1. Diariamente la recordamos…
¿Cómo iniciamos nuestras celebraciones? En el nombre del Padre, del…
¿Cómo iniciamos nuestras reuniones? En el nombre del Padre, del H…
¿En la bendición de la mesa? En el nombre del Padre, del Hijo, del E. S.
¿Qué dijo el sacerdote al bautizarnos? …en el nombre del Padre, del H…
= Repetimos mucho está fórmula, ¿verdad?
Oye, entonces esto es que será muy importante, es central en nuestra fe.
Y tendrá alguna explicación, por supuesto: ¡vamos a entrar en ella!
2. La Palabra de Dios hoy
En el Evangelio (Jn 16,12-15), acabamos de escucharlo, Jesús se dirige a sus discípulos y les habla de su intimidad con el Padre: Todo lo que tiene el Padre es mío.
E igualmente les promete, nos promete, que El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena.
Jesucristo, el Hijo, nos habla del Padre y del Espíritu. = Tres personas.
En la 1ª lectura, (Prov 8,22-31), se habla de la sabiduría de Dios. Y nos habla ella misma de sí misma, diciéndonos que está presente desde el inicio de los tiempos:El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras… Yo estaba junto a él, como aprendiz… Jugaba con la bola de la tierra y gozaba con los hijos de los hombres.
Los santos Padres, los grandes teólogos y santos de los primeros siglos de la iglesia, vieron aquí una alusión al Hijo, el Hijo junto al Padre.
Y en la 2ª lectura, de san Pablo a los Romanos (Rm 5,1-5), se nos recuerda que estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.Y que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se os ha dado.
Nos queda claro, por tanto, que, según la Palabra de Dios de hoy, al hablar de Dios hablamos de: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
3. Nosotros los cristianos, así hablamos
- Hablamos de D. Padre: -el Padre que nos ha creado… la creación…
-el Padre que nos escucha y acoge siempre…
-el Padre al que tratamos como hijos:
Padre nuestro, decimos, rezamos.
- Hablamos, y hemos celebrado a lo largo del año las grandes fiestas de Jesús, el Hijo: -Nacimiento: se abajó haciéndose uno de tantos…
-Vida pública: vida entregada, gastándose por todos.
-Pasión y Muerte: la totalidad ya de la entrega.
-Resurrección: es constituido Señor de cielo y tierra.
- Celebramos el domingo pasado la fiesta del E. S., Pentecostés:
-Es el Espíritu Santo que vive en nosotros.
-Que nos une, nos hace Iglesia, y que nos capacita con diversos dones.
-Que nos guía por la vida llevando la B.N., como a Pedro, Pablo (Hech).
4. Un solo Dios en tres personas
Y a la vez, el cristiano, nosotros, creemos y sabemos que Dios es uno, único, que no hay más que un Dios: un Dios único en tres personas distintas.
La Biblia, la revelación de Dios, no nos presenta esto como un acertijo, como un rompecabezas, sino que nos lo revela proclamando dos cosas:
- Que Dios nos envuelve por los cuatro costados, dando vida:
-Dios delante de nosotros, creándoos, al que llamamos Padre.
-Dios con nosotros, Jesús, que entrega su vida y nos pide la nuestra.
-Dios en medio de nosotros, el Espíritu, que nos da alma, nos anima,
nos une y nos reúne en iglesia.
- Que Dios es comunidad de personas, con relación de amor entre ellas:
= A Dios nos llegamos a través de vivir la comunidad, de ser comunidad.
Y en esto nos esforzamos -cada uno de los que estamos aquí…
-cada día… Y hoy en concreto…
5. Así, la realidad que somos:
-Enraizados y envueltos en Dios, siendo comunidad de hermanos: entre nosotros y haciendo comunidad en iglesia entera.
-Es lo que celebramos ahora: personas distintas, de grupos distintos, todos
-hijos del mismo Padre;
-salvados, elegidos y enviados por el mismo Señor Jesucristo;
-viviendo con la fuerza del Espíritu Santo, con sus dones;
-y yendo a los hermanos… Iglesia en salida… misionera…
6. Jornada Pro Orantibus: “La vida contemplativa, corazón orante y misionero”
- Nuestro ser, nuestro hacer y nuestro salir a los demás lo vivimos desde la contemplación de Dios en sí mismo y por sí mismo.
- Convencidos de que lo más importante de todo, lo único esencial, es Dios.
- Hoy, Jornada Pro Orantibus, agradecemos la vida de monjas y monjes que diariamente oran por nosotros. Y oramos hoy nosotros por ellas y por ellos, que, con su oración constante, son pulmón de la comunidad cristiana.
Antonio Aguilera