Quienes triunfan ante Dios no son los más guapos. Ni los más ricos. Ni los más sabios. Los que están más cerca de Él son los que saben reconocer sus limitaciones. Los que no se enorgullecen de sus talentos, sino que los ponen al servicio de las demás. Porque no son propiedad suya, sino que les han sido cedidos gratuitamente.
Si realmente queremos ser cristianos de verdad, fijémonos en María, nuestra madre en la fe. Ella siempre estaba dispuesta a servir a los demás. Renunciaba