Este mundo nuestro está pidiendo a gritos más plegarias de quienes creemos en Jesús. Sobran tensiones, descalificaciones de unos hacia otros y odios entre personas y pueblos. Debemos rezar más, convencidos de que el Señor escucha siempre nuestras plegarias si éstas salen de lo más profundo de nuestros corazones. No hemos sido enviados a imponer nuestras ideas por la fuerza, sino a sembrar la semilla de la paz, la comprensión, el amor a todos, aunque no sean de los nuestros.
A veces nos comportamos como malos hijos de María. Creemos que alejándonos de ella estaremos más libres y seremos más felices. Craso error. Porque esa