- El verano ya está avanzado
Nuestra feria de Málaga está terminada y el verano está bien avanzado.
Tanto por la feria como por vacaciones de verano, a Málaga nos han llegado visitantes de todas partes: del norte y del sur, del este y del oeste: de Alemania, Francia, Inglaterra, países nórdicos, de China, de Japón…
También nos han llegado otros extranjeros: de África, de Latino América, de países del Este… los inmigrantes… Por diversas vías, y muchos por vías muy duras, por el Estrecho y en pateras…
Ante la llegada de unos, turistas: buena cara, no nos dan miedo… aportan riqueza económica…
Ante la llegada de otros: reparos, ojos vigilantes, preocupación…
Para los primeros: la puerta es ancha…, abrazos, fotos…
Para los segundos: la puerta es muy estrecha; o… no hay puerta.
De una forma o de otra, lo cierto es que se cumple lo del evangelio:
- “Vendrán de oriente y de occidente, del norte y del sur, y se sentarán a
la mesa del Reino de Dios”.
Y creemos se cumple lo de la primera lectura, aquello del profeta Isaías: –“Yo vendré para reunir las naciones de toda lengua”.
- Superamos fronteras
Sea por la razón que sea, lo cierto es que hoy tenemos un fenómeno que lo vamos asumiendo y queremos vivirlo bien: la superación de fronteras, la mezcla de pueblos y gentes, la interculturalidad…
Andamos lejos de aquella corta mentalidad judía que se preguntaba “¿Serán muchos los que se salven?” Según aquella manera de pensar:
- Para el Reino de los Cielos, serían pocos, contados…
- Para la tierra de Israel, ellos solos, solamente ellos.
La Sagrada Escritura ya ampliaba horizontes:
- De todos los países habrá ofrendas al Señor (1ª lectura, Is 66).
- No es que a unos pertenece el Reino y a otros no…
- Y el asunto no es cuestión de “cuántos”… Hay acogida para todos…
A veces nos encastillamos absurdamente
- En “mi grupo”, “mi comunidad”, “mi parroquia”, “mi pueblo”, “mis criterios”, “mi opinión”…
- Ahí creemos estar “los buenos”… Los demás, andan extraviados…
- Es una ingenuidad negativa y muy peligrosa: lo verdadero es que el encuentro con el Señor tiene muchas veredas de llegada.
- Y siempre, el esfuerzo
Y lo que sí importa es esforzarnos todos por entrar por “la puerta estrecha”.
- ¿Puerta estrecha porque Dios es sádico y nos aprieta obligándonos a ello cuando nos exige y nos corrige?
- Dios no es así: ni es sádico ni obliga. En Dios “Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre”, hemos rezado con el salmo. “Padre”, lo llamamos a Él, enseñados y animados a ello por su propio Hijo, Jesucristo.
- ¿Y qué padre tiene mala idea para con sus hijos cuando les corrige y les exige responsabilidad, trabajo, sensatez, esfuerzo?
Ciertamente cuando un padre pide a sus hijos esa puerta estrecha que conlleva esfuerzo y responsabilidad les está amando muy sinceramente y les está encaminando por el mejor camino a una vida noble y grande.
La puerta estrecha requiere esfuerzo, sí, pero forja personas maduras, personas austeras, personas en actitudes de ayuda y servicio, personas capaces de sacrificarse por los demás, personas capaces de amar… La puerta estrecha, la puerta del esfuerzo, forja mujeres y hombres, hermanas y hermanos de todos, hijas e hijos de Dios, gente siempre honrada.
- Dios nos llama por esa puerta
A cada uno de nosotros, Dios nos llama por esa puerta, que es puerta de entrega, de generosidad, de autoexigencia, de vivir en disciplina…
- Entrar por esa puerta para no deshacernos como un cuerpo sin esqueleto, para no deshacernos como un azucarillo en el café…
- Entrar por esa puerta para ser gente recia, capaz de afrontar las dificultades de la vida…
- Entrar por esa puerta para ser más personas y mejores hermanos: sentados, junto con los demás, en la mesa del Señor.
- Esa puerta es conversión constante y diaria al Señor…
Y esa conversión nos abre al Señor, nos abre a todos los hermanos, nos abre a quienes llegan nuevos a nuestra vida.
Conversión que nos da un corazón amplio y enorme.
Y para quienes intentan ese corazón amplio y enorme es la salvación de Dios.
Hermanos, ¡bendita la “puerta estrecha” que nos ofrece el Señor!
Dios cuenta con cada uno de nosotros, con todos.
Dios nos fortalece siempre y nos capacita para la acogida y el servicio.
Dios es Padre que nos quiere.
Antonio Aguilera