Lo que tiene auténtico valor en la vida del creyente es lo que sale del corazón. Porque las palabras, en ocasiones son producto de las apariencias, de querer quedar bien, de intentar aparentar lo que no se es… De ahí que sea más correcto hablar con los hechos que nacen en el interior de nuestro ser. Procurando siempre, eso sí, ser mansos y humildes con los otros, usando las palabras que nos dicta nuestro corazón que debe estar bañado en la sabiduría del servicio a Dios y a los hombres.
Para todo, el amor. Siempre el amor. Los cristianos hemos sido bautizados en el amor de Cristo, que se entregó por nosotros. Tenemos encomendada la