1. Nos abrimos al Señor
Una vez más, un domingo más, día del Señor, estamos aquí en actitud
- de sincera escucha de la Palabra de Dios,
- y con gran deseo de aprender de Jesús.
= Como el buen discípulo, con sana actitud de aprendices.
Y para cultivar esa sana forma de vivir: miramos al Evangelio y miramos a la vida…, evangelio y vida: en las dos manos… Y confrontamos.
Hoy, mirando al Jesús del Evangelio proclamado, observamos:
- Jesús no es un puritano, se relaciona con todos, come con un fariseo: Entró en casa de uno de los principales fariseos para comer. Jesús se acerca a todos, no rechaza a nadie; sabe mirar al corazón del hombre, no se queda en lo externo…
- Se expone incluso al qué dirán unos y otros: Ellos lo estaban espiando.
- Y entra en diálogo sincero, partiendo de lo que observa.
= Jesús, -partiendo de la realidad que ve, realidad muy frecuente,
-acercándose a todos,
-en diálogo, y sincero…
= Así nos enseña, así comunica su mensaje…
2. El maestro nos enseña vivir con humildad
Ya, con la simple presentación de la escena, el evangelista nos da una gran enseñanza de cómo es este maestro: -se acerca a todos,
-y parte de la realidad concreta.
Pero la enseñanza la desarrolla más. Va a un asunto importante de la vida: vivir con humildad, desterrar todo pavoneo, desterrar el estilo altivo y el aparecer como importante. La humildad, algo siempre necesario, y hoy más:
- Predomina tanto hoy la actitud de prepotencia…
- Tengo un poco de poder y… ¿sirvo?… ¿o impongo?
- Acentuamos tanto las actitudes de fuerza, de orgullo…
Jesús vive y muestra que la vida de verdad, la vida que llena, va por otro lado:
- Él vivió otra cosa: de pesebre a cruz… Y, en medio, lavar los pies (de diversas formas).
- Él enseña a proceder de forma sencilla: Cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto… Releamos la parábola.
Y en la primera lectura, del libro del Eclesiástico –precioso libro, facilísimo de leer y de entender: recomiendo a todos su lectura- el sabio anciano enseña: Procede con humildad…
Hazte pequeño en las grandezas humanas…
-Hazte pequeño, como un último del que nadie tiene envidia, como un pan de eucaristía destinado a ser partido, repartido y comido.
-Hazte pequeño, como quien sirve, como quien agradece y bendice, como quien se arrodilla para lavar los pies y vendar las heridas.
-Hazte pequeño, como quien espera, como quien ama, como quien abraza, como quien perdona, como quien sonríe.
-Hazte pequeño, como un niño, … como se hizo Dios….
3. Una humildad que nos hace grandes
La humildad, hermanos, nos asemeja a Dios, y así nos hace grandes…
Comporta la humildad, al menos estos tres aspectos:
- El humilde hace una apreciación justa del valor de los demás:
-El otro es importante para mí, lo reconoce.
-El otro es hijo de Dios, templo de Dios…
Y lo coloca en el centro: lo escucha, lo respeta, lo ayuda…
- La humildad, a la persona de fe, la introduce en lo profundo del mensaje:
-La humildad nos lleva a Dios,
-Y nos hace reconocernos como somos: limitados,
necesitados, aprendices…
Nos hace ver con claridad: ¡El importante es Dios!
- Y la humildad nos lleva siempre a la alabanza: nos lleva a alabar a Dios y a ver y resaltar lo bueno de los hermanos.
4. Y así, hoy con la Virgen de la Victoria
Pues, ¡qué grande, hermanos, vivir como Jesús nos enseña hoy! Con esta forma, en nuestra vida pueden entrar, dice Jesús, los pobres, los lisiados, los cojos, los ciegos… Y a quien vive así, Él le dice: ¡Dichoso tú!
Y modelo de vivir con gran humildad siempre fue María, la Virgen. Ayer sábado comenzamos a celebrar la novena de ella, nuestra patrona, la Virgen de la Victoria. Con qué gran verdad se dijeron aquellas preciosas palabras “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios… porque ha mirado la humildad de su esclava…”
¡Qué grande es María porque supo ser sencilla y humilde mujer de Nazaret!: madre sin posada, madre en la vida ordinaria de su Hijo, madre al pie de la Cruz… Porque fue así, sabemos que Dios venció en ella; porque fue así, es Victoria de Dios entre nosotros. Madre, ¡ruega por nosotros!
Antonio Aguilera