Debemos acercarnos más a Dios y a los hermanos, intentando que la indiferencia que hoy nos domina se transforme en esfuerzo por mejorar esta sociedad para hacerla más conforme a los planes del Creador. Cada uno, con nuestras propias limitaciones, tenemos que cumplir la misión que se nos ha encomendado. Nadie debe cruzarse de brazos, porque es mucho el trabajo que hay que hacer. El Señor nos espera y no quiere rezagados, sino decididos a sembrar el mundo de amor.
Una persona rencorosa no va por buen camino. Quien desea ser buen cristiano, aparta de sí el rencor para poder abrazar a los demás con