
Dos posturas ante la vida:
- El que se siente justo ante Dios: se ve justificado, salvado…, él con sus fuerzas y con sus buenas acciones se basta…
- El que se siente necesitado ante Dios: sabe que necesita perdón, reconoce el amor de Dios que lo perdona…
La parábola de hoy nos centra estas posturas con dos personajes: el fariseo y el publicano. Una historia ejemplar para clarificar un asunto:
- ¿Salvan nuestros méritos o salva el don gratuito de Dios?
- ¿Me salvo yo por mi esfuerzo o me salva Dios por su gracia?
Quizás muchas veces hemos desenfocado la parábola, reduciéndola a:
- Fariseo: creído, hipócrita, despreciativo… Lo rechazamos.
- Publicano: arrepentido, humilde, pidiendo perdón… Lo alabamos.
Así lo veo lógico, lo entiendo. Pero la parábola entendida así pierde fuerza; y unos versículos después de lo leído hoy vemos que la gente no la entendió, luego había algo más que lo de a primera vista.
Conviene aclarar que:
Fariseos: en general, eran personas respetadas por su honradez. Religiosa-mente, eran muy piadosos, y fieles cumplidores de la Ley, más de lo necesario. Políticamente, caían bien: nacionalistas sin violencia. Sólo desde el punto de vista de Jesús había más fondo: tenían la ceguera de pensar que la salvación era cumplir y super-cumplir la norma.
Publicanos: cobran el impuesto público, los impuestos para el invasor, para Roma, colaboran con los romanos; y la fama era de que explotaban, estafaban. Religiosamente, impíos. Es decir: ateo práctico, colaboracionista con Roma, alejado de su pueblo…
La escena: la hora de la oración, las tres de la tarde.
Marco: el templo, en la presencia de Dios.
Dos personas: -un superpracticante religioso (el fariseo),
-y un alejado (el publicano).
Oración, la de costumbre: Te doy gracias porque… Ten compasión de mí…
En su corazón, el fariseo: palabras de acción de gracias (y es cierto lo que dice). En el fondo se siente justo ante Dios, se salva él por sí mismo (no Dios).
En su corazón, el publicano: se siente indigno, se ve necesitado del perdón de Dios. Entiende que es Dios el único que lo puede salvar.
Dos formas de pensar a Dios: -A Dios lo compro yo con mis méritos…
-Dios me salva Él: Dios se da gratuitamente.
Y aquí está el asunto: ¿Quién piensas tú que salva tu vida?
– ¿Tú con tus buenas obras? Error, fariseísmo, es falso eso…
– Dios que se vuelca en ti, con su gran amor… Es lo verdadero.
¿Cómo ha de ser nuestra oración, por tanto?:
- Se nos había dicho que con palabras llanas, sencillas: Padrenuestro…
- Se nos decía el domingo pasado que con insistencia: viuda y juez…
- Hoy se nos dice: -jamás con autosuficiencia…
-jamás comprando la gracia con mis cumplimientos…
-sino cayendo humildemente de rodillas ante Dios.
= Como el publicano de la parábola.
Y esa oración humilde y sencilla es la que traspasa las nubes:
– El grito del que se sabe pobre y humilde es el que llega a Dios (1ª lec):
El Señor escucha al pobre… las súplicas del oprimido… los gritos del
huérfano y de la viuda… Los gritos del pobre atraviesan las nubes…
– Y así Pablo, porque se fio plenamente de Dios –Sé de quién me he fiado-
podrá acabar diciendo: He combatido bien mi combate, he corrido hasta la
meta, he mantenido la fe (2ª lec).
Llamada hoy, por tanto, a una oración humilde y sencilla:
- Porque lo que tenemos es de Dios, y lo bueno que hay en nosotros viene de Dios.
¡A Él se lo agradecemos, humildemente!
- Parezcámonos al publicano, es más realista, sabía decir desde lo profundo de su corazón: “Oh Dios, ten compasión de este pecador”.
- Y esa oración humilde y sencilla, ¿cómo hacerla?
Son variados los medios, los métodos:
- La oración vocal: rezando las oraciones que sabemos, que nos enseñaron con tanto cariño… padrenuestro, avemaría, ángelus, santo rosario…
- La lectura y meditación de la Palabra de Dios, evangelio de cada día…
- Poniendo los rostros de las personas y sus necesidades ante la presencia del Señor…
- Mirando los acontecimientos de la vida…
El medio: el que sea…
Pero orando diariamente ante el Señor, ¡que lo necesitamos! ¡Y que nos da gozo, felicidad, y nos orienta para vivir!
Antonio Aguilera









