Fiesta de dos figuras entrañables
Celebramos hoy la comunidad cristiana entera, la cristiandad entera, la solemnidad de dos figuras entrañables y pilares de nuestra fe: la festividad de los santos Pedro y Pablo, la solemnidad de San Pedro y San Pablo.
Dos hombres que ciertamente destacaron como
- Personas maduras en el amor y la entrega: al Señor y a la gente.
- Hombres de fe profunda.
- Excelentes pastores ambos.
Cristo es el gran modelo.
Y ellos, testimonio feliz de cómo ser discípulos de Cristo.
El prefacio, ese arranque de agradecimiento que nos hace entrar de lleno en la liturgia eucarística, da unas pinceladas muy clarificadoras de estos dos apóstoles:
- Ambos, motivo de alegría para la Iglesia.
- Pedro, el 1º en confesar la fe.
Pablo, el maestro insigne que la interpretó.
- Pedro fundó la iglesia con el resto de Israel.
Pablo la extendió a todas las gentes.
- Ambos por caminos diversos.
Pero ambos congregando la única Iglesia.
- Y los dos, coronados por el martirio.
Ciertamente hay motivos de alegría, de veneración, de aprendizaje…
Pedro, probando las cadenas
En la primera lectura vemos a Pedro probando las cadenas de la cárcel en su propia carne.
Él va a proclamar -un Ev. de liberación, la B. N. del Señor que salva.
-un Ev. que rompe todas las cadenas.
Como que Dios lo prepara para que
- Por experiencia sepa qué es eso.
- Sepa que quien libera es el Señor, el ángel del Señor.
- Necesite y tenga “la Iglesia orando insistentemente por él”
Y en esa vivencia
- El Pedro decidido (el Pedro que había dicho: te seguiré a donde quiera que vayas… Aunque todos te abandonen, yo no… Tú eres el Cristo…),
se ve débil, pobre, necesitado de Dios y de toda la Iglesia.
- Y ahí reconoce que “era verdad: “el Señor ha enviado a su ángel para librarme”.
= Viviendo con hondura la vida,
en nuestras limitaciones y debilidades,
ahí tenemos -la fuerza que viene de Dios,
-la fuerza que pide y apoya la comunidad entera.
Y en la 2ª lectura, Pablo
En la 2ª lectura nos habla un Pablo que está al final de su vida, una vida llena de entrega, de pasión y de esperanza. Y nos recalca muy de corazón:
- “He combatido bien mi combate, he corrido hacia la meta, he mantenido la fe”. ¡Qué bonito poder decir en momentos de jubilación, después de tantos años entregados, palabras así!
- Y sigue: “Me aguarda la corona merecida, el premio del Señor”. Después de una tarea bien hecha, ¡qué alegría sentir el gozo de la obra bien acabada!
- En esa andadura Pablo reconoce: “El Señor me dio fuerzas, el Señor me ayudó”. Es así: ¡cuántos momentos en una vida son difíciles! Pero Dios ha estado ahí, expresándose en familia, amigos, compañeros…
- Y Pablo tiene muy claro: “El Señor me libró, el Señor seguirá librándome”. Plena y absoluta confianza en Él, para seguir caminando, con circunstancias cada día nuevas, pero en ejercicio siempre de entrega y disponibilidad.
¿Dónde estaba la fuerza de Pedro y Pablo?
Pedro y Pablo
- ¿por qué pudieron vivir con la hondura y la entrega que vivieron?
- Porque tenían una fe muy fuerte, estaban muy bien cimentados en la fe. Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Pablo: “Sé de quién me he fiado”. “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí”.
Para cualquier tarea con hondura y entrega, necesitamos una fe fuerte:
- La que vienes teniendo…
- La que deseamos tener todos…
Y agradecemos al Señor al “actual Pedro”
Pablo lo hizo muy bien… Pedro lo hizo muy bien…
- Hoy, el actual Pedro (León XIV), el sucesor de Pedro orienta y fortalece muy bien la fe de toda la Iglesia.
- Hoy, el actual Pedro (León XIV), hace muy bien también de Pablo: lleva el evangelio a todas las gentes. = Agradecemos y oramos.
Antonio Aguilera