Previo: –¿Quién recuerda su fecha de nacimiento? Todos… Y hacemos fiesta.
-¿Quién recuerda su fecha de bautismo? Ummm…
-Bueno, pues hoy celebramos la fiesta del Bautismo del Señor.
1. “Fue Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara” (Mt 3,13)
Celebramos hoy, hermanos, como decía antes, la fiesta del Bautismo del Señor. Con esta fiesta concluimos el tiempo de Navidad, tiempo que comenzó el 24 de diciembre y termina hoy, en este domingo posterior a Epifanía.
Rememorando un poquito caemos en la cuenta de lo que hemos celebrado estas fiestas que hoy concluimos litúrgicamente: el gran acontecimiento de que Dios se hizo hombre y nació entre nosotros, en Belén. Ese Jesús, entre nosotros, vivió en una familia: fiesta de la Sda. Familia. Jesús se hizo hombre en el seno de una mujer: 1 de enero, fiesta de Santa María, Madre de Dios. Y ese Dios que se hizo hombre, ese Jesús que vivió en aquella familia de Nazaret, Jesús hecho hombre en el seno de María, su madre, es buscado y adorado por hombres de otros pueblos: una estrella guió a unos magos de oriente, lo adoraron y en ellos se manifestó Jesús como Salvador de todos los pueblos: la Epifanía, día pasado.
Paso a paso, hemos vivido, por tanto, este gran misterio de la Navidad: Dios se ha acercado a nosotros y nos ha ofrecido la salvación. Salvación para nosotros y para todos los pueblos. Desde el inicio el Niño vivió la grandeza de ser Dios en medio del dolor de nosotros, los hombres.
2. Años de vida oculta
Jesús vive luego sus años de vida oculta en Nazaret: silencio, trabajo, relaciones normales de vecinos… Humildad… Años de vida callada, unos 30.
Y escuchando la voz de un profeta, Juan Bautista, escucha la voz del padre Dios, el que lo ha enviado, que le llama a iniciar su vida pública, vida de entrega total a la gente.
Jesús se arranca de sí, de su situación, de su estabilidad en Nazaret y se va a la gente. Juan está en el río Jordán, predicando un bautismo de misericordia y perdón de Dios para todos. Muchos acuden a Juan buscando esa misericordia de Dios. Y Jesús va allí, a donde están aquellos que buscan, a compartir con ellos esa misericordia de su Padre.
Y allí, tras ser bautizado en las aguas del Jordán,
- Se abrió el cielo = cielo y tierra en Jesucristo se han unido,
- vio al Espíritu de Dios que bajaba = el Espíritu de Dios está ya entre nosotros,
- y oyó la voz del Padre: Este es mi Hijo, el amado, el predilecto.
= Jesucristo, hijo de Dios, elegido y amado del Padre: que se arranca de sí y va a los demás, uniéndose con los que buscan la misericordia, y que es bautizado para una misión.
3. Esa misión la resume muy bien el discurso de Pedro (2ª lectura)
“Jesús de Nazaret, ungido por Dios, con la fuerza del Espíritu, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo”.
= Misión de pasar por la vida haciendo el bien, curando, liberando de todas las ataduras del mal, de las cadenas del maligno.
Misión que lleva a cabo como siervo, dice la 1ª lec. (Is 42), primero de los 4 cantos del siervo, del profeta Isaías. Siervo que pasó haciendo el bien: promoviendo fielmente la justicia, abriendo los ojos a los ciegos, siendo luz de los pueblos, forjando alianza entre las gentes.
Misión que realiza, dice el profeta, desde la humildad, con ternura y comprensión: no gritará, no clamará, la caña cascada no la romperá…
Y que, a la vez, la realiza con firmeza y fidelidad: promoverá fielmente el plan de Dios, no vacilará ni se quebrará…
4. Nosotros… bautizados en Cristo
Nosotros hemos vivido el misterio de la Navidad: Dios que se ha hecho hombre en Jesucristo, cuyo Bautismo celebramos hoy.
Y un día fuimos injertados en Cristo por nuestro Bautismo. Bautismo que nos hizo amados y predilectos de Dios, y servidores, siervos de los hombres.
El Bautismo –dice el Catecismo, n. 1213- es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el Espíritu … Por el Bautismo somos regene-rados como hijos de Dios.
El Bautismo –enseñaba San Gregorio Nacianceno- es el más bello y magnífico de los dones de Dios… Lo llamamos don, gracia, unción, ilumina-ción, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello que nos marca y todo lo más precioso que hay (Catec. n. 1216).
- ¿Cómo estoy yo desarrollando y acrecentando esa predilección de Dios en mi vida, ese amor que Él tanto me ha demostrado tantas veces?
- ¿Cómo estoy yo viviendo mi Bautismo, el ser siervo, servidor de los demás: en la familia, en la profesión, en el colegio, entre los vecinos?
- Digamos ante el altar, desde lo más hondo: Señor, me has elegido, me has bautizado, quiero ser tuyo, injertado en ti, siervo y servidor de todos. Y María, tu madre, mi madre, ¡seguro que está conmigo! ¡Gracias, Señor!
Antonio Aguilera