humildad
Nos ha dicho la 2ª lectura: el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones. Y, siendo nosotros pecadores, Él lo dio todo por nosotros. Él se entregó por completo.
5. ¡Pues vamos!
¡Vamos conscientes de nuestra sed, encontrémonos con el Señor!
Con total confianza, sencillez y humildad.
Oración que ahora vivimos en la Eucaristía, que nos alimenta y nos vivifica.
Antonio Aguilera