30 aniversario de la Comunidad María de Nazaret de la Parroquia de La Amargura
Domingo 6 de octubre de 2024
Imágenes y vídeos de la celebración del 30 aniversario de la Comunidad María de Nazaret de la Parroquia de La Amargura.
Introducción
La oración de hoy es más especial que las de otros viernes. Hoy queremos dar gracias a Dios por estos 30 años de camino recorrido juntos. Al echar la vista atrás podemos ver la acción del Espíritu en nuestras vidas, de una forma misteriosa, suave, a veces casi imperceptible, pero que al mirar en perspectiva despierta en cada uno de nosotros la certeza de su presencia en nuestra comunidad y la admiración por tanto amor derramado. No podemos explicar que hermanos con diferentes caracteres, personalidades, opiniones y afectos sigan caminando unidos si no es por pura gracia de Dios. El Señor permanece fiel. Nosotros respondemos torpe y a veces equivocadamente a su llamada, pero su misericordia y su bondad son más grandes que cualquiera de nuestras miserias humanas. Hoy renovamos el compromiso de seguir viviendo y celebrando nuestra fe en grupo. Nunca nos hemos sentido llamados a pertenecer a ninguno de los movimientos de fieles que enriquecen nuestra Iglesia. Siempre nos hemos considerado simplemente diocesanos, cristianos de parroquia. No podemos cerrarnos en nosotros mismos, en nuestros encuentros, dinámica y funcionamiento. Estamos abiertos a la Iglesia diocesana y universal y, como los hijos a su madre, la necesitamos para no caer en la autorreferencialidad ni actitudes sectarias. Y no podemos olvidar nuestra misión de llevar la Buena Noticia de Jesús a los demás, especial y preferencialmente a los más pobres y olvidados, los vulnerables, los olvidados, los silenciados. Nuestra comunidad pierde su esencia si olvidamos o descuidamos esta dimensión, porque deja de ser Jesús el centro. Hoy os presentamos este camino que quiere representar la vida de la comunidad desde sus inicios hasta hoy. Como Pablo en la lectura que escucharemos a continuación, corremos hacia la meta pero no cada uno por su lado, sino en equipo, como los relevos, a veces unos tirando y otras veces otros. Con el mejor entrenador, Jesús, la fuerza del Espíritu que nos mueve y el amor de un Padre que nos espera en la meta con sus brazos abiertos. Mucho recorrido y mucho que recorrer. Disfrutemos y oremos, junto con María de Nazaret, dando gracias porque el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.