Adviento es tiempo de preparación, tiempo de pensar y orar la venida del Señor, tiempo de conversión: todos nosotros lo sabemos y en ello estamos, y este gran deseo nos reúne aquí hoy, 2º domingo de Adviento. ¡Seguro que es así!
Es tiempo de preparar los caminos y enderezar las sendas de nuestra vida para que se acerque el Mesías que inaugura el Reino de Dios. Facilitar que Él se acerque… Quitar los estorbos… Dejarlo entrar en nuestra existencia…
Abramos, por tanto, el corazón plenamente a Dios: hagamos hueco para Él en nuestro corazón. Y con un cariñoso agradecimiento, ¡que Él nos ha elegido y tanto nos da en la vida!
1ª lectura, del profeta Baruc:
En la primera lectura hemos escuchado que el profeta Baruc nos narra una visión llena de entusiasmo y de esperanza, muestra un gran motivo de alegría:
- El pueblo de Dios se encuentra en el exilio, en Babilonia, allá por los años 586 al 538 a.C., bajo el poder de tiranos.
- Y el profeta les predice que vienen tiempos de salvación. Y le reclama a la ciudad santa de Jerusalén que se quite el vestido de luto y se vista traje de fiesta, porque Dios hará volver a su pueblo a la tierra de donde fueron expulsados: Los que se fueron a pie y con cadenas, serán traídos con gran alegría en carroza real.
- Y para hacer el camino de vuelta más fácil, desde el destierro a su tierra, Dios allanará los senderos, abajará las colinas, cubrirá los barrancos.
- En resumen: Dios volverá a congregar a su pueblo, que le abandonó y se dispersó. Y le manifestará al Mesías, al Salvador, que los guiará con justicia y misericordia.
Evangelio, Lucas 3,1-6:
En el Evangelio con la figura de fondo de otro gran profeta, Juan el Bautista, se nos presenta la vida como en doble plano de historia:
- La “historia de los grandes”, Roma y sus vasallos: el emperador, los reyes, los virreyes en Palestina: Herodes, Filipo y Lisanio…
Hoy diríamos: los que dirigen los pueblos, los grandes de nuestro mundo, los que toman las decisiones…, que, por desgracia, bien constatamos día a día que algunas de ellas ciertamente no son limpias ni del todo honradas…
- Y nos presenta la “pequeña historia”: la de quienes están en los márgenes, en Palestina, en el desierto, la vida de la gente de a pie…
Y, es curioso: por ahí, por la gente de la pequeña historia vino la salvación: Vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías en el desierto, hemos escuchado en el evangelio.
- Pues bien, ese gran profeta, Juan el Bautista, arrancando de aquel otro, de Baruc (1ª lectura), recoge sus palabras y proclama a sus contemporáneos, y a los hombres y mujeres de todos los tiempos, a nosotros hoy: Preparad el camino del Señor que viene, allanad sus senderos, que lo torcido se enderece, que lo escabroso se iguale…
- Y no es una reforma superficial de carreteras lo que plantea… Es una llamada a que allanemos los caminos de conversión del hombre, de cada uno de nosotros, que transformemos nuestra interioridad y nuestras obras.
Hemos de abrirnos al Señor, con decisión y alegría: Nosotros solos, imposible… Pero con Él, todo es posible.
¿En qué consiste la conversión? Consiste en volver al Señor, volver a nuestra tierra 1ª, a nuestras raíces de ser hijos de Dios, consiste en evitar todo lo torcido que tenemos y hacemos… En volver al amor primero, dice el Ap.
Nos invita a convertirnos al amor: Quien ama, da frutos de amor, escribía san Pablo. Quien ama, da frutos de misericordia.
2ª lectura, Pablo a los Filipenses:
- La conversión suele ser un camino lento, un proceso continuo que supone ir dando pasos progresivos hacia la identificación con los valores del Ev.
- Es salir de mí para encontrarme con Dios: oración, lectura de la Palabra, Eucaristía, mi tiempo para los hermanos… Servidor de todos siempre…
- Es profesionalidad bien hecha, es familia bien vivida, es calle y ámbito de trabajo y amigos donde manifiesto mi fe y así ayudo a los demás, es…
- Pablo nos dice hoy: Que vuestro amor siga creciendo más y más en hondura y en sensibilidad para apreciar los valores que habéis recibido… Así abriréis las puertas a Cristo limpios y cargados de frutos de justicia y verdad.
Conclusión:
-En este camino estamos, en Adviento, en camino de esperanza y de conversión: abriendo las puertas al Señor que llega y que nos guiará con alegría a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia (1ª lectura).
-Porque todos nosotros deseamos ver y vivir la gloria y la misericordia de Dios, porque sabemos del perdón de nuestros pecados… nos ponemos ante el Señor queriendo preparar su camino, queriendo allanar nuestros senderos…
-Y en este camino estamos con la ayuda de la Madre, María, con la Inmaculada, que celebraremos el próximo miércoles. Bajo su advocación ponemos nuestra vida y estamos seguros de que ella nos acompaña.
Antonio Aguilera