En este nuevo tiempo litúrgico de la cuaresma, en el que hoy entramos, se nos invita a prepararnos convenientemente para las celebraciones pascuales. Abrir la puerta a Cristo, que está presente en el otro, de modo especial en los necesitados, es una forma propicia para acercarnos a la gran fiesta. Porque si los ayunos, penitencias y oraciones son ahora más necesarios, la limosna, es decir, la ayuda a los que lo necesitan, material o espiritualmente, es imprescindible. Sin la caridad, ayunar, hacer penitencia y rezar de poco nos va a servir porque la conversación a la que estamos llamados debe ser total.
Hay injusticias, sí. En derredor nuestro y en nosotros mismos. Pero son consecuencia de la imperfección humana. De nuestra libertad no ejercida correctamente. En nuestras