- Familia – Jesús
Quizás nos salta a la vista en el relato del evangelio que acabamos de escuchar un dato muy curioso: los familiares de Jesús estaban preocupados por lo que Jesús está haciendo… Tan preocupados que llegan a pensar que Jesús “está fuera de sí”.
Esto podía ser porque ellos mismos lo pensaran o porque lo estaban diciendo otros: había ese rumor en el ambiente, creado por quienes les venía bien que se pensara que Jesús estaba loco, de hecho –según escribe Marcos- “unos letrados de Jerusalén decían: tiene dentro a Belzebú, el jefe d ellos demonios».
Sea por una razón o por otra, lo cierto es que vienen sus parientes a llevárselo. Claramente están preocupados por él: su estado es poco normal, y evidentemente hay una presión ejercida sobre su familia para que Jesús cambie su actividad pública.
Es el camino normal que siempre tuvo que vivir un profeta: en primer lugar, se le trata de convencer a él mismo de que cambie el discurso; luego, si lo anterior no da resultado, se le presiona a través de cercanos o de la propia familia; y si tampoco… se le condenará.
En resumen, la misión de Jesús ni siquiera fue comprendida por los más cercanos. Algo que, por otra parte, no ha de extrañarnos: el mismo Jesús había avisado que él sería señal de contradicción y que seguirlo a él “enfrentaría al hijo con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con la suegra (Mt 10, 34s).
- Loco, ¿por qué?
¿Por qué decían que “estaba fuera de sí”, que no estaba en sus cabales, que estaba loco?
Evidentemente con su forma de vivir, con sus palabras y con sus obras, estaba rompiendo los moldes de vida que todos tenían en su cabeza, estaba rompiendo el orden acostumbrado. En consecuencia, letrados de Jerusalén, escribas y fariseos y hasta familiares hacen frente común para restaurar lo que Jesus está “rompiendo”.
¿Y cuál es ese orden que este Maestro rompe?
Decididamente ni los fines de Jesús ni sus planteamientos son los mismos que los que las autoridades y la gente de su entorno tienen y quieren. Jesús habla y actúa fuera de los comportamientos del sentido común social:
- A los 30 años, la persona tiene que estabilizarse, sentar la cabeza, pensar en el futuro… Y Jesús deja su trabajo y se va a anunciar una noticia sorprendente de amor, de entrega… de ¿un Reino de Dios?…
- Lo normal de un hombre a esa edad es buscar amigos que le ayuden, le apoyen, gente que pueda echarle una mano… Y Jesús se va rodeando de don nadies, algunos y algunas de mala fama, personal marginado…
- Lo normal que con 30 años uno se vaya callando muchas cosas, aunque no las vea correctas, y haga la vista gorda… Pero Jesús habla demasiado claro, denuncia el mal delante de quien sea y venga de donde venga…
Es verdad, Jesús ha cambiado el esquema de vida: lo ha dejado todo, no tiene donde reclinar su cabeza, da su persona y su tiempo, vive para los demás, y se está metiendo en líos… Aquí hay un nuevo pensamiento ante la vida, una nueva jerarquía de valores, un nuevo orden… Difícil de comprender para los de su tiempo, y para nosotros. Ya dijo él, en su conversación con Nicodemo, que “hay que nacer de nuevo” (Jn 3,1-7).
- Y propone “nueva familia”
Por suerte para nosotros (¡seguro!), en el cambio de vida que Jesús propone habla de un nuevo tipo de familia; según el relato, le dicen y contesta:
- Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.
- ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
Estos son mi madre y mis hermanos: el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.
En esa “ampliación” de su familia que hace Jesús, me atrevo a pensar que cabemos cada uno de los que estamos aquí hoy en la Eucaristía: todos nosotros, seguro, estamos intentando hacer la voluntad de Dios, ¿verdad?
Un hacer la voluntad de Dios que conlleva:
- Abrir por completo nuestra vida a Dios, a su misericordia, a su perdón, a su gracia. Cerrarnos a la misericordia, al perdón, a la gracia, cerrarnos a la evidente salvación que Dios quiere para nosotros es blasfemar contra el Espíritu Santo, es el pecado contra el Espíritu Santo, del que también nos habla el evangelio proclamado.
- Dejarnos acompañar y guiar por esa mujer de la que habla la 1ª lectura (Gn 3,9-15): la mujer que venció a la serpiente, la nueva Eva que vence al demonio: maría.
Si nos dejamos guiar por María, ella nos acompaña y nos inserta en esa entrañable familia de los que buscan vivir en la voluntad de Dios.
Antonio Aguilera