Nunca seremos lo suficientemente humildes para merecer llegar a la altura de ser personas perfectas. Nunca nos debemos sentir mejor que nadie, ni siquiera de los que aparentemente son los peores. Porque quien busca ser el más grande no lo conseguirá; al contrario, será el más pequeño. En el grado de humildad que practiquemos seremos medidos y valorados.
Si nos agarramos con auténtica fe a la misericordia de Dios y nos fiamos de su bondad, caminaremos más seguros. Porque en la carrera de