«Sin rebajar nada a tanto sufrimiento, tanto dolor que ella ha producido, desearía que la muerte injusta de decenas de miles de seres humanos a causa de la pandemia pueda abrir nuestros ojos a otras muchas situaciones en las que mueren también decenas de miles de seres humanos sin que nos ocupemos de ellos».
El General de los jesuitas, filósofo, teólogo y doctor en Ciencias Políticas anima a no retomar la vieja normalidad tras la pandemia, sino a dedicar «nuestra energía a los esfuerzos reales, sistemáticos y compartidos para cambiar la estructura de injusticia que caracteriza el mundo actual».
«El colapso de los servicios sanitarios con ocasión de la pandemia puede abrirnos los ojos a los millones de seres humanos permanentemente desatendidos en sus condiciones de vida e impedidos de una vida sana y de ser curados cuando lo necesitan».
«Hay enormes diferencias en las condiciones en las que padecemos la pandemia. La lección que se puede derivar de esta tormenta puede ser muy diversa según la barca en la que se atraviesa. Otra vez los más pobres resultan los más afectados».