1. Stop
Sin duda ninguna, todos nosotros conocemos a la perfección esta señal, Stop:
- En el tráfico significa “pararse”, y es muy-muy peligroso no hacerlo.
- Y en nuestra vida personal, ¿qué nos sugiere? Pensemos un segundo…
Es evidente que tenemos que pararnos: quizás no porque vayamos corriendo mucho… sino porque vamos por la vida alocadamente, sin sentido, sin norte claro… Aprovechemos la Cuaresma que iniciamos y parémonos frente a
- Prisas:
- ¿Quién gasta tiempo en escuchar a los demás? –Venga, dime lo que sea, que tengo 3 minutos, rápido. El maestro porque no llega a todos los alumnos, el médico porque hay cola, el cura porque se va a otra reunión…
O bien: –Hablamos en mi casa, pero, a la vez…, tenemos la TV puesta…
- Un día caí en la trampa: -¿Qué haces? –Catequesis, grupos, preparación de materiales, preparar homilía, personas que llegan, los actos de culto…
-¿Y cuándo te paras, rezas, escuchas,… descansas,… cuándo vives?
- Eso, ¿cuándo vives lo esencial, lo importante?… Estamos en el barullo, en la prisa… Y es difícil encontrarse con uno, con los hermanos, con Dios.
= Stop a las prisas.
- Vulgaridad:
- Hablamos todos con las mismas expresiones… pensamos con las mismas ideas (la caja tonta nos educa/maleduca por igual)… Con ligeras diferencias vestimos de la misma forma, según nos dicen en la moda: que este año va de rojo, pues rojo; que este año de negro, pues negro… No leemos casi nada serio, andamos muy faltos de reflexión personal… Y como tantos: buscamos el poder, el tener, el aparecer, el bienestar…
- Es ser de lo más vulgares, escasísima personalidad… De lo más vulgar… Consumimos lo que otros nos preparan… No es vivir.
= Stop a la vulgaridad.
- Irresponsabilidad:
- En el trabajo, mucha gente lo menos posible y el horario imprescindible (“no hay profesionales”); en el estudio, lo suficiente para aprobar; en el cariño, ¿cuándo buscamos el bien del otro en vez de nuestro bien solito?
- Se intenta caminar, si es posible, con el mínimo esfuerzo por todas partes. = Stop a la irresponsabilidad.
Y así podríamos seguir en otros campos… En definitiva, vamos por la vida muchas veces viviendo sin ideales, arrastrando los pies, sin disfrutar con hondura…
Caemos en estas tentaciones… Jesús tuvo sus tentaciones, y las superó retirándose en silencio al desierto: lugar de reflexión, de oración, de escucha al Padre Dios… Nosotros tenemos las nuestras y, a veces, nos lleva la corriente…
2. Alternativa: Convertíos y creed en el Evangelio, y mensaje del papa
Hay una alternativa formidable, y Jesús nos la proclama en el evangelio de hoy. Dice él: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia.
- No malgastes más tu tiempo en cosas vanas, vacías, en vulgaridades. Dios te emplaza a encontrarte con él, a encontrar en él el verdadero tesoro. No te des más plazos: se ha cumplido el plazo, dice el Maestro.
- Y continúa: convertíos y creed la Buena Noticia.
Esa buena noticia, es noticia de que Dios te quiere, de que Dios cuenta contigo, de que Dios te envía a los hermanos… ¡Qué grande es esto!
Esa buena noticia la podemos ahondar y actualizar en Cuaresma con las muy interesantes palabras que el papa Francisco nos ha dirigido en su mensaje para esta ocasión (invitar a leerlo, en internet lo tienen).
Francisco, en su mensaje para este año 2024, nos llama a centrar la Cuaresma buscando la verdadera libertad: “A través del desierto Dios nos guía a la libertad”, es el título con el que empieza. Y al inicio de su reflexión nos dice: “Cuando nuestro Dios se revela, comunica libertad, [así vemos en las palabras del Éxodo]: Yo soy el Señor tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud” (Ex 20,2).
Búsqueda de conversión y libertad para la que Francisco nos propone:
- Dos preguntas, del inicio de la Biblia, que puedo hacerme cada día: ¿Dónde estás? (Gn 3,9), y ¿Dónde está tu hermano? (Gn 4,9).
- Y dos propuestas, dice así: Es tiempo de actuar, y en Cuaresma actuar es también “detenerse”. Detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios; y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido.
3. ¿Qué podemos hacer?
Pues, hermanos, sí la Cuaresma, nos invita a esas dos preguntas esenciales: me las repito… ¿Y me las hago cada día?
Y nos invita a detenernos, como decíamos: acrecentando la oración y acrecentando el atender y servir a los hermanos
Cuarenta días tenemos por delante para llenarlos de conversión y de búsqueda de la verdadera libertad. ¡Aprovechémoslos!
Antonio Aguilera